|ANÁLISIS|Sorpresivo, pero esperado giro en el tema marítimo|Javier Viscarra|

Brújula Digital|24|03|25|

Javier Viscarra

Tuvieron que pasar cuatro años y cuatro meses para que el gobierno del presidente Luis Arce Catacora despertara, reaccionara y propusiera un cambio en su entumecida visión sobre el tema marítimo. Su reciente anuncio parece haber sido, en parte, una respuesta a la creciente crítica y al vehemente pronunciamiento de la plataforma independiente “Diplomacia en Democracia”, que el viernes 22 de marzo hizo pública una declaración al respecto.

Arce ha planteado una investigación exhaustiva sobre los juicios que Bolivia sostuvo en la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Se trata de un desafío importante para el corto tiempo que le queda en el gobierno, pero que, sin duda, permitirá esclarecer las verdaderas razones por las que el país llevó el caso ante la CIJ sin prever que sus jueces son poco propensos a fundamentar sus fallos en normas aún inexistentes.

En este sentido, será interesante conocer por qué Bolivia se apoyó en un derecho en ciernes, como el de los compromisos unilaterales que generan obligaciones, un concepto que, durante el proceso en La Haya y aún hoy, sigue siendo motivo de debate en la Sexta Comisión de la Organización de las Naciones Unidas.

El fin de DIREMAR

Arce también ha anunciado la disolución de DIREMAR, bajo el argumento de que los objetivos para los que fue creada han llegado a su fin. Una decisión previsible, pero no exenta de aristas que deben ser consideradas con urgencia. Lo primero es que toda la documentación y el acervo de DIREMAR deben preservarse intactos; no puede extraviarse ni un solo documento.

Si la decisión presidencial va más allá de la retórica habitual del 23 de marzo, el cierre de la institución debe ser supervisado por una comisión parlamentaria multipartidaria. Este es un tema de interés nacional que trasciende filiaciones políticas y requiere un manejo transparente.

Otro aspecto señalado por Arce en su discurso es la siempre complicada relación con Chile. Esta vez, parece haber desestimado el mal asesoramiento de la Cancillería, que en años anteriores le presentó agendas con Chile de nueve, seis y cinco puntos, mencionadas en discursos, pero nunca traducidas en hechos concretos.

El presidente aseguró que “Bolivia tiene que conocer los detalles más importantes de esos juicios para comprender sus resultados. Con estas decisiones, ingresaremos a una nueva etapa en la relación con Chile”. Y tiene razón. Es momento de modificar nuestra línea de conducta, pero también de esperar que Chile actúe con la misma lógica de modernidad.

Desde Santiago, por ejemplo, debería haber una señal respecto a las visas exigidas a los diplomáticos bolivianos. La Paz nunca aplicó reciprocidad en este punto, pues siempre consideró que se trata de una traba absurda para cualquier intento de acercamiento serio.

Es indudable que hay algo en lo que todos pueden coincidir con el discurso del presidente y es el objetivo fundamental es recuperar nuestra salida al mar. Para ello, los bolivianos debemos trabajar de manera conjunta, sin posiciones sectarias ni intereses político-partidarios, que solo han causado daño a la causa y al país.

Bolivia y Chile deben mirar al futuro con una visión compartida, enfrentando juntos los desafíos que impone el mundo actual. Hoy, las amenazas del nacionalismo extremo y un proteccionismo caprichoso pueden afectar los intentos de inserción en el comercio internacional que Bolivia debe planificar con seriedad. Para ello, es imprescindible dejar atrás este tiempo de enfrentamientos internos y encarar, de una vez, una verdadera apertura internacional.

Javier Viscarra es periodista y diplomático.