El economista Mauricio Medinacelli y otros expertos afirman que el salar de Uyuni, con su atractivo turístico, ofrece mayores oportunidades económicas que la explotación del litio, cuya industria ha mostrado rendimientos muy inferiores al gas natural en Bolivia.
Salar de Uyuni./Foto: ABI
Brújula Digital|21|09|24|
Javier Aliaga
Nota de apoyo del reportaje ganador del fondo concursable convocado por la Asociación de Periodistas de La Paz
El economista y exministro de Hidrocarburos Mauricio Medinacelli hizo una investigación sobre el potencial impacto del negocio del litio en la economía del país y concluyó que “no sustituirá, ni generará los mismos ingresos, ni las exportaciones que el negocio del gas en Bolivia”, incluso en un escenario de precios altos y con una producción de hasta 50.000 toneladas de carbonato de litio.
“Se estima que los ingresos anuales para el Estado boliviano fluctuarían entre 200 y 400 millones de dólares, cifra once veces inferior a la generada por el gas natural, mientras que las exportaciones adicionales podrían alcanzar entre 715 y 900 millones de dólares anuales, siete veces menos que las del gas”, indica Medinacelli en el estudio patrocinado por OXFAM.
En su mejor momento, entre el 2011 y el 2014, el valor de las exportaciones de gas osciló entre 4.500 y 6.000 millones de dólares.
En coincidencia con Mondaca, el exministro de Hidrocarburos afirmó en una entrevista que “el salar tiene más potencial que el litio” y “el turismo es un mejor negocio” que el metal.
El desierto de sal tiene una superficie de más de 10.000 kilómetros cuadrados y es considerado una maravilla de la naturaleza, visitada anualmente por decenas de miles de turistas.
El turismo, una industria en crecimiento en Bolivia
El turismo en Bolivia supuso en 2023 ingresos por 803 millones de dólares, según el Gobierno.
Medinacelli lamentó que se hayan gastado 1.000 millones de dólares en el proyecto de litio sin resultados y afirmó que pudieron haberse invertido en el potenciamiento turístico de Uyuni.
Consideró también que se hizo “mal en dejar que el Estado se encargue de un negocio del que no tenía conocimiento, no tenía mercado y no tenía la voluntad política de hacerlo bien”.
Además, según el entrevistado, para el propio sector privado la venta de carbonato de litio desde Bolivia “es un proyecto mediamente ventajoso” y los inversores necesitan tener altas ganancias y pondrán condiciones debido a que el país “tiene una tradición de nacionalización”, que no se puede borrar ni con una nueva normativa que estimule a los inversores.
“Ellos van a entrar porque es negocio, pero ya no tendrán cuidado en el agua que se utiliza, ya no tendrán cuidado en manchar el Salar que es un atractivo turístico, pedirán pagar menos impuestos, pedirán traer a su propia mano de obra. Entonces son condiciones que pedirán ceder”, advirtió el economista.
Las exigencias, según el análisis, serían la consecuencia de la historia nacionalizadora del país.
En 1992, fracasó el intento de una primera explotación del litio por medio de la estadounidense FMC Lithco; en 2019 también se retrocedió en otra operación de asociación con la empresa alemana ACI Systems; después fracasó el proyecto de la estatal YLB con las piscinas y ahora Bolivia está en un cuarto intento para avanzar en la asociación con privadas de China y Rusia.
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