Brújula Digital|22|01|25|
Luis González Quintanilla
En Cochabamba, como en todo el mundo, es en los cafés donde se reúne la gente con algún tiempo para comunicarse, montar una tertulia política o literaria, para analizar con rotundidad –y muchas veces con meridiana certeza– diversos temas de la actualidad. Esta gente suele convertir la mesa del café en una suerte de think tank criollo.
Hace poco me encontré con tres destacados cochabambinos que habían urdido, justamente en un café, una declaración sobre un asunto que está rodando en el ambiente político: la unidad de la oposición. Los nombro, ellos son Ramiro Arze, Ramón Daza y Patricio Galindo. Ya habrá espacio para publicar in extenso la declaración que ellos acordaron. Con esas municiones, y otras que encuentro en las noticias y los análisis políticos cotidianos, me propongo también hacer un modesto elogio de la necesidad de lograr la unidad de la oposición.
Empecemos señalando que la unidad responde a un clamor importante, que ha logrado unir a varias personalidades, candidatos de la antigua y la nueva política, en un frente común opositor al régimen que nos gobierna.
Entre los reunidos existe un consenso para actuar tras esta suerte de imperativo nacional y encontrar un mecanismo de consenso para la selección de quién podría liderar la candidatura de unidad en las próximas y cercanas elecciones. Es, asimismo, la voluntad expresada por miles y miles de bolivianos que han encontrado que el régimen actual debe ser urgentemente reemplazado.
También hay coincidencia generalizada entre expertos economistas, politólogos y actores sociales y políticos en que el país ha tocado fondo. Sin embargo, existen ejemplos de que la tozudez del mal gobierno, como de todas las dictaduras, lleva a seguir cavando, porque siempre hay oportunidad de llevar al país más allá del fondo.
Si el diagnóstico es correcto, podemos coincidir en que en Bolivia la frase “hasta sus últimas consecuencias” es un remate del espíritu totalitario de quienes nos gobiernan. Solo los grandes dictadores, en la historia en general, gobiernan hasta sus últimas consecuencias. También los grandes mafiosos. Así como en el grupo de poder, que se ha adueñado del país y milita con entusiasmo en ese engendro que se llama el Socialismo del Siglo XXI, la práctica autocrática y la mafiosa se han unido en el trágico experimento que nos humilla como a conejillos de Indias, desde hace casi dos décadas.
Solo levantan como bandera los partidarios del pensamiento uniformado, del color que sea, el “hasta sus últimas consecuencias”. Pardos como los hitlerianos; negros el fascista italiano; azules, como cuando el franquismo tiñó de ese color la España de su larga dictadura (¡qué coincidencia, los aprendices de reaccionarios que nos gobiernan pretendieron también pintar de color azul toda Bolivia!); o del color rojo de los estalinistas y sus miserables parodias actuales en Venezuela, Cuba y Nicaragua.
La construcción totalitaria puede llevarnos a los bolivianos a días de mayor dolor, de la confrontación más cruenta y a una implosión capaz de hacer trizas la República. Y como en todos los hitos históricos de la Bolivia contemporánea, en la Revolución de 1952, en el logro de la democracia, la estabilidad y la institucionalización del país, el instrumento ha sido la unidad de la nación.
Los que militan en la democracia, sin embargo, no gobiernan hasta sus últimas consecuencias. Lo hacen con los límites que están fijados por la Constitución y las leyes. Son ciudadanos libres que temporalmente trajinan por los caminos del Estado y al servicio de la gente. Rinden cuenta de sus actos. Proceden a la alternancia política cuando toca Y son partidarios de la unidad nacional destinada a construir un proyecto para todos los bolivianos.
Hoy, cuando parece que la agonía del régimen populista nos enfrenta con señales inequívocas de una crisis nacional profunda, la unidad se presenta como palanca para recuperar la democracia que nos ha sido escamoteada, la estabilidad y la institucionalidad que estábamos en camino de alcanzar.
El ensayo de conseguir la unidad y cooperar a la presentación de un candidato único para enfrentar a los autócratas, sin embargo, ha producido en algunos partidos o candidatos, también opositores a denostar tempranamente los acuerdos de unidad que se vienen tejiendo. Algunos hablan de “juntucha”; con patrañas y versos fáciles devalúan la necesidad de que los políticos trabajen en la unidad. Como en 2020, cuando un candidato a quien le pudo más la soberbia que la visión política y su ambición personal para descollar, hundió a la oposición al negarse a dialogar con sus rivales del mismo frente opositor. “La unidad se dará en las urnas” decía su jefe de campaña hasta el último día. Y luego de perder en las últimas elecciones se autoproclamó jefe de la oposición. Triste su experiencia de quedarse en la soledad absoluta y abandonado por casi la totalidad de su brigada parlamentaria.
Hoy, cuando estamos ante el enorme desafío del próximo proceso electoral, da pena y pavor que, a pesar de la experiencia negativa que señalamos, esas aventuras se repitan. Ir por la libre, en resumen, significa fracasar y, sobre todo, poner en peligro la democracia.
¡Qué más esencial de ella que dialogar, acordar, pactar! Ese es el deber de los dirigentes políticos y candidatos. Y, entre ellos, estudiar las formulas racionales para elegir al mejor. A mi juicio –naturalmente controvertible– deberá ser candidato el que señale la senda de la más amplia participación; que tenga experiencia de conducción estatal y en negociaciones internacionales; que no se haya arrojado a los brazos del masismo; que acoja, como lo hizo la virtuosa generación de la lucha democrática, a viejos jóvenes; que no le tiemble la mano para los dolorosos ajustes que habrá que hacer para revertir la corrupción, el abuso y la inmoralidad que campea hasta hoy; que levante sin complejos un programa nítido a favor de los sectores más vulnerables; y que haya, finalmente, dejado atrás las pequeñas sectas de los extremismos de uno u otro lado.
Adivina, adivinador y querido lector, ¿quién cabe mejor en este perfil?