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Vuelta | 19/03/2019

Una campaña apática

Hernán Terrazas E.
Hernán Terrazas E.
Se estancó la campaña electoral y ni los números de los candidatos se mueven. Los primeros, Carlos Mesa y Evo Morales, siguen empatados, hay un tercero –Oscar Ortiz–que repunta lo suficiente como para convertirse en un problema para el expresidente y en una ayuda no deseada para el actual, pero tampoco para transformarse en una amenaza.
Lo peor es que la gente ha comenzado a tomar distancia del proceso. La apatía supera al entusiasmo y los gritos de “Bolivia dijo No” se han convertido en un eco lejano.

¿Qué pasa? Es posible explicar la apatía porque falta mucho tiempo para las elecciones y es lógico que la gente no esté hablando todo el tiempo del tema.

Pero también pueden buscarse las razones en una bien calculada estrategia oficial que apuesta por adormecer el debate y priorizar la gestión, lo cual no es sino una manera de dejar fuera de escenario a los contenedores, aunque de todas maneras esté en campaña las 24 horas diarias.

El principal candidato de oposición, Carlos Mesa, ha caído en la trampa. No habla mucho y cuando lo hace, evita los temas más importantes. No debate ni confronta con el adversario principal ni aprovecha sus viajes por diferentes regiones del país para plantear alguna propuesta que pueda alimentar la controversia y devolverle la visibilidad.

Los principales actos públicos del expresidente no ayudan a fortalecer su imagen de candidato. A lo sumo sirven para ratificar lo que ya se sabe de él: que es un intelectual, formado en el seno de una familia de respetables historiadores que aportaron mucho al país.

En esas condiciones, la oposición no ha dejado de ser un estado de ánimo –entusiasmo ayer, apatía hoy– salpicado por anécdotas como aquella propuesta de armar a las mujeres para que se defiendan, iniciativa que a lo sumo resultó buena para los memes, absurda para resolver el problema al que hace referencia y demoledora para el desportillado prestigio del candidato que la sostiene.

Pero además el gobierno ha colocado el escándalo en el centro de la campaña... Las acusaciones contra funcionarios del municipio de La Paz apuntan contra el alcalde, pero para golpear a Mesa.

Lo de Tersa puede ser un montaje, pero en este tipo de acciones importa más crear la sospecha, que demostrar la verdad.

Haga lo que haga la Alcaldía, así demuestre una y otra vez con papeles en la mano la inocencia de sus actores, la culpa seguirá sobre la cabeza de los “presuntos implicados” como una espada de Damocles.

Y hacia adelante, podría ocurrir lo mismo en otros escenarios, con nuevos protagonistas, pero con el mismo fin: mantener distraído al adversario y, de paso, evitar que el tema de corrupción sea sólo un bulto para el gobierno.

Mientras haya corruptos de los dos bandos, la corrupción ya no será parte del debate electoral y los candidatos del oficialismo respirarán más tranquilos.

Desde el gobierno, hay que admitirlo, las cosas se hacen mejor. El Presidente en lo suyo, más preocupado de su gestión que de los enemigos, y sus colaboradores convertidos repentinamente en los "buenos" de la película que ajustan cuentas un día con policías, al día siguiente con funcionarios de nivel medio para mostrar que a los corruptos se los denuncia y castiga, pero no se los encubre. No todos lo creen, pero con que algunos caigan, basta.

Unos cuantos sacrificados en el camino no representan un problema muy grande en el MAS. Son los “mártires” internos, que expían las culpas de una gestión embarrada en casi todos los frentes.

Así estamos en los primeros meses de una campaña que ha ido perdiendo fuerza, un escenario que conviene más al gobierno que a la oposición.

Hernán Terrazas es periodista.



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