Gonzalo Chávez Álvarez
En la semana que termina y después de cinco largos meses el Banco Central de Bolivia (BCB) presentó los datos de las reservas internacionales (RI). ¡Eureka! ¡Gracias a San Lenin! Se escucho voces entre los agentes económicos, personas y empresas que estaban tomando decisiones financieras y comerciales a oscuras.
!No tan rápido, cara pálida! Los milagros no existen en la revolución. El BCB presentó los datos de las RI pero de abril de este año. Entonces esta información es de hace dos meses. Es una fotografía vieja. Cabe recordar que, anteriormente, el banco presentaba estos datos todas las semanas del Señor. Así, las expectativas sobre el tipo de cambio se alimentaban de información fresca y ciertamente los actores económicos tomaban mejores decesiones a futuro. Nota de pie de página adelantada: la información es un bien público, es un derecho ciudadano. No es un favor de Estado.
Bueno, volvamos al tema de los dólares. Comprenderá amable lector que dado al ritmo intenso en que se mueve la economía, mucha agua corrió bajo el puente durante los meses de mayo y junio, se aprobó la Ley del oro y la pelea dentro de la hermanad está feroz. Por ejemplo, esta información de las RI no nos dice si ya se vendieron los lingotes oro o el impacto que tiene la champa guerra interna en la oferta y demanda de dólares en la región productora de margaritas, el Chapare. Tal vez en agosto lo sabremos.
Pero el informe del BCB beneficia a la memoria corta de la historia. En efecto, sabemos que el total de las RI bajaron de la segunda semana de febrero, que estaban en 3.538 millones de dólares, a 3.158 millones de dólares a finales de abril. O sea menos 380 millones de verdes. Ahora, si tomamos el dato mensual, en enero las RI eran de 3.616 millones, es decir perdimos 488 millones de washingtones. Contrariando a la más elemental aritmética y a pesar de estas diferencias, el BCB nos habla de estabilidad. ¡No waway! Las RI bajaron en un 10,7%. en el primer caso y 14,5% en el segundo.
Bueno como era de esperar, las RI en oro no variaron pero las divisas, la marmaja constante y sonante, si bajaron de 372,4 millones de dólares a 310 millones de verdes.
Otro dato del informe oficial de las RI es que, entre enero y abril del 2023, el gobierno gastó 488,9 millones de dólares de los derechos especiales de giro (DEG) del Fondo Monetario Internacional (FMI). Despotricamos contra la suegra FMI, pero usamos la platita que nos ha asignado sin decir “Jesús”. La necesidad tiene cara de hereje revolucionario. Eso es lo que había que hacer. No hay por qué sonrojarse. Además, así lo recomendó el sindicato de los siempre bien ponderados opinadores económicos y otras víboras del pantano neoliberal.
Siguiendo la línea discursiva del pasado, a los malditos opinadores no se les reconoce las sugerencias, pero sí se insiste que la escasez de dólares fue el resultado de un proceso especulativo, alimentado por estos, los voceros políticos y las satánicas redes sociales.
Por supuesto esta es la vieja estrategia de que el desandar revolucionario es una conspiración del empedrado. Pero ni una sola palabra sobre los errores de política económica oficialista y los problemas estructurales de la economía boliviana, que son las causas de los cambios de las expectativas de los agentes económicos sobre la situación de los dólares en los últimos meses.
A saber, en el corto plazo:
a) Obligar a las empresas estatales a traer sus dólares a Bolivia. Este es un grito tarzanesco de ayuda. No hay dólares, ¡help!
b) Implementación del “bono remesas” para los bolivianos que viven afuera para que traigan sus dolarachos. Socorro, todo puchito verde cuenta.
c) Venta directa dólares a la gente. Al emblema de la estabilidad económica, el Banco Central, se le puso en su puerta el símbolo de la escasez, las filas kilométricas de personas. Hermes se volvió cambista.
d) El BCB creó un tipo de cambio preferencial para exportadores. Un claro signo de desesperación. Les pagaremos más por su dólares.
La escases de dólares, que el gobierno insiste es una conspiración de cuatro gatos, eso sí de Angora, en realidad también tiene orígenes estructurales y de largo plazo. Veamos:
a) Caída estrepitosa de la renta gasífera. En el año 2014, Bolivia recibía 5.489 millones de dólares; por este concepto, el año pasado esto bajó a 2.289 millones de dólares, por lo tanto, el Estado dejó de recibir 3.200 millones de dólares. ¡El gas se hizo gas, waway! Puro talento de los Chuquiago Boys energéticos que no invirtieron en exploración.
b) Nueve años de déficit público, que en promedio está en torno de 7% del producto y fue financiado por pérdida de las reservas internacionales. Cabe recordar que el año pasado los subsidios a los hidrocarburos fueron de 1.700 millones de dólares.
c) En 2014, las RI llegaban a 15.000 millones de dólares. La gestión de Evo, Añez y Arce gastaron más de 12.000 millones de dólares de estas reservas, por supuesto, engatusados por los poderes telepáticos de los opinadores.
Una vez más el BCB confirma que las estadísticas son como el bikini y las mallas, muestran casi todo, pero esconden lo principal, y que la culpa de la problemas económicos siempre la tiene el mayordomo y el mensajero.