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Vuelta | 19/07/2019

Los candidatos afinan sus estrategias

Hernán Terrazas E.
Hernán Terrazas E.

Las leyes en Bolivia tienen una vigencia relativa, pues lo que ayer parecía imposible, mañana puede convertirse en una posibilidad.  Sucedió con el tema de las renuncias y las habilitaciones de candidatos a la presidencia y vicepresidencia del Estado para los comicios de octubre. Hasta antes del 19 de julio la renuncia era para los muertos o enfermos graves, pero a partir de esa fecha las renuncias e incluso las nuevas postulaciones están permitidas.

Hay quien sospecha, no sin argumentos, que detrás de toda esta inestabilidad normativa está la mano del gobierno, que al parecer busca acomodar las cosas, entre ellas las leyes y su alcance, de modo tal que favorezcan siempre a sus intereses político-electorales. Forzó una primarias concebidas única y exclusivamente para darle una dudosa legalidad a la candidatura del binomio oficialista, impuso restricciones en el camino de las fuerzas de oposición y ahora genera las condiciones que permitan a unos irse y a otros completar sus fórmulas.

Cada vez es más evidente que las elecciones son como un traje que se ajusta a las necesidades estratégicas de la candidatura de Evo Morales y que todo está calculado de modo tal que es prácticamente imposible que cualquier otra candidatura tenga la posibilidad de acortar diferencias o de aumentar distancias.

Al MAS solo le interesa ganar en primera vuelta y tener una mayoría relativa en la Asamblea Legislativa Plurinacional, tal vez porque las urgencias son diferentes. Si hace cinco años o más se le hacía imperioso el control de los dos tercios para imponer su agenda, tal vez hoy no tiene el arsenal programático que le genere preocupaciones posteriores. En todo caso sabe, como pasó en los primeros años de la primera gestión, cuando las cámaras legislativas fallan, siempre está a la mano la presión callejera.

Si la correlación de fuerzas obliga a disputar una segunda vuelta, la historia puede ser muy distinta y favorable a las aspiraciones de la actual oposición. En un escenario de esas características, la unidad de las fuerzas contrarias al MAS se dará más o menos de manera automática y es muy probable que pueda establecerse una diferencia mínima que abra las puertas de Palacio a un nuevo presidente.

Para el gobierno es de vida o muerte evitar el balotaje. Es fácil enfrentar una oposición dividida y con propuestas débiles. Las actuales tendencias indican que el voto de Carlos Mesa oscila entre el 27 y el 30 por ciento, el de Morales por encima del 36% y el de Ortiz se aproxima al 10%. Si la fotografía no cambia, el MAS estaría más cerca de lograr el 40% con diferencia de 10% que viabilizaría la reelección en primera vuelta, que Mesa de lograr un despegue significativo que cambie radicalmente la situación.

Las dudas persisten sobre a dónde irá finalmente el voto de los indecisos: hacia Mesa que ha intentado seducirlos con un discurso de continuidad en algunas de las políticas, pero de cambio en los protagonistas, o hacia Evo que no ofrece gran cosa, salvo mantener las cosas como están, que no es poca cosa, si se considera que los centavos de la economía todavía no tocan fondo en el monedero nacional.

La campaña ha ingresado en una fase crítica. Para Carlos Mesa es clave dar un golpe de timón que le permita recuperar algo del terreno perdido. Tal vez deba combinar las virtudes de la campaña en redes sociales, con la intensidad de una acción más tradicional y agresiva, de mayor presencia en medios tradicionales, pero sobre todo con mensajes y propuestas que calen en la gente y se conviertan en insumos de conversación cotidiana.

El candidato de Comunidad Ciudadana, como lo hizo Macri en Argentina, tal vez deba tocar las puertas de la gente, compartir sus inquietudes y socializar sus ideas de una manera más simple y cercana. No se trata de construir un programa extenso; basta con unas cuantas ideas precisas que estén en sintonía con las expectativas de la gente. Tal vez sea tan simple como desaprender el periodismo para aprender el lenguaje político de estos tiempos.

El candidato de Bolivia dijo No enfrenta toda suerte de presiones. Las de quienes lo quieren sí o si en la papeleta, porque observan en su actitud la firmeza y contundencia que extrañan en el resto de los opositores, y la de aquellos que lo ven como un obstáculo en el camino hacia la creación de un bloque de unidad. Las decisiones que Oscar Ortiz adopte en los próximos días mostrarán la línea que ha decidido seguir hacia octubre.

Ortiz se perfiló como un renovador de la política desde su rol legislativo y no debe permitir que los golpes que recibe en el camino lo alejen de su narrativa original.

Y el MAS posiblemente siga observando, incidiendo en el movimiento de fichas en el tablero ajeno más que en el propio a través de manipulaciones en la norma o, de ser necesario, con algún proyectil preparado para golpear a este o aquel candidato.

Hasta ahora las equivocaciones o metidas de pata gubernamentales no han sido capitalizadas adecuadamente por la oposición, pero en filas oficialistas no todos confían en la falta de reflejos del adversario.

Octubre se acerca, las campañas cobran mayor dinamismo y ya no hay margen para cometer errores. A los candidatos no les queda más que afinar sus estrategias.

Hernán Terrazas es periodista.



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