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Vuelta | 23/05/2019

El efecto Almagro

Hernán Terrazas E.
Hernán Terrazas E.
La campaña electoral ganó en interés durante los últimos días, luego que el secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA) respaldara el derecho a la reelección de Evo Morales y compartiera una celebración en el Chapare, justamente en vísperas del primer acto proselitista del Movimiento Al Socialismo.
La polémica suscitada por el titular de la OEA trascendió Bolivia y derivó en una controversia regional. Los aplausos que había recibido  por su papel en la búsqueda de una salida a la crisis venezolana se convirtieron en cuestionamientos de analistas, líderes políticos y periodistas de varios países sudamericanos y Estados Unidos, por su inexplicable cambio en favor de las aspiraciones del mandatario boliviano.

Durante su reciente visita a Argentina, el uruguayo se encontró con una bienvenida fría de los colaboradores más cercanos del presidente Mauricio Macri, quienes optaron por sonreír antes que asentir cuando Almagro se refirió a su reelección.

El apoyo a Morales no fue bien visto en la Casa Rosada y seguramente tampoco lo será en varios países del Grupo de Lima, conformado para ejercer presión y lograr la salida de Maduro en Venezuela, una posición que la diplomacia boliviana no comparte y que combate en todos los foros internacionales.

Por ganar el voto de Bolivia, Almagro se expone a perder el de otros países, que observaron  una conducta poco consistente y coherente del jefe de la OEA, particularmente con relación a Maduro y Morales.

En su programa de televisión, el controvertido periodista peruano Jaime Bayly resumió con sentido del humor la posición de Almagro. "Parece que el secretario de la OEA tiene buena vista en Venezuela y astigmatismo en Bolivia", dijo.

Como fuere, el tema se instaló en el debate electoral y puso a Bolivia, cuyo proceso electoral estaba pasando desapercibido, en el radar del interés continental.

¿Quién saca mayor provecho de la intervención de Almagro? Una primera lectura, muy superficial tal vez, podría llevarnos a pensar que Morales fue el beneficiario porque por fin consiguió que una voz externa relevante se pronuncie a favor de la legalidad de su postulación.

Pero si se observan los hechos desde la dinámica interna es evidente que el respaldo del Secretario General de la OEA revivió, asi sea coyunturalmente, la mística democratica que había caracterizado el impulso opositor en la batalla por el 21F.

El efecto Almagro ha sido contraproducente para Morales. Repuso el debate sobre la legalidad de su habilitación, pero está vez a nivel regional y, de paso,  reactivó el rechazo interno por el desconocimiento de los resultados del 21F, adormecido por la convocatoria apresurada a unas elecciones primarias que sólo sirvieron para ratificar candidaturas.

Las iniciativas de unidad que habían quedado archivadas parecen haber cobrado un nuevo impulso, al calor de un debate inesperado y producto también de los resultados de las ultimas encuestas, que muestran una brecha cada vez más grande entre el aspirante del MAS y el de Comunidad Ciudadana.

Los estudios de opinión emiten “señales” contradictorias, pues mientras en la mayoría de los casos la gente vería con simpatía la unidad, aparentemente también cuestionaria que el bloque opositor sumara proyectos y protagonistas difícilmente compatibles.

Las estrategias de las candidaturas de oposición resistieron tal vez la prueba de los primeros meses de una campaña poco estimulante para un electorado emocionalmente desvinculado del proceso, pero a medida que pasa el tiempo y no se advierten señales de un cambio significativo y favorable en las preferencias electorales, con certeza tendrán que realizar algunos ajustes.

Por lo pronto, en el caso de Comunidad Ciudadana se sabe que en las próximas horas, el sociólogo y analista Diego Ayo será designado como vocero de la campaña de Carlos Mesa. Se trata de una voz más vigorosa y polémica, que permitirá al candidato mantener una línea no confrontacional, sin descuidar la construcción de una defensa que pueda transformarse en ataque inteligente cuando sea necesario.

La apuesta por Ayo obedecería también a la necesidad de minimizar la exposición de Carlos Mesa frente a los frecuentes ataques de alfiles de la candidatura de Morales, como el ministro de Comunicación, Manuel Canelas, el de gobierno, Carlos Romero, la diputada Susana Rivero y otros  que llevaron al lider de Comunidad Ciudadana a debates desgastantes.

El efecto Almagro movió las fichas en el tablero político. El triunfalismo inicial del gobierno, que encontró en las declaraciones del secretario de la OEA el oxígeno de un cambio de agenda, que le permitió alejarse del escándalo de los narcovínculos policiales y otros fantasmas, tropieza ahora con la evidencia de que el 21F continúa siendo un talón de Aquiles, que bien explotado por la oposición podría conducir nuevamente el debate electoral a un terreno propicio: el de democracia versus autoritarismo.

Hernán Terrazas es periodista.


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