El modelo cruceño, basado en el compromiso colectivo con los valores de la libertad, la propiedad y la iniciativa privada, la producción y las exportaciones, la integración con el mundo y la búsqueda de la modernidad, es la base de nuestro progreso y nos debe seguir guiando en el camino hacía el desarrollo, enfrentando los desafíos que nos plantea, por un lado, un estado anclado en ideologías fracasadas y, por otro lado, un mundo que avanza vertiginosamente hacia la digitalización de la sociedad y la economía.
Ese modelo cruceño, basado en valores universales como el espíritu emprendedor, la apertura a las migraciones que se integran a esa comunidad y cultura productiva y en al anhelo permanente de mirar y aprender del desarrollo de los otros países, es lo que nos mueve y ha permitido generar oportunidades para cientos de miles de nuevas familias buscan y encuentran bienestar y prosperidad en este departamento.
Algunos cuestionan que ese modelo no existe puesto que la producción, la vocación exportadora y una cultura que valora el emprendimiento son características de todas las naciones desarrolladas. Ahí radica el fondo de la cuestión y la respuesta a los problemas que enfrenta Santa Cruz y también Bolivia que, en pleno siglo XXI, continúa profundizando su atraso con relación a sus países vecinos.
En mi opinión, Santa Cruz sí cuenta con un modelo de desarrollo porque en un país marcado por el estatismo, el abandono del Estado dio lugar a una mentalidad de buscar soluciones privadas a los problemas públicos, vía por la cual se solucionaron las carencias de los principales servicios públicos, e incluso se promovió la creación de ferias, bancos y universidades privadas.
A partir de ese espíritu basado en la iniciativa privada, surgió una cultura productiva que permitió generar un modelo de desarrollo basado en miles de productores y emprendedores. En realidad, ellos son la base del modelo cruceño. La discusión sobre si el desarrollo cruceño se debe a la inversión de la Corporación Boliviana de Fomento en el Ingenio Guabirá o a la inversión estatal en la construcción de la carretera Cochabamba – Santa Cruz es un debate falso que solo busca ocultar el fracaso del centralismo estatista que mantiene pobre a un país rico.
Dos ejemplos sustentan esta información. Durante los gobiernos de Evo Morales, el gobierno nacional invirtió en empresas estatales localizadas en el Chapare miles de millones de dólares, sin embargo, no hay atisbos de la creación de un polo de desarrollo sino elefantes blancos cuyo costo deberán pagar las futuras generaciones. En San Buenaventura se construyó un ingenio azucarero, con el doble del costo y la mitad de la capacidad de producción de sus pares privados. Sólo funciona pocos días al año y tampoco ha desarrollado nuevas áreas de producción. No hay polo de desarrollo sin productores y emprendedores.
Vuelvo a mi punto, la base del desarrollo, y del modelo, es la cultura que caracteriza a una sociedad. En Santa Cruz hay bolivianos de todas partes y en Bolivia, en todas partes hay bolivianos que luchan todos los días por prosperar, y lo logran. Incluso en el exterior hay más de tres millones de compatriotas que trabajan duro y progresan como no lo hubieran logrado en nuestro propio país.
El problema no es la gente sino la cultura predominante. En Bolivia, a lo largo de nuestra historia nos han enseñado que somos ricos porque tenemos muchos recursos naturales que explotar y que todos tenemos derecho a vivir de ellos. Esa es la cultura rentista de la elite política/intelectual (más de lo primero que de lo segundo) que nos ha gobernado y así se ha educado al pueblo llevándonos a ya casi dos siglos de fracaso nacional en la búsqueda del desarrollo.
Conclusión, la base del modelo cruceño es la cultura productiva, emprendedora y exportadora. Eso es lo que ha marcado la diferencia y constituye la base de su progreso, eso es lo que atrae cada año alrededor de cien mil bolivianos que buscan y logran la prosperidad que no encuentran en otras partes por culpa de un estado marcado por la mentalidad centralista, estatista y rentista.
Oscar Ortiz Antelo ha sido presidente del Senado y ministro de economía.