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26/11/2021

Las réplicas del día después

Será una segunda vuelta con dientes y muelas. Feroz, implacable. La elección presidencial del domingo 21 no fue una elección cualquiera.Por primera vez desde al retorno a la democracia, la presidencia no sería disputada por los partidos tradicionales de centroizquierda y centroderecha. El centro político derecho despareció y sólo se enfrentaron los extremos. Además, Chile votaba en un ambiente inédito marcado por la pandemia, a dos años del estallido social comparable a un terremoto (de eso sabemos) que exigió profundos cambios, y en medio de la redacción de una nueva Constitución que no ha estado exenta de problemas.

Hoy son dos los países que viven en Chile, con proyectos muy distintos, sin asomo de unidad. Un país empatado, entrampado, esquizofrénico. Los miedos de unos contra la esperanza de otros. La elección fue, claro, un fiel reflejo de todo aquello. Quince millones de chilenos -de un total de 20 millones- estaban convocados a acudir a las urnas. Lo hizo menos de la mitad (el voto es voluntario). En la segunda vuelta -el 19 de diciembre- se define el rumbo que tomará Chile en un clima de extrema polarización. La elección está abierta, “líquida”, como dicen los expertos.  La carrera, cerrada.

José Antonio Kast (55 años) es abogado, exdiputado y candidato presidencial, el menor de diez hermanos. Casado con María Pía Adriasola, tiene nueve hijos. Católico, adherente del movimiento religioso de Schoenstatt. Ultraderechista, de origen pinochetista y orgulloso. En 2018 creó el movimiento Acción Republicana y al año siguiente el Partido Republicano (de ultraderecha). Está en contra de la nueva Constitución, la gratuidad universitaria, el matrimonio igualitario, el aborto libre, el feminismo, entre otras cosas. O sea, buena parte de las exigencias de la revuelta social del 2019.

“No me traten de ultraderecha, porque no lo soy”, suele decir. De origen pinochetista, está a favor de reducir el Estado a su mínima expresión, votó “rechazo” a una nueva Constitución, incluso ha insinuadoque, en un eventual Gobierno suyo, la nueva Constitución podría peligrar. Está en contra del aumento de los impuestos, defiende la patria, familia y propiedad. Y la libertad, su palabra favorita. Lo llaman el Bolsonaro chileno. Ha insistido en el peligro de lo que llama la dupla Boric-Partido Comunista. Su slogan de campaña era “Atrévete”.

Defensor de patria, familia y propiedad, Kast encarna el contra estallido. Basa su discurso en el orden, el crecimiento económico y el control de la inmigración, el orden, el narcoterrorismo y la inmigración. Y la libertad, la libertad, la libertad. Promovió la campaña del terror y manipuló con gran destreza los temas más sensibles: el narcotráfico, la violencia del estallido social ejercida por “vándalos”. Pulsó las teclas del miedo. El miedo a los migrantes, a la inseguridad laboral, a la delincuencia. Reiteró el peligro de que gobierne lo que llamó la dupla Boric-Partido Comunista. Su triunfo interrumpió el giro a la izquierda que se venía dando en Chile desde el estallido social.

Gabriel Boric, diputado, exdirigente estudiantil, 35 años, (según la Constitución, la edad mínima para ser presidente de Chile es de 35) nació en Punta Arenas, de la región austral de Magallanes. Es egresado de Derecho de la Universidad de Chile, miembro del partido Convergencia Social y representa a la coalición política Aprueba Dignidad, que agrupa al Frente Amplio, el Partido Comunista y a varios movimientos. De aspecto bonachón, barbudo, de trato informal, sonrisa fácil, hace gala de su ímpetu juvenil. Su slogan: “Seguimos”.

Crítico de los gobiernos de centroizquierda que asumieron el mando del país tras el retorno de la democracia, es el rostro del estallido social. El culpable, según la derecha. Capitalizó el descontento social que reclama fin a los abusos y la corrupción. En su programa promueve cambios reales en el sistema tributario, de salud, educación y pensiones. Reclama una mayor justicia social y propuestas inclusivas y paritarias.

Uno de los dos será el presidente de Chile a partir del 11 de marzo de 2022. Ambos fueron los ganadores de la primera vuelta presidencial, en la cual compitieron siete candidatos (una sola mujer). con una participación ciudadana del 47,3%, que estuvo bajo el 50,9% del plebiscito del año pasado.

Hubo apenas un poco más de dos puntos de diferencia entre los dos contrincantes. Kast (Frente Social Cristiano) se impuso con 27,91% de los votos, superando a Boric, con un 25,83%. Si bien resultaba predecible que la competencia final se daría entre ambos, en Apruebo Dignidad (y entre sus partidarios) las esperanzas estaban puestas en que Boric sacaría más votos que su contrincante. El shock era la tónica entre sus partidarios. Cuando el triunfo de Kast ya era innegable, desde las calles y balcones del barrio alto, los vecinos se aglomeraron para cantar la canción nacional y agitar banderas chilenas.

Cerca de esa hora, desde el Palacio La Moneda, el presidente Piñera llamaba a un punto de prensa para decir que “sabemos que Chile necesita cambios, pero cambios con libertad, en paz y con justicia. Cambios con responsabilidad y en orden, con voluntad de diálogo, colaboración y búsqueda de acuerdos.” Sus palabras parecían sacadas de cualquier discurso reciente de Kast en campaña.

El desprestigio de los partidos políticos y el rechazo que despiertan en la ciudadanía encontró en el candidato Franco Parisi (Partido de la Gente) el nicho perfecto. Reiteró un discurso crítico con la clase política que, como en muchas partes del mundo, también resuena con éxito en Chile. Obtuvo el tercer lugar con el 13 por ciento de los votos y fue la gran sorpresa. El primer sorprendido debe haber sido él. No pisó nunca Chile para hacer campaña, lo hizo todo vía digital, a control remoto. Vive en Alabama, Estados Unidos, y pesa sobre sus hombros una deuda millonaria por pensión de alimentos.

Pero bien podría definir la elección. La gran incógnita de hoy es a dónde irán a parar los votos de sus adherentes. Una de las tareas más urgentes de ambos candidatos será la de convocar al centro, y en especial a los desconocidos votantes de Parisi.

El tiempo escasea, pero la gran tarea de los dos contrincantes será buscar votos en el centro político, que está borrado, y tratar de seducir a la ciudadanía con sus propuestas, una en cada extremo. La clave radicará en quién pueda apelar con éxito al diálogo y la unidad, y se adapte mejor a los requerimientos de la ciudadanía. O quién navega mejor entre el miedo y la esperanza, quién puede flexibilizar mejor sus posiciones para llegar a ese electorado reacio a votar, desconfiado de la clase política, pero ansioso de cambios. Unos, claro, están más apurados que otros. También los hay quienes se niegan a renunciar a nada.

Odette Magnet es periodista y escritora chilena



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