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30/09/2020

Los empresarios y el silencio de los ingenuos

La democracia boliviana fue debilitada durante 14 años por un gobierno autoritario que terminó con la precaria institucionalidad construida desde 1982. En este periodo, diferentes actores se enfrentaron a lo que se fue convirtiendo en un gobierno dictatorial en forma paulatina. Así, periodistas, intelectuales, políticos, cívicos, sectores profesionales y otros, cuestionaron el carácter represor y opresor del mismo, enfrentando muchas veces las consecuencias de  reivindicar la libertad de pensamiento y acción, de un   poder político hegemónico y por ende totalitario y  discrecional.

Finalmente, y como ya es historia, el fraude del 20 de octubre del pasado año, detonó una resistencia generalizada de la abrumadora mayoría del pueblo boliviano, forzando la salida del dictador y la caída del gobierno del MAS.

Sin embargo, en ese tiempo resaltaron los silencios notorios y muchas veces cómplices de un sector que debía estar particularmente interesando en evitar el retorno de un gobierno que durante 14 años les declaró la guerra y los hizo objeto de un implacable acoso económico, jurídico y político. Nos referimos por supuesto al sector empresarial.

El intelectual chileno Alex Kaiser, autor que critica el resurgimiento del populismo, señala en su obra “El engaño populista” que “en todos los países existen iniciativas, instituciones y personas dispuestas a formar focos de promoción de esas ideas (justicia, libertad y democracia) que hicieron grandes a los países desarrollados y con las que se combate el populismo. Lo que falta son los apoyos de una clase empresarial que, con pocas excepciones, se ha mostrado ignorante, indiferente e incluso cómplice con aquellos que arruinan nuestros países, bien por no incomodarse, o bien para obtener ganancias a corto plazo a expensas del resto de la sociedad. Es hora de que esos hombres de empresa despierten de su pasividad y hagan una real contribución a la sociedad en que viven, por el bien de esta y también por el de sus propios hijos”.

El caso de Suecia ilustra muy bien el rol que puede jugar la empresa privada en la lucha contra las visiones socialistas que como ya se ha visto, fácilmente pueden acabar convirtiéndose en gobiernos de corte populista y dictatorial.

Retomando a Kaiser y el libro mencionado, continua: “en la década de 1960 la socialdemocracia sueca se radicalizó hacia el socialismo, amenazando existencialmente las bases del sistema de libertades de ese país. La mayoría de los empresarios, simplemente, no hicieron nada ante una posible nacionalización o confiscación de sus empresas. Pero hubo un pequeño grupo que no se quedó de brazos cruzados. El primero en reaccionar fue Sture Eskilsson, quien, alarmado por lo que estaba ocurriendo en su país, decidió tomar cartas en el asunto en 1971. Su primera acción consistió en redactar un memorando de ocho páginas en el que describía un plan de acción para contener el avance socialista. Reconociendo que una acción decidida requería una inversión de recursos relevante, Eskilsson sostuvo que la clave era la batalla de las ideas. Se requería mayor presencia en colegios, universidades y en medios de comunicación. Y la clase empresarial debía salir al debate público y articular sus valores e ideas defendiéndolas conconvicción. Este fue el inicio del fin de la hegemonía de la izquierda en el debate público sueco”.

El mecanismo para posibilitar esa “batalla de ideas” en Suecia, siguiendo el ejemplo de países como Estados Unidos e Inglaterra, fue el establecimiento de una organización llamada Timbro, financiada con capitales privados, para promover y difundir las ideas no socialistas y promover la difusión de valores liberales en los diferentes sectores de la sociedad sueca. Dicha organización reclutó académicos e intelectuales renombrados y por primera vez publicaron obras liberales clásicas que no se encontraban traducidas al sueco. Libros de autores como Friedrich A. Hayek, Henri Lepage desataron un intenso debate en Suecia. Siguieron obras de Milton Friedman, Adam Smith y Thomas Paine, entre muchas otras. Finalmente, al decir de Alex Kaiser, Timbro terminó siendo la organización think tank más influyente en Suecia. Se puede decir por ello que la reversión de las tendencias políticas socializantes en Suecia se logró gracias a la iniciativa de un solo empresario en principio, al que se sumaron muchos más en el camino.

Ya han pasado los tiempos (o al menos eso esperamos), en que los empresarios interferían en la política de sus países apoyando o financiando golpes de Estado, como los vividos en Latinoamérica en cierto momento. DE todas maneras, el derramamiento de sangre y los horribles abusos cometidos fueron inútiles en el tiempo porque la única batalla que merecía pelearse, la batalla por las ideas, fue ignorada.

Los tiempos cambiaron y ahora el campo socialista/populista alcanza una envidiable y eficiente organización. Por ello hemos podido apreciar desde la salida del poder del MAS que el “lobby socialista” está muy bien financiado y articulado con diferentes organizaciones internacionales. Y este no escatima ningún tipo de recursos económicos para retornar al poder en Bolivia. En cambio la resistencia antiautoritaria está prácticamente librada a su suerte. Así, acontece en otros países, será urgente para el sector empresarial salir de ese “silencio ingenuo”, que piensa que no habrá consecuencias negativas por su pasividad e inacción, y tomar una posición clara a este respecto.

Gary Villaume Carranza es politólogo. 



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