Las declaraciones de Mesa, que no recibieron cobertura en medios nacionales, se
dieron en medio de una creciente presión interna por la unidad y cuando casi
nadie entiende qué diferencias pueden existir entre los dos principales
candidatos de oposición que impidan una alianza para enfrentar con mejores
posibilidades a Evo Morales.
El entorno de Mesa propuso con escaso éxito un debate de diferenciación, en el que Mesa aparecía como el candidato “no político” y de “centroizquierda”, frente a Ortiz, como supuesto representante de una suerte de conservadurismo de derecha y de una clase política en retirada.
En Bolivia dijo No los argumentos en contra de la unidad tenían que ver con que Mesa era más de lo mismo y que en realidad no jugaba el papel de verdadero opositor.
En esta pugna de desgaste entre los candidatos que buscan derrotar a Evo Morales en las elecciones de octubre, el gran ganador continuaba siendo el actual Presidente del Estado, quien la verdad no ha necesitado una artillería muy pesada para golpear a sus adversarios.
Las diferencias entre los opositores se produjeron, además, justamente cuando mayores flancos de debilidad mostraba el gobierno. No sólo por las evidencias críticas de vinculación de policías, jueces y fiscales con el narcotráfico, sino por la constatación de que en los últimos 13 años los narcos penetraron la débil estructura estatal supuestamente organizada para perseguirlos.
La situación ha llegado a tal extremo de alarma, que no son pocos los que observan que así como la defensa de la coca fue uno de los factores que explicó el ascenso de Evo Morales en el campo político, también el arbusto y su destino mayormente ilegal podría representar un golpe muy duro en las aspiraciones del principal dirigente cocalero para reelegirse en la Presidencia. Así, el poder y la caida tendrían que ver con la misma “materia prima”.
Pese a que el tema del narcotráfico tiene una indudable importancia, los opositores parecían más preocupados hasta ahora por explicar lo que los separa, que por poner el dedo en la llaga de los graves problemas que afectan al gobierno, como el de la corrupción, por ejemplo, o el de una inocultable desaceleración de la economía.
Hasta hoy ninguno de los aspirantes de oposicion se ha pronunciado con claridad sobre los nubarrones que se avecinan en el horizonte económico, como si hablar de economia en tiempos del PIB del 4% fuera algo prohibido.
El principal problema que enfrenta la oposicion es que no ha logrado diferenciarse nítidamente del gobierno, porque de una u otra forma cree que al marcar una distancia con el conjunto de las políticas gubernamentales, cometería el error de divorciarse de aquellos segmentos de la población que no ven con malos ojos lo hecho por Morales, aunque aparentemente preferirían que deje el paso a otros a partir del 2020
La unidad, que para algunos estrategas del mesismo, significaría llevar a Mesa a una segura derrota – porque lo haría indistinto de los neoliberales, tradicionales y demás – para otros es la única salida al por hoy débil frente opositor, que observa el estancamiento de las preferencias electorales y, como van las cosas, la posibilidad de que el candidato del oficialismo pueda ganar en la primera vuelta de los comicios.
Las señales de un Mesa más relajado y sin la presión inmediata de sus asesores, abrieron la esperanza de acercarse a una visión común, precisamente cuando se produjo la primera baja entre los candidatos. Aunque irrelevante desde el punto de vista cuantitativo, la renuncia de Jaime Paz Zamora, marcó lo que podría ser el camino a seguir para otros aspirantes que, en ya varios meses de campaña, ni siquiera lograron superar la barrera del 3% de intención de voto.
A 128 días de las elecciones, la oposición corre contra el tiempo y la ciudadanía permanece prácticamente a oscuras sobre las tendencias del voto, porque por primera vez en la historia democrática boliviana está prohibida, de facto, la difusión de encuestas. Sólo se reiniciará su publicación dentro de unos meses.
Hernán Terrazas es periodista.