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Política | 04/06/2020   07:07

Amalia Pando: ¡Elecciones para septiembre! El MAS se quedó sin dinamita

Era evidente que para frenar los atentados del MAS había que dar una respuesta política y Salvador Romero la dio, algo tarde, pero la dio: hay una nueva fecha para las elecciones.

Salvador Romero (centro) y representantes de frentes políticos.
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Amalia Pando / Cabildeo Digital

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El presidente del Tribunal Electoral, Salvador Romero, finalmente le puso fecha a las próximas elecciones, que se realizarán el 6 de septiembre, y de ese modo se le acabó la dinamita al MAS. 

Una fecha acordada en consenso con los partidos en carrera electoral, procedimiento que contrasta con los anteriores tribunales que solo cumplían la voluntad del Jefazo. 

Romero no apeló ni se rasgó las vestiduras cuando Eva Copa promulgó la ley de elecciones en 90 días, para el 2 de agosto, iniciativa legislativa que estuvo acompañada por una ofensiva terrorista en las calles.

Evo Morales y sus candidatos promovieron ataques al personal de salud, a los buses que los trasladaban, a varias ambulancias, al hospital de Caranavi e inclusive realizaron un atentado dinamitero sobre la carretera Oruro-Cochabamba. Pero aún más grave fue la sistemática campaña para romper la cuarentena y desoír las advertencias sobre las consecuencias del coronavirus, a tal extremo que el MAS organizó marchas, bloqueos y concentraciones en varios puntos del país. 

Es responsable directo de los contagios y muertes en masa en el Beni, departamento que no había registrado ni un solo caso hasta que a principios de abril, el MAS organizó marchas contra la cuarentena en Trinidad, Riberalta y Guayaramerín. El 20 de ese mes, Beni comenzó a padecer el azote de la pandemia hasta tener el segundo mayor número de casos y muertos.

Era evidente que para frenar los atentados del MAS había que dar una respuesta política y Salvador Romero la dio, algo tarde, pero la dio: hay una nueva fecha para las elecciones.

Una mujer que se niega a usar barbijo dentro de un minibús de El Alto argumenta que el coronavirus no existe y asegura que los muertos son invento del gobierno, que paga 3.000 bolivianos a los familiares de un finado cualquiera para que digan que la causa del deceso fue COVID-19.

Inclusive personas diagnosticadas positivamente continúan en las calles porque su dirigente vecinal los ha convencido de la inexistencia de la enfermedad. Posiblemente este daño directo contra la vida de sus propios seguidores y contra la población en general sea el cargo penal de mayor gravedad que Morales deba enfrentar, peor que los atentados de octubre y noviembre del año pasado o los 60 megacasos de corrupción cometidos en los 14 años que duró su régimen.

Pasamos los 10.000 casos

Repito una pregunta que lanzó un periodista sobre ¿qué pasó en Perú?, un país que pareció hacer todo bien, pero le salió todo mal. El gobierno de Jeanine Añez también reaccionó con celeridad. Días después de la aparición de los primeros 27 casos decretó la cuarentena y el pago rápido y ordenado de los bonos a más de cuatro millones de personas. Y sin embargo estamos viviendo el avance acelerado del coronavirus. Junio se inauguró con 10.531 casos y 343 víctimas fatales.

¿Qué pasó? Una parte importante de la población se reveló al gobierno, siguiendo las instrucciones del MAS y también por la precariedad de vivir al día, realidad que no permite tener posibilidades ni ganas de cumplir las restricciones de una prolongada cuarentena. 

A esto se suman varios errores en la conducción de esta guerra. El gobierno no logró concentrar una sola comandancia ni siquiera con la intervención de los SEDES, disposición que al final quedó en nada, tanto es así que el doctor Luis Larrea, máximo dirigente del Colegio Médico de La Paz, quedó en el aire porque se había anunciado su posesión al mando del SEDES o como viceministro. Nada de ello ocurrió.

En tres meses de pandemia el gobierno tuvo tres ministros de salud, hecho que refleja que fue dando tumbos. Priorizó el cumplimiento de la pandemia, pero no utilizó ese valioso tiempo para contener la expansión del virus, cuando todavía se podía, con el uso masivo de test para ubicar y encapsular a los contactos de los primeros 27 pacientes.

Aún peor fue la disposición ministerial para rechazar la atención de los pacientes “sospechosos” en los hospitales “centinelas”, lo que llevó a que los “sospechosos” deambulen contagiando por un lado y otro en busca de ayuda. 

Así mismo, algunas autoridades de salud, como el director del SEDES Santa Cruz, menospreciaron el impacto expansivo y letal del virus, cuando calificaron de exagerados a los médicos que exigían bioseguridad y afirmaban que con un barbijo bastaba. El virus les respondió contagiando, no una, sino dos veces, al secretario de salud de la Gobernación de Santa Cruz, Óscar Urenda.

Por otro lado, tardaron en resolver y coordinar asuntos básicos del descalabrado y disperso sistema de salud. Lanzaron salvavidas cuando ya el agua estaba en el cuello, como en Beni. 

Y para rematar, se tiraron cinco millones de dólares en respiradores con sobreprecio y que no funcionan. Más de 2,3 millones de dólares desembolsados y 2,3 millones congelados, habiendo dejado un saldo de pacientes sin respiradores, un exministro de Salud preso, la evidencia de que la mafia del MAS sigue operando en este gobierno y un halo de desconfianza política que empujó a ponerle fecha a las próximas elecciones a pesar del impacto y expansión de la enfermedad.

Al mal tiempo buena cara

La pandemia seguirá en aumento y los estudiosos en esta materia creen que el pico más alto de contagios llegará en septiembre. Si las decisiones estuvieran en manos de los científicos no debería levantarse la cuarentena y ni pensar en elecciones. Sin embargo, hay urgencias de todo tipo que llevan al país a tomar un riesgo enorme. Se ha levantado parcialmente la cuarentena para que la mayoría de los trabajadores y empresarios puedan subsistir y se ha fijado una fecha de elecciones para evitar una revuelta como la de Estados Unidos y porque necesitamos un gobierno electo que tome las necesarias decisiones de fondo. 

Ya sabemos que aquellos que se queden en casa o normalicen sus actividades cumpliendo todas las recomendaciones, tienen mayor posibilidad se salir ilesos de esta guerra. La buena noticia, y espero no equivocarme, es la experiencia y viraje que ha dado la nueva ministra de Salud, María Elsy Roca, quién en el Beni empezó a buscar a los enfermos casa por casa y abrió los hospitales para sanar a todos, así tengan o no un test. Confiamos en que la receta se aplique en todo el país.





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