No fue soplar y hacer botellas. Fueron años de estudios especializados, de búsqueda de financiamiento ante organismos de cooperación internacional, de coordinación con organizaciones no gubernamentales, de preparación técnica con la universidad Mayor de San Andrés y de socialización con los operadores privados de un servicio esencial en la ciudad de La Paz. Todo comenzó en 2001, en la primera gestión de Juan Del Granado, y coronó el 24 de febrero de 2014, en la primera gestión de Luis Revilla.
Ingresó muy joven a la gestión municipal. Había concluido su carrera universitaria y quería conquistar el mundo. Encontró en la Alcaldía paceña la oportunidad de formar parte de una ola de transformación urbana con algo que le apasionaba: la planificación para el desarrollo o las políticas públicas para mejorar la calidad de vida de la gente. Se interiorizó de un proyecto pionero en el municipio que se veía líder y no paró hasta ver circular en las empinadas calles de la ciudad maravilla a los buses del sistema de transporte tronco alimentado. Fue uno de los artífices.
Gustavo Bejarano, economista y planificador, empezó a trabajar en la Secretaría Ejecutiva, pasó por la Dirección de Planificación y dirigió la implementación del proyecto “La Paz Bus” como Oficial Asesor del Gobierno Municipal. Conoce a detalle cada paso que dio el exitoso sistema de transporte público cumplió 10 años este 2024 en la sede de gobierno. Bejarano ha sido una suerte de puente entre la decisión inicial y el formidable aporte de Revilla y su administración con los icónicos buses PumaKatari y ChiquiTiti.
El Alto intentó replicar la buena práctica con un sistema parecido, pero no llegó lejos. Santa Cruz de la Sierra se lanzó ambiciosamente al BRT o buses tronco alimentados, partiendo del primer anillo. El proyecto fracasó. Cochabamba optó por el Tren Urbano como columna vertebral de su sistema público de transporte y aún no se conocen los resultados en cuanto a la satisfacción de las necesidades de movilidad en el área metropolitana cochabambina.
Diez años después, Gustavo Bejarano afirma con orgullo –en una suerte de balance necesario– que en La Paz se cambió el paradigma del transporte urbano con la triada de tener el mejor bus, el mejor talento humano y el mejor servicio para generar mejores usuarios, mejores ciudadanos.
El décimo aniversario de los PumaKatari es la prueba fehaciente de que las decisiones electromecánicas que se tomaron en su momento –para que una ciudad única como La Paz, por su topografía y sus condiciones de vialidad, tenga un bus único– fueron las correctas, dice recordando que el exalcalde 2010-2021 y su equipo apostaron por los sectores más urgidos de un transporte digno, seguro y económico.
En términos contables y de depreciación, el primer lote de unidades debería haber cumplido su vida útil, pero los buses BA (Buses Alimentadores) siguen circulando íntegros por las calles y avenidas paceñas. Con un adecuado mantenimiento, afirman sus gestores, podrán seguir sirviendo a la comunidad por otros diez años más.
En ciertas horas del día, los PumaKatari y los ChiquiTiti prácticamente se transforman en buses escolares por la demanda de estudiantes que van o vuelven de sus escuelas y colegios; son los preferidos de las personas de la tercera edad porque encuentran respeto, consideración, ayuda y una tarifa diferenciada, al igual que los escolares. Además, fueron los primeros vehículos de transporte público en Bolivia diseñados para trasladar pasajeros que usan sillas de ruedas, ahorrándoles recursos económicos y revalorizándolos de cara a la ciudad y la movilidad urbana.
Por eso es que las tres primeras rutas de “La Paz Bus” fueron hacia Inca Llojeta, cerca de la ciudad de El Alto; Villa Salomé, en la parte alta de la ladera Este de la hoyada paceña; y Chasquipampa, una zona que mezcla lo urbano con lo rural de La Paz.
En una segunda fase, los buses municipales llegaron a Caja Ferroviaria, en el macrodistrito Max Paredes, en la cima de la ladera Oeste de La Paz; pusieron en marcha la ruta integradora cubriendo la avenida Periférica hacia la salida a los Yungas paceños, y atravesaron los Puentes Trillizos, Cuarto Centenario, Alto Obrajes, Bella Vista, Bolognia e Irpavi para llegar hasta Irpavi II.
Una tercera fase contemplaba cuatro rutas. Revilla alcanzó a inaugurar la que une San Pedro con Achumani y Huayllani, luego de una trifulca entre minibuseros y vecinos decididos a romper el monopolio del pésimo servicio de los primeros. Se vino la grave crisis política de 2019 y más de 60 buses PumaKatari de una flota recientemente adquirida fueron incendiados por vándalos dirigidos por el impresentable exdirigente vecinal y candidato masista Jesús Vera en los patios de Achumani y Chasquipampa.
Bejarano recuerda que las otras tres rutas de la tercera fase –Pasankeri, Alto La Portada y Mallasa– fueron entregadas a la actual gestión municipal con todos los estudios terminados. Simplemente había que actualizarlos y ponerlas en ejecución, sobre todo luego de la reposición de los buses vandalizados. En 2023, el alcalde de La Paz, Iván Arias, inauguró la versión corta de la ruta hacia Alto La Portada. Las otras no pasaron de los acostumbrados anuncios farandulescos.
La actual gestión hizo complementaciones como el tramo entre Irpavi II y la calle 1 de Los Pinos, extender la ruta que va a Inca Llojeta partiendo desde la calle 13 de Obrajes e ingresar al Barrio Gráfico con la ruta integradora. Bejarano anota con tono apenado que, si se habla de nuevas rutas, solo se puede mencionar la que va hasta Alto La Portada, aunque el plan inicial era llegar hasta la avenida Panorámica, en la frontera misma con El Alto.
El Censo del sábado 23 de marzo parece que confirmará lo que el pertinaz investigador Carlos Hugo Molina viene anunciando desde hace tiempo atrás: la nueva Bolivia será predominantemente urbana y, claro, la densificación poblacional en la zona metropolitana de La Paz necesitará respuestas efectivas en varios aspectos, entre ellos la movilidad de sus habitantes. Con esta gestión municipal es muy poco lo que se puede avanzar en esta materia.
Me animo a pensar que, en las próximas elecciones municipales y departamentales, éste puede ser uno de los ejes de discusión y de propuesta por las nuevas dimensiones que va adquiriendo y porque el riesgo está en una acelerada precarización del servicio, si se deja que los operadores privados sigan haciendo de las suyas. La próxima gestión municipal tendrá que rescatar no solamente el programa La Paz Bus para la comunidad, sino situarlo en un contexto mayor, de servicio de transporte metropolitano con buses tronco alimentados, como fue gestado.
Edwin Cacho Herrera Salinas es periodista.