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Política | 19/02/2025   08:10

|OPINIÓN|porqué apoyé siempre a Carlos Mesa|Ricardo Paz|

A pesar de críticas sobre su edad y liderazgo, creo que Carlos Mesa era el candidato ideal para enfrentar al MAS y gobernar con honradez y capacidad.

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Brújula Digital|19|02|25|

Ricardo Paz Ballivián

Este es un pronunciamiento personal, del cual soy el único autor y responsable, aunque tengo constancia de que muchas ciudadanas y ciudadanos, con los que estuve conversando en los últimos meses, coinciden conmigo. Apoyé a Carlos Mesa siempre, porque creía (y sigo creyendo) que el ciudadano boliviano con mejores credenciales y atributos para ser el próximo presidente de Bolivia era Carlos Diego Mesa Gisbert.

Por supuesto que no soy un “analista” independiente ni “objetivo” cuando argumento sobre mi posición. Conozco a Carlos Mesa hace 40 años y empecé una relación de amistad y trabajo desde el año 2001, cuando estuvimos juntos en el Consejo Ciudadano para la Reforma Constitucional, él como miembro integrante del mismo y yo como secretario técnico. En 2002 estuvimos en veredas contrarias, él como candidato a vicepresidente del MNR y yo como estratega principal de la campaña del NFR. En 2004, Carlos Mesa me invitó a coordinar el proceso de la Asamblea Constituyente y posteriormente el referéndum sobre los hidrocarburos, en sus aspectos políticos y comunicacionales. En 2005 me convertí en su asesor político y desde entonces hasta hace un año, lo he acompañado en esa función, de manera formal como cuando fui jefe de campaña de sus postulaciones a la presidencia en 2019 y 2020 y de manera informal hasta 2023. Hoy me enorgullezco de ser su amigo y de mantener una relación constante y fluida.

Por todo lo anterior, creo que conozco mucho a Carlos Mesa y puedo dar fe de su patriotismo, su capacidad, su lucidez, su valentía y su honradez. Conocerlo y estimarlo, como lo estimo, no me descalifica, sino todo lo contrario, para argumentar porqué debió haber sido nuestro próximo presidente. Sin más preámbulo, paso a puntualizar porqué hago este planteamiento, utilizando el método de rebatir los tres principales cuestionamientos que he podido recoger al mismo.

1.- Se decía que Carlos Mesa estaba “viejo” y que debería dar paso a las nuevas generaciones políticas, que ya tuvo su oportunidad y que, con generosidad, debería convertirse en un puente para esa necesaria transición.

Carlos Mesa tiene 71 años y, eventualmente, hubiera asumido la presidencia en diciembre de 2025 con 72 años y habría culminado su mandato en 2030 con 77 años. Exactamente la edad de Víctor Paz Estensoro, cuando asumió su cuarta presidencia en 1985 y que concluyó a la edad de 81 años. No tiene problemas de salud y se halla en condiciones intelectuales y emocionales óptimas. Creí, antes del anuncio en que Carlos Mesa nos informó que no sería candidato en las próximas elecciones, que un adecuado complemento en su binomio, que diera una señal clara de renovación generacional, hubiera sido la combinación ideal.

Me consta que Carlos Mesa cree firmemente en la renovación generacional y que sería el primero en no sólo ceder (como lo hizo), sino en promover, un nuevo liderazgo joven, si este apareciera y si las condiciones actuales de la situación del país, así lo permitieran. 

2.- También se afirmaba que Carlos Mesa era débil, indeciso, que no tiene las agallas para enfrentarse al seguro boicot y conspiración del MAS al próximo gobierno, que ya renunció antes y que lo haría de nuevo cuando “las papas quemen”.

Carlos Mesa enfrentó al MAS desde 2005 hasta ahora, casi 20 años, sin abandonar el país, sin temor a las represalias, padeciendo persecución judicial y estando en primera línea de la lucha democrática. 

En 2015, por ejemplo, oponiéndose firmemente a la pretensión de Evo Morales de constitucionalizar su reelección. En aquella oportunidad, es bueno recordarlo, Mesa era el vocero de la causa marítima y tuvo una espectacular y exitosa presentación de argumentos, relativos a nuestro derecho inalienable a un acceso soberano al Océano Pacífico en un programa de televisión chileno. Y pocos días después, en plena plaza Murillo, a unos metros de Evo Morales y García Linera, se opuso contundentemente al referéndum.

En 2018 Carlos Mesa constituyó Comunidad Ciudadana junto al FRI, Sol.bo y cientos de plataformas ciudadanas y se enfrentó al monstruo de poder y recursos que era Evo Morales con el MAS. Con todo en contra, se sostuvo una campaña absolutamente desigual y se logró evitar que, en 2019, Evo Morales se reproduzca en el poder. 

La revolución ciudadana de los 21 días fue posible gracias a la lucha sacrificada y valiente que comandó Carlos Mesa, a partir de octubre de 2018. Si él no hubiera sido candidato y no habría logrado convencer a la ciudadanía democrática de concentrar el voto, no hubiera habido resultado que defender, ni fraude a denunciar y combatir.

La renuncia de 2005 obedeció a la necesidad de evitarle al país muertos y heridos que el MAS estaba completamente dispuesto a sacrificar, con tal de estigmatizar a Carlos Mesa como asesino y genocida. Hoy Bolivia conoce al MAS y sabe de lo que es capaz, sabe de su crueldad y de su abyección. 

3.- Hay quienes sostenían, que, si bien Carlos Mesa cumplió un rol importante en 2019 y 2020, hoy ya no tenía el apoyo ciudadano de entonces y que habían surgido nuevos liderazgos con mayor predicamento que él y que, por consiguiente, tal como él lo solicitó en las anteriores elecciones, ahora debería apoyar al candidato que más opciones tenga de vencer al MAS en 2025.

Carlos Mesa había reiterado en muchas ocasiones, como no podría ser de otra manera, que, si surgiera un candidato o candidata con mayores posibilidades que él para derrotar al MAS, él lo apoyaría sin cortapisas. No esperó a que exista una constancia de aquello y, en un acto de desprendimiento y vocación democrática, decidió dar lugar a otras opciones y convertirse en el articulador de la unidad democrática.

Yo apoyé siempre a Carlos Mesa, no porque creyera que contaba con mayor apoyo ciudadano que otros candidatos para enfrentar al MAS; lo que sostuve (y sostengo) es que, en mi criterio, es el que mejor estaba preparado y tenía las mejores opciones para enfrentar y ganar al MAS, unido o dividido.

Creía que Carlos Mesa conoce como pocos al adversario, que ya lo había enfrentado en las urnas dos veces, una exitosamente y otra no. Tenía la certeza de que había aprendido de los aciertos y de los errores de sus anteriores campañas y pensaba (y pienso) que, además de ser el mejor candidato, es quién se hallaba más apto para gobernar un país que requiere de medidas audaces, inteligentes y creativas, para salir de la catastrófica situación en que nos está dejando el MAS.

Carlos Mesa representaba el centro democrático en el espectro político boliviano. Estaba alejado de los extremos y sus apelaciones programáticas abarcaban, sin discriminaciones ni diferencias, a la mayoría de la población. Era, desde mi punto de vista, lo que necesita Bolivia hoy para resurgir. Ojalá, que en los seis meses que restan para las elecciones, esas banderas sean enarboladas por un candidato o una candidata que dé la talla.  

Me parece que requerimos solvencia, sensatez, honradez y capacidad, no locura y mucho menos, más corrupción y más de lo mismo, con recetas de “derecha”, “izquierda” o populistas, igualmente desfasadas en el tiempo y en el espacio.

Escribo estas líneas, porque considero un deber ciudadano inexcusable, dar a conocer este punto de vista, cuando se escribió y se dijo tanto despropósito y se intentó, de manera poco honesta, descalificar y desechar no sólo una eventual postulación de Carlos Mesa a la presidencia, sino su rol destacadísimo en nuestra historia.

Ahora, mirando al frente, al futuro inmediato y mediato, como creo muchos bolivianos y bolivianas, estamos a la espera de quién vaya a ocupar el enorme vacío político que deja Carlos Mesa, sin su participación como candidato. Valoro y admiro su tesón por construir la unidad de las fuerzas democráticas y su compromiso patriótico en ello, y tengo la esperanza de que de allí surja la alternativa que estamos todos anhelando. 

          



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