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Panorama | 14/08/2025   19:42

Tu cuerpo no está fallando: así sabotea el estrés tus hormonas, tu peso y hasta tu deseo sexual, sin que lo sepas

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Panorama|14|08|25|

No siempre se trata de falta de voluntad, de “echarle ganas” o de hacerse un chequeo rápido. Muchas veces, lo que parece cansancio o tristeza pasajera es, en realidad, un desequilibrio hormonal causado por el estrés crónico. Lo que ocurre adentro del cuerpo tiene más peso del que imaginamos, y cada vez más mujeres lo están experimentando sin saberlo.

Andrea (pseudonimo), de 28 años, trabaja tiempo completo, estudia por las noches y en sus pocas horas libres en casa ayuda a su madre con el cuidado de sus hermanos menores. “Un día empecé a engordar sin razón. Luego noté que mi piel se llenaba de granitos y, aunque dormía, me sentía agotada”, cuenta. Después de meses de incertidumbre, un endocrinólogo le explicó que sus niveles de cortisol estaban constantemente elevados, y eso había comenzado a desajustar otras hormonas clave.

El cortisol es la hormona que el cuerpo libera cuando está bajo estrés. A corto plazo, es útil: nos ayuda a reaccionar ante peligros. Pero cuando se mantiene alto por días, semanas o incluso meses, como suele ocurrir en situaciones de sobrecarga laboral, problemas familiares, ansiedad constante o falta de descanso,, su impacto se vuelve negativo.

“Cuando el cortisol está elevado, el cuerpo pide más azúcar, más grasa y más sal. Y si a eso le sumamos falta de sueño y ansiedad, se genera un círculo vicioso que desbalancea el sistema endocrino”, explica Carlos Morón, director de DKT Internacional.

Uno de los primeros sistemas que se ve afectado es el metabolismo de la insulina. Con más cortisol, el cuerpo empieza a volverse más resistente a la hormona de la insulina, dificultando el manejo del azúcar en sangre y provocando una tendencia al aumento de peso, fatiga extrema e incluso prediabetes.

Otra víctima es la tiroides, una glándula fundamental para el equilibrio energético y emocional. Cuando el cortisol está descontrolado, la tiroides se ralentiza, lo que puede causar piel seca, caída del cabello, intolerancia al frío, depresión y lentitud mental. Esto le ocurrió a Paola (36), quien durante meses pensó que tenía “agotamiento por maternidad”, cuando en realidad su tiroides funcionaba a media máquina por estrés acumulado.

Otro golpe directo llega también a las hormonas sexuales: al estrógeno, a la progesterona y a la testosterona. Estos desajustes pueden generar menstruaciones irregulares, síndrome premenstrual más severo, disminución del deseo sexual, cambios de humor e incluso acné hormonal.

Frente a este escenario, hay tratamientos médicos que pueden ayudar a restaurar el equilibrio. En muchos casos, los especialistas recomiendan el uso de anticonceptivos hormonales con combinaciones específicas de estrógeno y progestina, no solo como método anticonceptivo, sino como regulador hormonal.

Cuando se prescriben de manera adecuada, estas pastillas pueden ayudar a regular los ciclos menstruales, mejorar el estado de ánimo, disminuir el acné hormonal, reducir los síntomas premenstruales y recuperar la líbido. Para mujeres como Andrea o Paola, la diferencia fue significativa: “Sentí que mi cuerpo volvía a estar alineado con lo que yo necesitaba”, dice una de ellas.

El estrés no solo pesa en la mente, también altera silenciosamente el cuerpo. Atender los síntomas, consultar con profesionales y considerar un enfoque hormonal adecuado puede ser la clave para recuperar la energía, el bienestar y la conexión con una misma.





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