Brújula Digital|01|03|25|
Javier Torres Goitia
Existen varias tendencias políticas y administrativas para gobernar a una sociedad dentro del proceso democrático. No vamos a analizar cada una, pero es importante tener presente que tanto la izquierda como la derecha tienen diversas opciones, desde los extremos hacia el centro, o incluso más allá de los extremos.
Lo que tenemos actualmente en Bolivia, si alguna característica política tiene, es la de un desastre administrativo tanto de izquierda como de derecha. Es una valoración de la corrupción que afecta a ambos bandos. Tenemos políticos que adoptan posiciones según lo que las encuestas, poco idóneas, nos dicen.
También, y para colmo, tenemos un movimiento populista que en sus inicios fue indigenista, luego trató de ser socialista, pero terminó siendo simplemente ineficiente, ignorante y populista. Por otro lado, tenemos un grupo de estrellas políticas que, pese a 20 años de no haber estado oficialmente en la administración pública, han cooperado con los anteriores desde que se interrumpió la democracia en 2003, con la amnistía a Evo Morales, Felipe Quispe y otros subversivos por lo sucedido en octubre de 2003.
Esto incluye la aprobación de un referendo revocatorio en 2008, subirse al carro y convertirse en “apoyadores” del desastre del Juicio de La Haya por el mar boliviano, que nunca tuvo ni pies ni cabeza, sino que fue un instrumento que pensaban muy poderoso y mediático para Evo Morales, Luis Arce, Álvaro García, David Choquehuanca y otros más. Luego de ese fracaso, cuando se discutía la aplicación del referendo del 21F de 2016 y su validez para las elecciones de 2019, y cuando el pueblo decía que antes de definir la fecha se tenía que cumplir el mandato del 21F, salieron de la nada con una candidatura que, no nos confundamos, logró girar la atención pública del fracaso del tema del mar a una contienda electoral que violaría los resultados de una consulta popular. El 21F logró demostrar que no queríamos más al candidato del MAS, en un momento en el que ese candidato estaba totalmente derrotado por la barbaridad que le hizo al país en La Haya.
Luego, tras la elección fraudulenta de 2019, los candidatos de la oposición se fueron a sus casas y se pusieron a buen recaudo, mientras el pueblo, solo y espontáneamente, salió a las calles organizado como el “Histórico y Valeroso Movimiento de las Pititas” y demostró no solo a los que gobernaban e hicieron el fraude que Bolivia no quería más de lo mismo.
Nació una esperanza extraordinaria en Bolivia, pero volvieron los del referendo de 2008, los de La Haya y los candidatos apurados. Se apoderaron de los éxitos de la ciudadanía y se pusieron a negociar erradamente en la Universidad Católica de La Paz.
Javier Torres Goitia fue ministro de Salud y Deportes de Bolivia.