|ANÁLISIS|Soluciones que no llegan: una reflexión sobre la crisis económica|Alejandro Hurtado|

Brújula Digital|06|12|24|

Alejandro Hurtado

La crisis económica en Bolivia ha empeorado en el último año. Esta es una realidad difícil de ignorar, especialmente para quienes entendemos las causas de esta situación. Durante mis visitas al mercado popular, he notado algo curioso: ahora se ve más gente, no solo los habituales como obreros y oficinistas, sino también personas con trajes caros y de mayores ingresos. Esto es un reflejo claro de la crisis: la gente que antes podía comer en lugares caros ahora busca alternativas más económicas, como los mercados populares.

En un país económicamente estable, la gente no cambiaría sus hábitos tan rápidamente. Sin embargo, el aumento de clientes en los mercados populares muestra cómo la crisis está afectando a todos. Los precios de los restaurantes y otras opciones de comida han subido, y por eso muchos prefieren comer en estos lugares más económicos.

Hace unos días, fui a comprar una hamburguesa a un puesto que normalmente estaba vacío, pero ahora había una fila de personas esperando bajo la lluvia. Este cambio no es aislado: más y más personas están cambiando sus hábitos de consumo por la crisis económica. Aunque no sea el mejor sabor, los precios más bajos están impulsando a la gente a preferir estos lugares. Me sorprendió ver cómo un lugar que normalmente no tenía mucha afluencia de clientes se llenaba rápidamente. La gente estaba dispuesta a esperar bajo la lluvia por algo más económico, aunque no fuera lo mejor en calidad. Esta tendencia es cada vez más común y refleja la situación que enfrentamos: la necesidad de ajustar nuestros hábitos de consumo debido a los precios más altos.

Esto me hizo reflexionar sobre el mercado en general. Los comerciantes deben adaptar sus productos según la demanda y los precios. El hombre que vende hamburguesas, por ejemplo, lleva la cantidad de comida necesaria según la cantidad de clientes. Si ve que la demanda aumenta, compra más ingredientes. Si la demanda baja, ajusta la cantidad. Es un proceso natural. Sin embargo, si hay señales confusas en el mercado o demasiados cambios artificiales, puede resultar en caos y en la incapacidad de satisfacer a todos los clientes.

Este es el problema en Bolivia. La intervención del gobierno en el mercado está creando demasiadas señales contradictorias. Las empresas deben adaptarse a estas señales cambiantes y, en muchos casos, no logran hacerlo. Esto provoca un aumento de precios y una caída en la capacidad adquisitiva de las personas, creando una espiral negativa.

El comerciante de hamburguesas no sirve a todos los clientes, lo que lo obliga a ajustar sus precios y cantidades. Lo mismo sucede con los mercados populares: si las caseras aumentan los precios para mantener sus márgenes, los clientes más pobres ya no podrán permitirse comer allí. Esto afecta tanto a los consumidores como a los pequeños comerciantes, reduciendo las opciones disponibles para todos.

La solución no está en seguir aumentando la intervención del gobierno. El mercado no debe regularse. El modelo económico debe basarse en la libertad y la acción humana, como explicó Mises. Si el mercado se ve alterado por políticas artificiales, las consecuencias son devastadoras. Los intentos de igualar las condiciones económicas para todos solo terminan empeorando la situación.

En conclusión, los que realmente entienden cómo funciona el mercado no son los académicos y políticos oxidados, si no los economistas callejeros: los vendedores en los mercados, los ambulantes y las pequeñas empresas. Ellos son los que entienden las señales reales de la economía y saben cómo adaptarse.

Alejandro Hurtado es un youtuber, activista y promotor de las ideas de libre mercado en Bolivia.