En varios momentos de los 198 años de la independencia de Bolivia hemos ido inventando historias para impedir que los “creyentes” vean la realidad de las cosas. Estos mitos proporcionaron categorías mentales que moldearon la mente de los bolivianos y limitaron sus expectativas respecto al presente y al futuro. No solo eso, dieron significado a la vida política de la gente y construyeron una especie de mapa mental para que se ubique en el tiempo y espacio.
En su afán de acceder al poder, los partidos políticos movieron cada vez que pudieron y quisieron los rescoldos que dejaban los mitos en la cabeza de la gente. Con el viento del momento histórico avivaban las brasas y atizaban la imaginación del “pueblo” en la dirección que querían. Los mitos pueden ser positivos si aportan al crecimiento de los pueblos, pero son negativos cuando encadenan el intelecto humano.
Por ello, los bolivianos debemos superar al menos tres mitos negativos hasta el Bicentenario:
1.- Somos pobres por culpa del Imperio (o de otros). Este cuento sirvió y sirve para eximir de su responsabilidad a las élites que tomaron las riendas del país en diferentes momentos y cometieron errores o asumieron acciones dolosas que condujeron a los bolivianos al subdesarrollo.
También fue/es una forma de redención del mismo pueblo que eligió a gobernantes limitados y sin estatura de estadista; gobernantes que privilegiaron los intereses de su grupo y fueron gobernados por sus ambiciones de poder y la hibris.
Es preciso recordar que a lo largo de su crecimiento los imperios invadieron y tomaron riquezas de los pueblos sometidos. Obvio, toda conquista trae un dolor inevitable. Pero el eterno sufrimiento es evitable. Por eso, muchos pueblos se levantaron y volvieron a ser grandes.
Estados Unidos y los aliados aplastaron a Japón y Alemania en la Segunda Guerra Mundial, pero estos países no se estancaron sufriendo; por el contrario, se levantaron y crecieron de nuevo. ¿Por qué no los bolivianos? Mientras siga este mito, una parte de la gente seguirá creyendo que los responsables de la pobreza del país son otros y no los gobernantes, la corrupción cometida por éstos, y el mismo pueblo que creyó en demagogos.
2.- El pasado precolombino era mejor. Este mito tiene como objetivo renegar de la colonización española, del nacimiento y existencia de la República de Bolivia. Su objetivo es invitar a la gente “creyente” a vivir mirando el pasado. La historia de los pueblos está llena de luchas, de invasiones, de atropellos contra otras culturas. Tanto el Imperio Macedonio, el Romano, el Inca o el Azteca cometieron casi los mismos abusos con los pueblos derrotados.
Hay que estudiar el pasado, revisar la historia, no para quedarse en el pasado o empecinarse en cambiar lo que ya pasó porque es imposible, sino para construir el presente y proyectar el futuro. Para ello, es necesario explicarse las causas y los hechos del pasado hasta respondernos por qué somos lo que somos en el presente.
El pasado trajo cosas negativas como positivas. Siglos después, concluimos que los quechuas no habríamos sido los quechuas sin el contacto con España y los otros pueblos.
3. Somos ricos porque tenemos recursos naturales. Este cuento es muy reproducido en las escuelas, en los colegios, las universidades y otros centros de formación, y tiene como fin ubicar al país como objetivo de las potencias extranjeras que ambicionan nuestra riqueza.
Si por tener recursos naturales un país es rico, ¿por qué Bolivia sigue siendo pobre? Porque la riqueza no está en los recursos naturales, sino en los conocimientos para transformar esos recursos naturales en objetos con valor agregado o en cosas útiles como una batería.
Recientemente, el gobierno de Luis Arce informó que las reservas de litio de Bolivia ascienden a 23 millones de toneladas métricas, y que somos la primera reserva mundial de litio. Buena noticia. La mala noticia, no conocemos la ciencia para transformar esa cantidad de litio en baterías. Por ello, el Estado Plurinacional firmó un convenio con una empresa china y otra rusa. Como hace décadas, Bolivia pondrá otra vez la materia prima y dos imperios, la ciencia.
¿Cómo se logra el conocimiento? Invirtiendo bastante dinero en educación y en profesores de escuela y universidades en lugar de destinar recursos públicos al adoctrinamiento para reproducir mitos, a la propaganda para reproducirse en el poder o a elefantes blancos.
A dos años del Bicentenario de la Independencia de Bolivia, es necesario superar estos tres mitos y otros que han encadenado la creatividad boliviana al pasado, a la superstición, y han bloqueado las iniciativas históricas orientadas a romper estos moldes de pensamiento y a generar una revolución mental en los bolivianos. Sí, el país no necesita revoluciones verbales, sino mentales. Sería un buen regalo para Bolivia.
Andrés Gómez es periodista y abogado.