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Posición Adelantada | 02/08/2021

Haitianos y coyotes

Antonio Saravia
Antonio Saravia

Brújula Digital|02|08|21|

La semana pasada la Dirección General de Migración detuvo a 73 ciudadanos haitianos en Santa Cruz y determinó su salida obligatoria del país. Dos semanas atrás pasó lo mismo con 56 haitianos en Oruro y con otros 57 en La Paz. En este último caso también se detuvo al conductor del autobús en el que viajaban y se anunció que se le abriría una investigación por tráfico y trata de personas.

La cacería de migrantes es simplemente una barbaridad. Deportar migrantes haitianos y arrestar a sus guías es un error y una injusticia por al menos tres razones.

1. Los migrantes son ilegales, sí, pero su único crimen es no tener los requisitos necesarios para obtener una visa. Requisitos que, por lo demás, se reducen a tener plata. De acuerdo a la Cancillería, para obtener una visa de turista, los ciudadanos de Haití deben pagar el costo del trámite, tener un itinerario del viaje (pasajes y reserva de hospedaje) y además presentar una declaración jurada de solvencia económica. Una lista imposible de cumplir para gente que deja su país con lo que tiene puesto tratando de escapar de la extrema pobreza y la violencia.

Los haitianos además ni siquiera llegan a Bolivia a quedarse. No valdría la pena abandonar el país más pobre de la región, y comerse una aventura de miles de kilómetros, solo para llegar al que probablemente sea el segundo país más pobre del continente. No, ellos solo están de paso hacia Chile o Perú. Y, ojo, no es que quieran llegar a esos países para pedir subsidios, ayuda estatal, educación gratuita para sus hijos, etc. No, lo único que quieren es tener la oportunidad de buscar un trabajo y ganarse a pulso un futuro para su familia.

¿Es justo entonces que el gobierno de Bolivia les prohíba el paso? ¿Es justo que los gobiernos de Chile o Perú los persigan y deporten? Al hacerlo, estos gobiernos están infringiendo en el derecho natural de cada persona de ofrecer sus servicios laborales libremente. Estos gobiernos están coartando además la libertad de los empleadores en los países de destino de contratar mano de obra barata. Si los trabajadores haitianos están dispuestos a trabajar por un salario menor al de los trabajadores locales y las empresas están dispuestos a contratarlos, entonces existen potenciales intercambios voluntarios que beneficiarían a ambas partes. El beneficio llegaría además al consumidor final que accedería a menores precios. Al perseguir y deportar a estos migrantes, los gobiernos están restringiendo la posibilidad de incrementar el tamaño de la torta económica.

El típico contra-argumento es que los que pierden son los trabajadores locales: “los haitianos nos roban los puestos de trabajo.” Pero ese es el mismo argumento falaz que usan los proteccionistas para prohibir las importaciones o subir los aranceles. Es un argumento equivalente a querer quemar las computadoras o los robots porque hacen que las empresas puedan automatizar procesos y contratar menos mano de obra. Es una absurda miopía no entender que, en el largo plazo, los ahorros de las empresas que contratan mano de obra barata y de los consumidores que pagan menores precios, se transformarán en inversiones que generarán aun más puestos de trabajo.

2. La gente que ayuda a los migrantes ilegales a cruzar de un territorio a otro (en EEUU les dicen “coyotes”) son héroes y no villanos. Son héroes (oscuros y al margen de la ley como Batman) porque actúan como intermediarios que le permiten a potenciales trabajadores encontrarse con potenciales empleadores y así generar un incremento de la torta económica.

Vemos en las noticias las denuncias de coyotes que engañan o abandonan a los migrantes y esto les da mala fama. Pero en realidad estos casos son las excepciones antes que la regla. Los coyotes, como toda persona o empresa que ofrece un servicio, viven de su reputación. En varios estudios hechos en EEUU se evidencia que una de las variables más importantes al momento de escoger un coyote es la recomendación de familiares o amigos que los emplearon en algún momento. La reputación es incluso más importante que el precio. Y es cierto, los coyotes cobran lo que puede llegar a representar el ingreso de un año para muchos migrantes, pero eso se debe a que su servicio es peligroso y requiere un know-how difícil de adquirir. El hecho de que los precios sean altos evidencia la gran demanda por sus servicios y el reducido número de personas que puede ofrecerlos.

3. Bolivia es un país despoblado. La densidad poblacional en nuestro territorio es solo de 10 personas por kilómetro cuadrado. De acuerdo a las Naciones Unidas esto pone al país en el lugar 229 de 250 países en el ranking de densidad poblacional. Necesitamos gente, mucha gente. En lugar de expulsar haitianos, Bolivia tendría que ofrecerles ventajas para que se queden aquí. Es más, Bolivia debería abrir sus fronteras e invitar a toda persona que quisiera vivir en el país a hacerlo sin mayor tramite. Esto impulsaría la actividad económica, traería nuevas ideas y enriquecería nuestra cultura. 

Antonio Saravia es PhD en economía (Twitter: @tufisaravia)*



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