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16/02/2019

La responsabilidad social y política de escribir una columna

Lo usual en los momentos de excepcionalidad democrática como el que vivimos, es la aparición de un talante autoritario en los que gobiernan, pero eso también impulsa la energía de ciudadanas y ciudadanos con cualidades importantes que se reúnen y deciden resistir.

Lamentablemente, hay casos en que el autoritarismo deja marcas graves en algunos espíritus menos tolerantes, y sacan a relucir sus posibilidades despotricando e insultando a los autoritarios, sin darse cuenta que así, comparten la moral de aquellos que critican. Y casos en que algunas mentes sobrevaloradas que necesitan ser advertidas, escogen montarse en la cresta de la ola autoritaria para denostar las fuerzas socio políticas nacientes, defensoras de la democracia y la libertad, surgidas a partir del desconocimiento de los resultados del 21F.

Esa es la situación de quienes desesperan y sueñan que con cada columna periodística o cada artículo mediático que escriben están crucificando a alguien; al contrario, así lo justifican. Más aún en este momento histórico importante en el que los que eligen ser “notados” y no notables, están demás.

Es pertinente en este contexto decir que la responsabilidad de quien opina en columnas o artículos es enteramente personal. La base de la democracia es la libertad de expresión, de opinión y de conciencia. Con todo, debemos reconocer que también existe una responsabilidad social, más aún en estos momentos en que Bolivia necesita un intercambio de ideas y opiniones con franqueza y claridad, aún en la discrepancia; y que lo que el país merece son análisis serenos y honestos intelectualmente. Mucho más cuando es evidente que el gobierno del Presidente Morales ha hecho una bandera de la descalificación sistemática de todo cuanto no apoye su reelección ilegítima e inconstitucional.

Cabe preguntar ¿Hacen falta las opiniones basadas en la bronca y en la confrontación? Lo que nos conduce a otras interrogantes ¿Son necesarias las opiniones sesgadas que pretenden cercenar la verdadera naturaleza de las nuevas fuerzas ciudadanas que emergen con tranquilidad, tildándolas de elitistas? ¿A quién le sirve desconocer que además de las capitales de departamento, son las comunidades perversamente aisladas estos últimos años por no compartir la lógica prebendal del gobierno las que sustentan la fuerza ciudadana como alternativa real al corporativismo masista?

Está claro que las opiniones deben ser respetadas irrestrictamente, aunque sean malintencionadas y no aporten virtuosamente a la unidad del país. También creo que existe una inmensa responsabilidad social en las y los columnistas como reciprocidad a esta prerrogativa.

En todo caso, creo que la única opinión que vale en política es la del pueblo, que se expresa de muchas formas. Esa es la opinión que debe ser escuchada, atendida y sobretodo respetada porque es transversal y no se concentra en ningún grupo, clase, género o edad. Estoy segura de que el entendimiento íntegro de los procesos sociales y políticos que vivimos, exige un esfuerzo  para reformular las etiquetas, las palabras rebuscadas para tipificarlos y encontrar lugares comunes. Un esfuerzo que debería ser asumido especialmente por quienes tenemos el privilegio de publicar en columnas, escribir artículos y libros.

Paola Cortés es abogada.



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