ABI
Brújula Digital|15|10|24|
Hernán Cabrera M.
Respecto a las próximas elecciones generales en Bolivia y como llenarlas de honestidad, eficiencia, transparencia e integridad:
La carrera electoral rumbo a los comicios generales del 2025 ya empezó en el Estado Plurinacional y se viene con todo. Tremenda tarea que tendrá el Tribunal Supremo Electoral y el periodismo para evitar lo que hoy estamos observando en el accionar de los políticos, tanto del oficialismo como de la oposición.
Por una parte, el MAS inserto y emborrachado en una guerra sucia, mortal y de muy bajo nivel, con acusaciones de ida y vuelta, centradas en las denuncias de violaciones, estupro, pedofilia, abusos sexuales entre los candidatos del propio MAS: Luis Arce vs Evo Morales, ambos recurriendo a las armas más innobles de la lucha por el poder.
Por el otro lado, la oposición bastante dispersa, diversa, que camina bajo la cantaleta de la unidad para enfrentar al enemigo, pero esa unidad debe basarse “en mi programa, en mi candidatura”, además del desprecio que entre ellos están mostrando públicamente, con descalificaciones de “ser funcionales al gobierno o tener prebendas del MAS”.
Pero hay algo que no hemos escuchado de la diversidad de candidatos de la oposición, ni siquiera lo han planteado y debería ser la base fundamental del ejercicio de la política, como derecho humano que tenemos de elegir y ser elegidos, de ocupar un cargo importante vía la votación popular.
Peor aún no la hemos escuchado en las instancias del partido en función de gobierno, el MAS y es la palabra decencia en la gestión política del poder. Refundar el ejercicio de la política en Bolivia, como pilar para recuperar la confianza, la credibilidad para luego irradiar los valores de honestidad, eficiencia, transparencia, integridad y sobre todo la ética.
El ejercicio de la política se ha banalizado, corrompido y se convirtió en un botín para repartir regalos, pegas, prebendas para los amigos; palos y justicia para los enemigos u opositores. A la vez, este escenario es una oportunidad para generar cambios profundos en la premisa de refundar la política, como gestión y proyecto de poder.
Mario Bunge, filósofo argentino, en su libro ‘Filosofía política’, nos da algunas pautas de esta refundación de la política y de dotarle de decencia a la gestión del poder: “La democracia no es sólo el mejor medio para distribuir y controlar el poder; también es el objetivo que se debe conseguir por medio de la participación ciudadana. La justicia social es una meta para todos aquellos que deseen utilizarla como medio para mejorar las posibilidades de disfrutar la vida de todo el mundo. Y así sucesivamente”.
¿Por qué estas reflexiones sobre política de alguien que no es experto o no es politólogo? Porque hoy en Bolivia la política ha dejado de ser un asunto solo de los políticos, es una necesidad que nos nació a todos y que nos ha ido sacando de nuestra comodidad, de la apatía y la indiferencia. La política y su ejercicio es un derecho de todos y todas, porque somos ciudadanos de la democracia y como tales, no solo nuestra participación en la política es cada cinco años, utilizando cinco minutos en un cuarto semioscuro para depositar el voto. La política fluye por nuestras venas desde que nos despertamos, a lo largo del día, en las interacciones con los demás. Hablamos del gobierno, la oposición en las reuniones familiares, sociales, en el trabajo, en las canchas. La política nos trasciende y nos proyecta como seres sociales, con sed y hambre de ver grandes cambios.
“¿Por qué la política? Porque no somos ni santos ni simples consumidores, porque somos ciudadanos, porque debemos serlo, y para que podamos seguir siéndolo”, nos interpelaba André Comte-Sponville en su libro ‘Invitación a la filosofía’.
En Bolivia, la clase política debería dividirse en dos grandes proporciones: el grupo de los políticos decentes y el grupo de los políticos indecentes. Ambos niveles los encontramos en los países de la región, pero que ahora es cuando, así como decía la propaganda del MAS, para transformar radicalmente, así que, rumbo a las elecciones de agosto de 2025, deben ir definiéndose los indecentes vs decentes, aunque algunos dirán eso es relativo y muy subjetivo.
El escritor mexicano, Carlos Fuentes, en sus memorias nos recuerda: “La política fue como mi segundo líquido amniótico; crecí nadando en ella…lo mejor y lo peor de la polis desfilaron ante mi mirada. Lo mejor fue tener desde muy pronto un concepto constructivo y aristotélico del quehacer político: la política como costumbre virtuosa, receptiva de los datos de la cultura, la tradición, el respeto del individuo y el vigor de la colectividad”.
Más allá de las promesas electorales de los candidatos a granel que están centradas en la economía y cómo administrar la crisis económica, la refundación del ejercicio política es un asunto pendiente, porque el que llegue al poder tal como está ahora la política, pues no podrá avanzar casi nada, porque cada sector o grupo social que apoyó querrá sacar tajadas en cuotas de pegas, cargos ministeriales o de lo contrario, sino adquieren lo que ambicionan, amenazarán con medidas radicales “hasta las últimas consecuencias”.
Precisamente por este elemento central y porque actualmente nos desenvolvemos en un escenario corrupto, hediendo y banal en las instancias gubernamentales, legislativas, judiciales, municipales, gobernaciones es que el primer paso debe ser encarar la refundación del ejercicio de la política para una gestión decente del poder en todos sus niveles y decisiones.
Precisamente, el filósofo inglés y Premio Nobel de la Paz, Bertrand Russell, nos ilumina con esta reflexión el camino para esa refundación y para la decencia en el ejercicio del poder político: “Unido con sus semejantes por el más fuerte de todos los vínculos, el de un destino común, el hombre libre encuentra que siempre lo acompaña una nueva visión que proyecta sobre toda tarea cotidiana la luz del amor. La vida del hombre es una larga marcha a través de la noche, rodeado de enemigos invisibles, torturado por el cansancio y el dolor, hacia una meta que pocos pueden esperar alcanzar, y donde nadie puede detenerse mucho tiempo”.
¡Qué mejor homenaje a la democracia en sus 42 años de vigencia firme e ininterrumpida transitar por la refundación del ejercicio del poder político!
Hernán Cabrera M. es periodista.