Las elecciones de julio pasado en Venezuela y sus derivaciones están concitando la atención del mundo, bajo perspectivas e intereses opuestos.
Están atentos por un lado quienes apuestan a la democracia como la mejor forma de gobierno; aquellos que no la reducen al mero acto de las votaciones, reconociendo como sus cualidades la división de poderes, la justicia independiente, un sistema electoral libre, igualitario, justo, seguro y transparente; el pluralismo político e ideológico y la prensa independiente. En resguardo de la libertad y los derechos humanos. Por otro, quienes se adscriben al totalitarismo con ropaje democrático en función de la estrategia de los enemigos de Occidente; aquellos que vaciaron el contenido de los conceptos políticos y de los valores de la convivencia humana civilizada para pervertirlos con cinismo en aras de tributar a sus intereses inconfesables.
Bajo las circunstancias en que se encuentra Venezuela después de la consumación del delito de usurpación de la voluntad popular por parte del tirano, se ha convertido en un gran motivo de toma de posiciones sin excusa alguna. Dejando fuera de lugar a las medias tintas, a los tibios. De manera que las opiniones de gobiernos, políticos, analistas e individuos se han ido alineando detrás de una u otra posición.
La relevancia de este foco de atención radica en que en este país sudamericano se está definiendo el futuro de la democracia en el mundo; como bien lo dice y repite Cayetana Álvarez de Toledo, la diputada española de mirada profunda e integral que ve las cuestiones geopolíticas de fondo moviéndose detrás de las noticias, dentro de la superficie. Su voz es una de las más claras, sustentadas y orientadoras al respecto. Con ella habrá que convenir en que la partida de ajedrez entre los bloques internacionales en pugna está jugándose en Venezuela.
El punto al que se ha llegado en el camino de resistencia y enfrentamiento a la prolongada dictadura personificada en Chávez, Maduro y Cabello, no habría sido alcanzado sin el liderazgo indiscutible de María Corina Machado. Su lucidez, consecuencia y valentía son algunas de las claves de los logros acumulados por esta lucha ciudadana venezolana, contra viento y marea. Sostuvieron la superación de obstáculos puestos por el régimen a la participación de la oposición en las elecciones del 28 de julio, con victorias de grandes dimensiones:
La exitosa realización de las elecciones primarias de la oposición con la consiguiente articulación de sus fuerzas alrededor de la candidata ganadora.
La inscripción de Edmundo González Urrutia como candidato de la Mesa de Unidad Democrática (MUD) ante las sucesivas ilegales inhabilitaciones de María Corina Machado y Corina Yoris.
La campaña electoral desplegada a lo largo y ancho del territorio del país, pese a no contar con recursos financieros y al permanente sabotaje represivo de la dictadura que impidió el acceso de los candidatos y militantes de la MUD a alimentos, hospedaje, gasolina y otros servicios.
El control electoral desarrollado por más de 600.000 voluntarios que obtuvieron el 85% de las actas de las mesas de votación, procesadas y almacenadas en un seguro y eficiente sistema informático.
El apoyo del 67% del electorado a la candidatura de la MUD, frente a un 30% a la del régimen, según los datos del día de las elecciones. Lo que ha sido afectado este 10/01/2025 con la jura ilegal e ilegítima de Maduro a la Presidencia de la república, es la última victoria. La solución del problema, de fondo y de cuajo. Eso quedó pendiente. “El cobro”, en palabras de María Corina Machado. Traducidas, “la toma del poder”. Y esto es crucial, pues en ningún caso el objetivo final es “ganar las elecciones”; es “tomar el poder”, entendiendo que hacerlo en principio requiere las formas, los medios y las acciones prescritas por las leyes, sin duda. Esos que rigurosamente la MUD aplicó bajo el liderazgo de María Corina Machado desde hace tanto; pero entendiendo que la expulsión del poder de una dictadura para entonces tomarlo requiere además las formas, los medios y las acciones que la historia ha enseñado son indispensables en todos los casos de victoria ciudadana sobre las maquinarias totalitarias desde finales del siglo XX.
A los demócratas de Venezuela les faltó la estrategia para “cobrar” y hoy la suerte de la democracia en su país depende más de factores que no están en sus manos. Que pueden o no ser eficaces.
En contrastación histórica hay que recordar que el 2019 los demócratas bolivianos recorrimos el camino de recuperación de la democracia improvisando, sin estructura, sin unidad, con una campaña débil, sin control electoral… y “cobramos”. Sin pensarlo. En la calle, alcanzando allí la organización y la unidad, aplicando fuerza pacífica. Moral. Pero el cheque no llegó a las manos adecuadas y fue desperdiciado. Lecciones valiosas: Tenemos que hacer todo lo bueno que hizo la MUD en Venezuela y lo que nosotros, bolivianos rebeldes y combativos, sabemos hacer. Y que Venezuela haga lo propio. Ambos, hasta el final.
Gisela Derpic es abogada.