Como todos ya sabemos, el gobierno ha anunciado la semana pasada un incremento del 5,85% al salario mínimo nacional y un 3% al salario básico. Este primero de mayo el presidente y los dirigentes sindicales, esos que no se sacan el casco ni para bañarse y amenazan con tomar la Asamblea Legislativa, se abrazarán y sonreirán felices ante las cámaras celebrando el acuerdo. Una vergüenza. Una desfachatez por donde se lo mire.
Las reacciones no se hicieron esperar. Periodistas, analistas económicos y políticos criticaron la decisión argumentando que el aumento llega en un momento de severa crisis económica, que sobrepasa la tasa de inflación y que no incluyó a los empresarios en la negociación. Estos últimos, los empresarios, sacaron también la voz y reclamaron el aumento en comunicados y declaraciones usando similares argumentos.
Los reclamos hasta aquí ensayados son, sin embargo, como los de un rehén o un esclavo que pide ser escuchado de vez en cuando pero que no cuestiona la condición que lo subyuga. Es un reclamo por piedad, no por libertad. La sociedad entera y, lo que es peor, los propios empresarios, hemos aceptado sin patalear que el gobierno puede enjaularnos, socavar nuestra libertad y decidir qué hacer con nuestra propiedad privada. Solo pedimos que se nos incluya en las negociaciones…
Primero vi que Jean Pierre Antelo, presidente de CAINCO, tuiteó la “posición institucional” de su gremio que en esencia dice que el incremento salarial es “agresivo” y “con base en fundamentos políticos y no económicos.” ¿Quiere decir esto, entonces, que si se hacía con fundamentos económicos hubieran aceptado el incremento? El comunicado dice que por muchos años “el sector privado boliviano se ha apegado a las normas del juego,” pero que los incrementos y las presiones sistemáticas “hacen que cada día sea más difícil apostar por la industria, los servicios y el comercio nacional.” Esto reduce nuevamente el problema a una cuestión técnica. CAINCO parece decir que, si los incrementos no fueran sistemáticos y que, si se hicieran con criterio económico, los empresarios los aceptarían y seguirían apostando por el país sin problema alguno.
El mismo día, Mario Herrera, Gerente de Comunicación del mismo ente declaró que “no era el momento preciso” para anunciar el aumento. ¿Quiere decir, entonces, que el problema es solo de timing? ¿En otro momento no hubiera habido problema con aumentar el salario mínimo?
En una entrevista en El Deber, Óscar Justiniano, presidente de la Federación de Empresarios Privados de Santa Cruz, reclamó que el incremento se dio en “una reunión solamente entre dos partes, una reunión donde no se toma en cuenta al sector que genera los empleos.” Una vez más, el empresariado pidiendo que lo incluyan en su propia fiesta en lugar de denunciar y sacar de ella sin miramientos al que solo pone trabas a la creación de empleo: el gobierno.
Pero la flor de las declaraciones se la lleva Rolando Kempff, presidente de la Federación de Empresarios Privados de La Paz. En una entrevista con Jimena Antelo (que, dicho sea de paso, hace un papel impresentable), y consultado sobre el incremento al salario mínimo, Rolando Kempff dice tímidamente que los empresarios no lo ven “viable,” pero remata con convicción y casi con entusiasmo que “como empresarios, a la hora de la verdad, tenemos que acatar.” La sumisión al gobierno de este señor es casi palpable. Pero esto es solo un botón de muestra. La pregunta sobre el salario mínimo viene después de que la periodista le preguntara sobre un tuit de Marcelo Claure en el que este dice acertadamente (aunque tardísimo, por supuesto) que las reservas internacionales netas están en casi cero. Kempff afirma sin despeinarse que eso no es cierto y que Claure está equivocado. Jimena Antelo le pregunta si ese tuit de Claure es, entonces, irresponsable y Kempff concuerda con ella (¡!) ¿Cómo se explica que el máximo dirigente de los empresarios en La Paz declare que, decir la verdad, es decir, que las RIN están en casi cero, es irresponsable? ¿Cómo se explica que un dirigente empresarial que sabe que el mal manejo fiscal de este gobierno que ha dejado al país sin dólares acogotando a su propio sector, considere que el nivel de RIN es adecuado?
Los empresarios han caído en un laberinto. Han perdido el norte. No pues señores, no se trata de pedir que los incluyan en las negociaciones, no se trata de pedir tener un lugar en la mesa en la que se decidirá su sometimiento, se trata de rechazar vehementemente el mismo y pelear por su libertad. Los empresarios deben volver a verse a sí mismos como los legítimos creadores de riqueza y entender que esa creación es un proceso profundamente moral. Innovar, apostar, arriesgar, contratar y ganar plata es el proceso individual que termina haciendo grandes a los países. Los empresarios deberían, por lo tanto, sentirse orgullosos de su labor y defender a rajatabla la libertad que les permite desarrollarla.
No pidan, entonces, que la negociación por el salario mínimo sea “tripartita,” rechacen a voz en cuello la intromisión del gobierno en esa negociación. Explíquenle a la ciudadanía que la definición salarial es cosa de empleadores y trabajadores y que el gobierno no tiene a que meterse en ella. Denuncien los controles de precios, los cupos a la exportación, las regulaciones en el mercado laboral y el pésimo manejo fiscal. No pidan diálogo con quien los somete. Muéstrenle al gobierno la fuerza de la legitimidad que su heroica labor les concede.
Antonio Saravia es PhD en economía (Twitter: @tufisaravia).