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Mundo | 13/04/2024

|ANÁLISIS|El abismo entre Haya de la Torre y Glas|Javier Viscarra|

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EFE

Brújula Digital|13|04|24|

Javier Viscarra

Una chica guapa cae al suelo y, embobados, los agentes de seguridad peruanos (llamados soplones) que resguardaban diversas sedes diplomáticas en Lima, entre ellas la de Colombia, van en su auxilio y así, aprovechando la distracción de los vigilantes, entra el trujillano Raúl Víctor Haya de la Torre al interior del recinto diplomático de Colombia para quedarse cinco años, tres meses y tres días como asilado en la embajada.

Este pasaje de la historia contemporánea latinoamericana de mitad del siglo pasado es, probablemente, uno de los casos más emblemáticos sobre la figura del asilo. Haya de la Torre era líder del partido político Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) cuyo parangón puede equipararse con en el MNR de Bolivia o el peronismo argentino; por ello aquel suceso marca un hito en este tema.

Hacia 1950, Víctor Raúl ya era parte del paisaje de la embajada de Colombia en Lima. Tras el retiro obligado por parte de Perú del embajador colombiano que aceptó su asilo, Carlos Echeverri Cortés, se suceden varios cambios de jefes de misión debido al asedio y presión de la dictadura peruana encabezada por Manuel Odría. En cada cambio de jefe de misión de Colombia, el político peruano Haya de la Torre formaba en la fila de quienes le daban la bienvenida al nuevo representante. Poco faltaba para que le indicara al nuevo representante los pormenores de la instalación.

Haya de la Torre fue un líder político perseguido por la dictadura peruana de ese tiempo y, por lo tanto, un ícono del asilo latinoamericano. Fue un hecho comparativamente diferente al asilo concedido el 5 de abril de este año por el presidente de México, Manuel López Obrador, a un político corrupto, con sentencia ejecutoriada y con otros procesos en curso, como Jorge Glas, exvicepresidente de Ecuador del partido de uno de los líderes del socialismo del siglo XXI, Rafael Correa.

El violento retiro de Glas de la embajada de México en Quito ha merecido el unánime repudio de la comunidad internacional, porque ha socavado la piedra angular de la armonía diplomática, la inviolabilidad de sus recintos.

De inmediato los países se han pronunciado criticando la acción del presidente ecuatoriano Daniel Noboa, incluso insinuando que su juventud lo llevó a precipitarse en una acción claramente violatoria de la Convención de Viena de 1961 y, casi de inmediato, se llamó a reunión del Consejo de la Organización de Estados Americanos.

Con esa vorágine de pronunciamientos, la OEA emitió el 10 de abril una significativa resolución, fruto de un intenso debate, no solo en el salón del consejo sino, sobre todo, en los pasillos de la sede de la OEA. En esas discusiones algunos países hablaron de la violación mexicana a la hasta ahora inmaculada figura del asilo.

En ese debate previo, se buscó incluir la violación de la Convención de 1954; algo que por la redacción final se terminó aceptando, pero sin nombrar a México. Así, su texto, luego de condenar la acción de Ecuador, se refiere a la otra violación que estos días rompe la armonía del quehacer diplomático.

La resolución de la OEA 

El título de la resolución de la OEA introduce una sugestiva coma antes de la conjunción “y” para referirse a la figura del asilo como tema indudablemente separado. El texto de la resolución CP/RES. 1253 (2494/24) dice: “Intrusión de la policía ecuatoriana en la embajada de México en violación de la convención de Viena sobre relaciones diplomáticas y la institución del asilo diplomático”.

Lo destacado de la resolución es que, además de condenar la acción de Ecuador, en el artículo 6 se reafirma “la obligación que tienen los Estados Parte de la Convención de Asilo Diplomático de 1954 de respetar en su integridad todas sus disposiciones”.

La conclusión de la resolución exhorta a Ecuador y México “a que, de acuerdo con el derecho internacional, inicien un diálogo y tomen acciones inmediatas para resolver este grave asunto de manera constructiva”.

La CELAC

La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) también intentó una rápida convocatoria a los jefes de Estado de los países parte de este foro de discusión política para tratar la delicada situación, pero el llamado no tuvo la convocatoria esperada.

El traspié obligó a la presidenta pro tempore de la CELAC, Xiomara Castro, a reprogramar la reunión de la Cumbre Virtual y Extraordinaria para el martes 16 de abril y que es probable que concluya también exhortando a un acercamiento de las partes.

Empero, antes siquiera que Ecuador y México intenten resolver el desencuentro por la vía de la negociación, siguiendo el mandato de la OEA, México presentó el jueves 11 de abril una demanda ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ).

Corte de La Haya

En nota formal dirigida al máximo organismo judicial en el mundo, México presento su aplicación (demanda), incluyendo una solicitud de medidas provisionales para que Ecuador proteja los inmuebles y documentos de los diplomáticos mexicanos que tuvieron que salir presurosos de Quito, seguramente dejando diversos compromisos pendientes.

El pedido mexicano tiene tres puntos, cada uno con varios incisos; en el primero ese país pide que la CIJ declare que Ecuador ha violado las cartas de las NNUU y de la OEA; pide además sentenciar que Ecuador repare íntegramente el daño sufrido.

En el segundo punto, pide a la CIJ suspender a Ecuador como miembro de las Naciones Unidas hasta que no emita una disculpa pública reconociendo sus violaciones a los principios y normas fundamentales del derecho internacional.

En el último petitorio, México pide que se establezca un precedente para que el Estado que actúe como lo hizo Ecuador sea expulsado de las Naciones Unidas.

Evidentemente, el pedido mexicano puede resultar excesivo y complicado de atender, pero sobre todo porque se deberá aguardar la respuesta ecuatoriana que no extrañará que acuda a la CIJ con una contrademanda, respecto a las violaciones de la Convención del Asilo Diplomático de 1954 que en su artículo 3 dice que “no es lícito conceder asilo a personas que al tiempo de solicitarlo se encuentren inculpadas o procesadas en forma ante tribunales ordinarios competentes y por delitos comunes”.

El prestigio mexicano

México ha ganado prestigio en la aplicación del asilo diplomático. Recibió en calidad de asilados a los que escapaban del rigor de la prolongada dictadura franquista en España. El poder omnímodo de Francisco Franco dejó muertos y asilados por doquier. También en las décadas de los años 60, 70 y 80, los gobiernos de duras dictaduras militares en Latinoamérica provocaron otra numerosa ola de asilados en recintos mexicanos, algunos de ellos bolivianos.

Sin embargo, en los últimos años, durante el gobierno de AMLO, México ha dado curso al asilo apoyado en el artículo 4 de la Convención de 1954 que dice que “corresponde al Estado asilante la calificación de la naturaleza del delito o de los motivos de la persecución”.

Sin embargo, es posible que el abuso de esta prerrogativa y un sesgo político esté llevando a convertir la figura del asilo en una fuente de cobijo para personas que han cometido delitos comunes.

Uso político del caso

Desde los dos países involucrados en el caso han surgido versiones sobre el uso político de esta situación. Hay quienes consideran que AMLO ha dejado preocupados a sus connacionales al ingresar en terrenos de otros Estados. Por el lado de Ecuador se cree que su presidente ha logrado redituar opiniones favorables entre sus ciudadanos que ven al mandatario con la suficiente fuerza para hacer respetar los intereses de su país.

El destacado político mexicano Ricardo Pascoe, entrevistado por la periodista de Carmen Aristegui de CNN, sostuvo que el presidente mexicano pretende alargar el caso con miras a su uso político dado que las elecciones generales en ese país se encuentran en su fase final.

La repercusión de los hechos ocurridos el 5 de abril en Quito ha provocado revuelo en los países latinoamericanos, pero la noticia no ha causado el mismo impacto en otras latitudes, por ello es prudente esperar el desarrollo de los acontecimientos; es necesario ver cómo influye la resolución de la OEA, cuál el derrotero del caso en la CIJ y sobre todo la posibilidad de una conciliación que bien puede ser auspiciada por terceros países.

Javier Viscarra es periodista, abogado y diplomático.



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