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Economía | 25/08/2025   03:35

|OPINIÓN|La soya en el meollo económico y político de Bolivia|Abraham Nogales|

El VI Congreso Internacional de la Soya se lleva a cabo desde el 21 y hasta mañana 26 de agosto. Está enfocado en sostenibilidad y biotecnología, dos ejes que resumen los grandes retos de la producción soyera en Bolivia, que además están muy ligados el uno con el otro.

cosecha de soya. Foto ABI.
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Brújula Digital|25|08|25|

Abraham Nogales

En un año marcado por el debate electoral es evidente que el agro cruceño se ha convertido en una de las prioridades de las ofertas políticas. No es casualidad: la soya, como cultivo estratégico, concentra el 40% de la superficie cultivada del país, representa más del 40% de las exportaciones no tradicionales y constituye un sostén para más de 14.000 productores, entre pequeños, medianos y grandes. La economía boliviana depende de este grano mucho más de lo que suele reconocerse en el debate público.

Hoy Bolivia enfrenta un contexto económico complejo: reservas internacionales en mínimos históricos, un tipo de cambio presionado por la escasez de divisas, déficit fiscal persistente y limitaciones para la importación de insumos básicos. En este panorama, el agro no es solo una alternativa de desarrollo, es la base sobre la cual puede sostenerse una salida sostenible de la crisis.

Sin embargo, también es un tiempo de decisiones políticas. Los discursos electorales que enarbolan el respaldo al agro deben convertirse en políticas públicas concretas. 

En este escenario cobra relevancia la realización del VI Congreso Internacional de la Soya que se realiza desde el 21 hasta mañana 26 de agosto. Este año el evento está enfocado en sostenibilidad y biotecnología. Dos ejes que resumen los grandes retos de la producción soyera en Bolivia, que además están muy ligados el uno con el otro.

La sostenibilidad no es un concepto abstracto, significa producir más con menos impacto ambiental, cuidar el suelo y su humedad, incorporar prácticas de rotación de cultivos y así acceder a mercados que exigen calidad y responsabilidad ambiental. 

Y, justamente, la biotecnología es la herramienta que permitirá la agricultura sostenible en  Bolivia, de tal modo que cerremos la brecha productiva frente a nuestros vecinos, quienes ya adoptaron variedades resistentes a sequías y plagas, que redujeron sus costos y mejoraron sus rendimientos.

La coyuntura política nos recuerda que el futuro del país está en juego. Pero este congreso de la soya nos recuerda algo aún más importante: el futuro también se siembra. Y la semilla de la soya puede convertirse en la garantía de seguridad alimentaria interna y en la mayor fuente de divisas que tenga Bolivia para estabilizar su economía.

Sabiendo además que es una cadena que impulsa en nuestro país la producción de otros granos como el sorgo, el trigo, el maíz, el girasol y la chía, que, a su vez, son insumos esenciales para la producción de carne de pollo, de res, de cerdo, huevo, lácteos y harinas.

Al parecer las propuestas electorales lo entendieron, aunque lamentablemente tenemos varios años de letargo. Por eso no basta solo reconocer la importancia de la soya, es necesario avanzar en tres grandes líneas: seguridad jurídica para la tierra, acceso a biotecnología moderna e insumos y una liberación plena de las exportaciones complementada con una mayor apertura hacia mercados internacionales. Sin estos elementos será imposible potenciar la productividad y la competitividad del sector.

Es hora de que los compromisos se traduzcan en acciones. El sector soya está listo para ser el motor de una Bolivia productiva, sostenible y competitiva. Lo único que falta es decisión política.

Abraham Nogales es presidente de la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo.



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