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05/12/2021
Posición Adelantada

El presupuesto del horror

Antonio Saravia
Antonio Saravia

El Presupuesto General del Estado (PGE) para el 2022 es una película de terror. El espanto que produce proviene no solo de los números que, como siempre, no cuadran, sino, sobre todo, de las intenciones del gobierno que estos representan. Este presupuesto no deja lugar a dudas. El MAS quiere controlar por completo al país y llevarlo indefectiblemente hacia el socialismo.

Empecemos con el monto total. El PGE 2022 consolidado planea gastar Bs. 235.090 millones, es decir, $us 34.000 millones. Este enorme número representa el 90% de nuestro PIB. Como lo lee. El gobierno está planeando gastar el 2022 un monto equivalente a casi toda la producción nacional de ese año. Tome como comparación el caso de Estados Unidos. En ese país, el presupuesto del gobierno representa solo el 30% del PIB. En Chile representa el 32% del PIB. En Paraguay, que es un país con el que típicamente compartimos el último puesto en niveles de desarrollo en Sudamérica, representa el 37% del PIB. Incluso en los países nórdicos, que mantienen un gobierno relativamente grande, el presupuesto del gobierno no supera el 50% del PIB. El PGE 2022 es, por tanto, y por donde se lo quiera ver, un verdadero elefante.

Tener un gobierno tan grande produce al menos tres problemas fundamentales. El primero es que toda esa plata tiene que salir de algún lado. Desde el 2014 el gobierno no ha podido sostener su enorme gasto y, por lo tanto, ha venido acumulando déficits. Venimos de ocho años de déficits fiscales consecutivos a un promedio de 7,8% y el 2022 no será la excepción. El PGE 2022 prevé un déficit de 8% que seguirá aumentando la deuda que, a estas alturas, ya ha sobrepasado con holgura el 50% del PIB. El segundo problema de un gobierno enorme es que genera una burocracia también enorme y un calvario de trámites con los que se sigue torturando a los agentes privados. ¡El gobierno emplea medio millón de personas! Los empleados públicos por sí solos serían la quinta ciudad más poblada del país. El tercer problema, y probablemente el más pernicioso, es que un gobierno enorme tiene una influencia también enorme sobre la economía. Con este presupuesto el gobierno deja muy claro que él se adjudica el liderazgo económico decidiendo qué hacemos y cómo. El gobierno gasta y no suelta las riendas, pero los agentes privados pagan el baile.

Veamos ahora el financiamiento. Aquí la película de terror alcanza un clímax. ¡El componente más grande del financiamiento del PGE 2022 es deuda! Así es, el 40% de los recursos que gastará el gobierno el próximo año viene de financiamiento interno o externo (más de lo primero que de lo segundo). Esto significa créditos de organismos multilaterales, préstamos del Banco Central, venta de bonos a las AFP y plata no usada de la gestión pasada. En suma, el gobierno piensa gastar un 40% más de lo que generará como ingresos el próximo año. El segundo componente del financiamiento es ingresos de operación (23%) y el tercero es impuestos que paga el ciudadano y las empresas de a pie como el IVA, IT, etc. (18%). Las rentas petroleras (IDH e IEHD) representan solo el 3% de los ingresos.

Note entonces que el gobierno elefantiásico no se financia mayormente con venta de gas sino con deuda y nuestros impuestos. Considerando además que solo el 30% de la economía es formal y paga impuestos, el baile lo está pagando un segmento muy chico de la población nacional.

Veamos ahora el gasto. El 57% va a gastos corrientes, el 17% va a gastos de capital y el 26% a otros usos que incluyen el servicio de la deuda. Por cada dólar invertido en gasto de capital, por tanto, se gastan 3,5 dólares de gasto corriente. ¿Y a dónde va el gasto de capital ($us 5.000 millones)? A las 70 empresas públicas que en su gran mayoría son deficitarias e ineficientes.

Dentro del gasto corriente, solo la partida de sueldos y salarios llega a $us 6.499 millones que representa el 20% del presupuesto. Nos gastamos alrededor de $us 18 millones al día solo en sueldos y salarios ($us 25 millones por día laboral). El 34% de los $us 6.499 millones se va al magisterio (que ya sabemos es un nido de corrupción e incapacidad que mantiene nuestra educación presa en la mediocridad), 9% a salud, 6% a la policía y 6% a las FFAA. El resto, más o menos el 50%, va para los burócratas que ocupan una silla en la administración pública que incluye a toda la gente que ocupa los 17 ministerios, 53 viceministerios y 200 entidades que dependen de esos 53 viceministerios.

Todo este armatroste se construye además sobre supuestos muy débiles y poco realistas. El presupuesto asume que nuestro producto crecerá el 2022 a una tasa de 5,1% cuando los organismos internacionales como la CEPAL o el Banco Mundial esperan solo una tasa de 3,5%. Se asume además un precio del petróleo de $us 50,5 cuando la EIA de Estados Unidos espera que llegue a $us 68,28. Aquí es importante recordar que un alto precio del petróleo hoy en día nos perjudica más que nos beneficia porque nuestros volúmenes de venta de gas han bajado y seguimos subsidiando fuertemente el precio interno de los hidrocarburos.

Esto es, en resumen, lo que nos quiere vender el MAS y lo que probablemente aprobará sin problema en el parlamento. Deuda y gasto voraz cuando lo que necesitamos es ahorro. Para añadir más monstruos a la película, la semana pasada supimos que nuestras reservas líquidas (divisas) están ya por el piso en $us 1.769 millones. Acordémonos que el próximo año tendremos que pagar alrededor de $us 1.800 millones de bonos emitidos anteriormente. Ronald MacLean ilustra toda esta alarmante situación diciendo que el auto se está yendo al precipicio y el chofer está dormido. A mí me da la impresión de que el chofer no está dormido. Sabe que nos vamos al despeñadero, y aun así no suelta el acelerador.

*Antonio Saravia es PhD en Economía (Twitter: @tufisaravia)



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