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Posición Adelantada | 20/10/2020

La obligación del ganador

Antonio Saravia
Antonio Saravia

Escribo estas líneas en una linda mañana de domingo otoñal en el estado de Georgia. Hoy, en Bolivia y en muchas partes del mundo, los bolivianos acuden a las urnas para decidir una de las elecciones más importantes de la vida republicana del país. En algunas horas (que serán más de las esperadas ya que el TSE decidió suspender el Direpre) sabremos quien ganó y si tendremos o no segunda vuelta.

Cada uno de nosotros tiene una preferencia y una elección que hacer. Los políticos compitiendo por nuestro voto, sin embargo, tienen menos opciones. El país recuperó la democracia en 1982 y venció a la hiperinflación en 1985 pero nunca ha podido escapar de su propia trampa de subdesarrollo. Cada nueva administración del Estado solo logra ponerle parches a nuestra pobreza crónica y en muchos casos la profundiza. Hemos experimentado períodos de importante crecimiento económico, pero siempre a partir de ciclos expansivos en los precios de nuestros recursos naturales o de gasto/déficit impulsado por los gobiernos. La realidad es que nuestra economía es incapaz de generar riqueza de forma sostenida y las reformas necesarias para hacerlo brillan por su ausencia.

Pero la cuerda está cada vez más floja. Si no generamos las reformas que permitan a la gente utilizar sus talentos y capacidades para crear riqueza, el descontento social en este trance tan sensible de nuestra democracia puede derivar en graves crisis políticas. Si no se hacen las cosas bien en materia económica la situación política se comerá vivo a cualquiera que resulte ganador. Por eso los políticos no tienen muchas opciones. O reforman seriamente las reglas de juego económico o no vivirán (políticamente) para contarla.

Y ¿cuáles son esas reformas? Aquí va una lista mínima de siete puntos.

1. Nada es gratis. Este debe ser el fundamento del nuevo paradigma económico. El próximo gobierno tiene que tener esto muy claro y además comunicarlo eficientemente a la gente. No podemos seguir pretendiendo que las cosas son gratis y continuar aumentando el gasto público y el déficit para repartir bonos, mantener la burocracia estatal, financiar empresas públicas ineficientes y deficitarias, y sostener educación y salud públicas de paupérrima calidad. El gasto está fuera de control y los políticos insisten en seguir incrementando la deuda. ¡Se estima que la deuda pública llegue a 65% del PIB para fin de año! Esto es una barbaridad. Una deuda de este tamaño es una mochila que pesa mucho y puede tener consecuencias gravísimas que los bolivianos conocemos muy bien. En un ejemplo de moderación y austeridad, el próximo gobierno debería empezar su gestión reduciendo a la mitad el número de ministerios.

2. Flexibilizar el mercado laboral. No se puede crear riqueza si a los empresarios les cuesta un mundo contratar y despedir. Se deben eliminar el salario mínimo, el doble aguinaldo, la obligatoriedad de otorgar beneficios a los trabajadores, etc. Esto no es “desproteger” al trabajador. Al revés, la flexibilización incrementa los incentivos a crear empleos y la probabilidad de que ese trabajador consiga un trabajo.

3. Eliminar los cupos de exportación, los controles de precios y otras regulaciones que solo entorpecen la asignación eficiente de recursos.

4. Reducir impuestos y hacerlos más fácil de pagar. Bolivia está en el puesto 186 de 189 países en el índice de facilidad de pagar impuestos de PWC, porque es imposible navegar la maraña de impuestos a nivel nacional, regional y municipal. Muchos impuestos deben ser eliminados y otros significativamente reducidos. Esto, por supuesto, viene de la mano con el primer punto de esta lista (reducir gastos) para no ampliar los déficits.

5. Mantener el tipo de cambio fijo y no darle al Banco Central la menor opción de usar políticas monetarias expansivas para cubrir el gasto del gobierno.

6. Seguridad jurídica. Aquí es donde yo concentraría los esfuerzos del gobierno. Esta es la inversión que vale la pena. Una reforma profunda del sistema judicial que haga que se respeten los derechos de propiedad y que la resolución de conflictos sea barata y eficiente producirá enormes incentivos a invertir y generar riqueza en el país. Esto es primordial.

7. Reformar los sistemas educativos y de salud moviéndonos hacia la privatización y el uso de vouchers. Esto es complicado y de largo alcance, pero es la única solución. Seguir insistiendo con la provisión de estos servicios por parte del gobierno es seguir tirando plata a la basura. La educación y la salud públicas fueron, son y serán pésimas si seguimos dejando que los gobiernos se encarguen de ellas.

Hoy elegimos nosotros, pero el ganador no tiene elección. Estas reformas son un imperativo y una obligación con nuestro futuro.

Antonio Saravia es PhD en economía.



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