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02/05/2020

Panorama internacional de la postergación de elecciones

¿Cómo impactó el COVID-19 en 98 procesos electorales de diversos países del mundo? IDEA Internacional ha realizado un detallado registro al respecto, allí puede advertirse dos tendencias: primero, proseguir con los comicios, 27 países decidieron celebrar elecciones y referéndums en fechas inicialmente planificadas; y segundo71 países postergaron elecciones generales, municipales y referéndums. Esto revela que la mayoría de los países a fin de evitar masivos contagios del coronavirus asumieron la racional decisión de posponer las elecciones.  

Entre los países que continuaron con los comicios, 22 elecciones se llevaron a cabo entre febrero y marzo (meses con menor letalidad) y solo cinco comicios se realizaron en el mes de abril (mes con mayor letalidad). En cuanto a quienes pospusieron, la mayoría de países aún no fijó fecha para las elecciones. En Sudamérica, solo tres países definieron fechas para los comicios: en Chile, el referéndum constitucional previsto para el 26 de abril se postergó para el 25 de octubre de 2020; en Paraguay, las elecciones primarias programadas para el 12 de julio y las elecciones locales planificadas para el 8 de noviembre se trasladaron a 2021; en Bolivia, en lugar de coherentes y convincentes argumentos predominó la potencia insensata de los dos tercios del MAS en la Asamblea Legislativa, que pospuso las elecciones solo por tres meses, es decir, los comicios previstos para el 3 de mayo deberán celebrarse como máximo el 2 de agosto.

Un análisis comparativo entre estos tres países, respecto del impacto del COVID-19, nos permitirá deducir que la prórroga de las elecciones en nuestro país debe extenderse por un tiempo mayor. La fuente para realizar este parangón es la información que brinda la Universidad Johns Hopkins. Entre aquellas naciones, nuestro país ha realizado el menor número de pruebas del COVID-19: Bolivia tiene solo 460 pruebas por cada millón de habitantes, Paraguay ha realizado 1.087 y Chile ha efectuado 7.105. Esto evidencia que nuestra capacidad médica es limitada, sobre todo respecto del chileno, aún no contamos con la cantidad suficiente de test ARN, test inmunológicos y test rápidos; aplicar estos test a la mayor cantidad de personas es importante, posibilita identificar el real número de infectados.

Otro dato que debe considerarse es la cifra de infectados por el COVID-19: Bolivia ha registrado 96 contagiados por millón de personas, Paraguay 35 infectados y Chile 763 enfermos. Según estos datos, nuestro país consigna una cantidad aceptable de contagiados; esto es aparente, sin duda, si eleváramos el número de pruebas (como debería ser) es probable que la cifra de infectados se incrementaría notablemente y obtendría un resultado más objetivo. Así, aquel dato nuestro resulta tramposo, nos muestra una irrealidad, en cambio, el número de infectados en Chile es más objetivo.  

También debe considerarse el índice de recuperados en comparación con los infectados: Bolivia recupera solo a 10,5% de infectados, Paraguay remedia a 44,6% enfermos y Chile alivia a 53,5% de contagiados. Esto revela, a diferencia de Paraguay y Chile, la dramática situación de nuestro sistema de salud, nuestros médicos carecen de equipamientos e insumos necesarios para cumplir adecuadamente la función de recuperar a nuestros infectados. Quizá, esta luctuosa situación sea el infame legado de 14 años de absoluto desamparo e insensible abandono de la salud.

Por último, conviene observar la relación entre fallecidos e infectados: en Bolivia perecen 5,3% del total de contagiados, en Paraguay mueren 3,6% y en Chile 1,4%. Este hecho evidencia que somos la nación con el mayor índice de fallecidos en relación principalmente con Chile. Esto también desenmascara la pobreza de la salud heredada por el MAS a la presidenta Añez.

Ahora, vinculemos toda aquella situación con la decisión de postergar las elecciones en cada país. El eficiente sistema de salud de Chile hace que este país encare en mejores condiciones el COVID-19: bajo número de fallecidos, elevada recuperación de infectados, conocimiento preciso del número de contagiados y una considerable proporción de pruebas. No obstante esta optima situación, su clase política prioriza la salud de sus conciudadanos antes que la temática electoral: postergaron por seis meses el referéndum constitucional: eso es prudencia.

Paraguay, con un sistema de salud casi tan pobre como el nuestro, está afrontando la batalla contra la pandemia mejor que nosotros. Los políticos paraguayos, conscientes de sus enormes limitaciones en el área de salud y empeñados en proteger a su población, asumieron la responsable decisión de posponer las elecciones primarias y las locales hasta el siguiente año: eso es sensatez.

Bolivia, con el miserable sistema de salud heredado, enfrenta en pésimas condiciones la pandemia del COVID-19: elevada cantidad de muertes, baja recuperación de infectados, irreal número de contagiados y una suma irrisoria de pruebas. No obstante, esta aciaga situación, nuestros políticos (sobre todo los irreflexivos parlamentarios masistas) sólo postergaron las elecciones generales por tres meses, anteponiendo sus enigmáticos intereses políticos y exponiendo a la población boliviana a una infección masiva y, seguramente, con consecuencias fatales: eso es necedad.

A manera de conclusión: lo razonable es posponer los comicios para el próximo año (si persistimos con nuestro débil sistema de salud, como Paraguay) o por lo menos debe postergarse seis meses (si optimizamos nuestro sistema de salud, como Chile). Si hablando los políticos se empeñan en no modificar, probablemente a golpes lo haga la pandemia.

Eduardo Leaño Román es sociólogo y docente universitario.



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