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11/08/2020

Transiciones de Chile y Bolivia, la historia que podría no repetirse

Jared Diamond, el conocido autor estadounidense de literatura científica, en su último libro, “Crisis - ¿Cómo reaccionan los países en los momentos decisivos?”, hace un análisis un tanto inquietante para los bolivianos en estos momentos indudablemente críticos.

Entre los países que estudia, analiza uno de los momentos más sensible de la historia de Chile, la transición de la dictadura del gobierno de Pinochet a la democracia. Diamond describe cómo Chile resolvió un momento crítico que garantizo tres décadas de estabilidad política e institucional. Bolivia, en circunstancias semejantes, tal vez podría no resolver exitosamente este momento de alta emergencia en su historia.

Por supuesto que hay un mundo de diferencias entre el proceso de Chile y el de Bolivia, y está fuera de toda intención hacer comparaciones imposibles entre un gobierno que salió de un golpe de Estado (Pinochet en Chile) y otro que emergió de las urnas (el MAS en Bolivia), pero ciertamente hay incómodas y preocupantes coincidencias entre ambos procesos.

Veamos que pasó en Chile. El autor indica que Pinochet, por diferentes razones, (desgaste de la dictadura, presión política internacional, descontento creciente de la población, etc.) convocó a un referéndum en 1988 para prolongar su mandato, pero fue superado por sus oponentes. El No ganó con el 58% y el Sí obtuvo el 42%.  Diamond señala: “Con la victoria del No, los opositores a Pinochet tuvieron al fin la oportunidad de volver al poder en las elecciones presidenciales que debían celebrarse en 1990. Sin embargo, los partidarios de la campaña del No eran 17 grupos diferentes, con 17 visiones distintas de cómo debía ser el Chile posterior a Pinochet.

Chile se enfrentaba a esta disyuntiva: “¿reanudarían los chilenos sus locuras intransigentes, de falta de negociación, que se habían cobrado las vidas de tantos compatriotas y el Gobierno democrático del país?”. El No había ganado, pero si la oposición no se unía, un candidato que representara al legado de Pinochet, vencería los comicios que debían realizarse un año después.

La respuesta de la oposición antiautoritaria era apremiante, considerando que Pinochet tenía aún importantes apoyos entre los militares, el empresariado y la clase alta chilena. Esto obligó a los frentes de oposición a Pinochet a construir la propuesta concertada denominada “Un Chile para todos los chilenos”, en la cual “los partidos de izquierda y de centro se aliaron en una coalición electoral denominada Concertación. La izquierda acordó que, si la coalición ganaba las elecciones de 1990 (como así fue), permitiría una alternancia en la presidencia entre un candidato izquierdista y uno centrista, y que los democratacristianos fueran los primeros en ocupar el puesto. La izquierda aceptó esas condiciones porque era muy consciente de que aquella era la única forma en la que podría regresar al poder. De hecho, la Concertación ganó las primeras cuatro elecciones que se celebraron después de Pinochet, en 1990, 1993, 2000 y 2006”.

Las similitudes, como decíamos antes, son evidentes e inquietantes. Aun cuando los partidos en oposición al MAS con mayores opciones no se definen como de izquierda, sino más bien de centro, la transición en Bolivia refleja similares desafíos, e incluso aún mayores por la emergencia sanitaria en nuestro país y las catastróficas consecuencias económicas que seguramente se desprenderán pasada esta emergencia.

En Chile, en un momento crítico, los grupos de oposición al autoritarismo cooperaron y le dieron a su país  estabilidad y prosperidad que dura hasta ahora, en cambio en Bolivia, los partidos políticos que hacen oposición al autoritarismo del MAS, todavía no cooperan y queda claro que si no lo hacen en el tiempo que queda hasta la verificaciones de las siguiente elecciones nacionales, es más que probable que posibiliten que nuestro país se hunda  en una inestabilidad indefinida y altamente destructiva.

Gary Villaume Carranza es politólogo.



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