En el área rural, el supuesto beneficiario central, apenas la mitad de la población accede a internet móvil y menos del 5% a internet fijo, dijo el Censo 2024.
Brújula Digital|07|10|25|
Julio Linares y Jimmy Osorio/BoliviAnalitika
El satélite Túpac Katari fue presentado en 2013 como la llave para cerrar la brecha digital entre el campo y la ciudad. La promesa era contundente: televisión, telefonía e internet a precios bajos en comunidades alejadas. Trece años después, los datos del Censo 2024 nos obligan a poner las cosas en perspectiva.
En el área rural, el supuesto beneficiario central, apenas la mitad de la población accede a internet móvil y menos del 5% a internet fijo. Solo 9 de cada 100 personas tienen televisión satelital, cuando se esperaba que el satélite fuera la principal herramienta para masificar este servicio. En cambio, la televisión por antena tradicional y el esfuerzo de Entel con radiobases sostienen gran parte de la conectividad.
En las ciudades la historia es distinta: la competencia de la fibra óptica, instalada por operadores privados, relegó al satélite a un papel marginal. Más de la mitad de los hogares urbanos ya tienen internet fijo y siete de cada diez personas usan datos móviles. Sin embargo, la televisión satelital alcanza apenas al 28 % de la población urbana, lo que muestra que el mercado urbano nunca fue terreno fértil para el satélite.
El problema es doble. Por un lado, la inversión de 300 millones de dólares –financiada en gran parte con crédito chino que seguirá pagándose incluso después de que el aparato quede obsoleto en 2030– no se tradujo en la cobertura prometida. Por otro, el modelo de negocio de la Agencia Boliviana Espacial se basó en captar usuarios en áreas rurales, donde los costos de equipos y servicios aún son una barrera.
Los datos son claros: 9 de cada 10 bolivianos tienen celular, pero solo dos tercios pueden usarlo con internet; en el campo, apenas la mitad. Eso significa que la inclusión digital sigue incompleta y que el satélite, por sí solo, no resolvió el problema (lea aquí el boletín completo con los datos referidos).
La lección es evidente: más que depender de un único satélite, Bolivia necesita una estrategia integral que combine infraestructura de fibra óptica, alianzas público-privadas y modelos de precios ajustados a la realidad rural. El Túpac Katari abrió camino, sí, pero también dejó claro que la conectividad plena requiere más que tecnología en órbita: exige políticas sostenibles en tierra.
BD