Fitch rebajó la expectativa económica del país de “estable” a “negativa”. Y es que en el camino hacia el 2020 se cruzan unas elecciones de difícil pronóstico. Una victoria de Evo Morales podría asegurar “continuidad” en términos políticos, pero poco se sabe de las habilidades de gestión económica de un gobierno que nunca, en los últimos catorce años, tuvo que enfrentar ningún momento crítico.
Un triunfo de la oposición tampoco está descartado. Los números de las encuestas muestran una diferencia muy pequeña entre Morales y Mesa, que podría llevar a una segunda vuelta, en la que el opositor tiene mejores posibilidades de llegar a la presidencia.
Lo cierto es que ninguno de los aspirantes con mayores posibilidades de llegar primera asegura nada.
La continuidad de Morales no es garantía de estabilidad y tampoco de gobernabilidad.
Y el ascenso de Mesa tampoco ofrece muchas certezas, aunque al menos encamine la difícil restitución de un ordenamiento democrático virtualmente demolido por años de autoritarismo.
Aunque no se puedan comparar, la dramática realidad de la Venezuela de Maduro no deja de ser un inquietante antecedente para los bolivianos y para el mundo.
Cuando suena el río de los problemas económicos, es que hay algunas piedras en su curso. Si a ello se añade un contexto político de democracia debilitada, nos encontramos ante la misma fórmula que aceleró la decadencia bolivariana.
Nada esta dicho y eso repercute en las percepciones sobre futuro. Los inversionistas, que no han sido muchos en los últimos años, podrían ser menos hacia delante, porque lo incierto agrava la desconfianza.
Los datos de la construcción ya no son tan alentadores. Cada vez hay más edificios, recién construidos y vacíos. O con letreros eternos en los que se lee: “últimos departamentos, precios rebajados”, algo impensable en tiempos del auge.
La nueva información, externa e interna, seguramente va a generar un cambio en la narrativa de las campañas. Ya no será fácil para el gobierno sostener un discurso exitista y la oposición tendrá que trabajar mucho para ofrecer un diagnóstico real de la situación económica y su propuesta de futuro. Y es probable también que deban reaparecer en escena los políticos técnicos o los técnicos políticos con mayor conocimiento de estos temas
Alguien debe decirle al país qué hacer en caso de que las exportaciones de gas ya no sean más el salario nacional. Fueron tiempos de jauja en los que se gastó más de lo debido y no se canalizaron recursos para dinamizar la producción en otros sectores.
El aprendizaje de la austeridad no será simple para la sociedad de los bonos, las prebendas y los palacios. Los tiempos cambian y la economía lo sabe.
Hernán Terrazas es periodista.