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Economía | 14/09/2024   05:00

|OPINIÓN|El Poncio Pilatos boliviano y las siete plagas|Napoleón Pacheco|

Brújula Digital|14|09|24|

Napoleón Pacheco

La noche del domingo 8 de septiembre el presidente Luis Arce se presentó como Poncio Pilatos boliviano. ¿Por qué razón? Sostuvo que el culpable de la escasez de dólares, uno de los síntomas de la crisis, es Evo Morales, debido a que no “cuidó” la “nacionalización” ya que en sus gobiernos no se realizó inversión en exploración. Sin embargo, como hace notar Raúl Peñaranda, se olvida que fue ministro de Economía y Finanzas Públicas en 12 de los 14 años de gobiernos de Morales.

En otras palabras, se lavó las manos, como si él no hubiera tenido nada que ver con los presupuestos de inversión pública establecidos por los presupuestos generales del Estado que cada año se elaboran en el ministerio que dirigía y se envían a la Asamblea Legislativa para su aprobación. Como zar de la economía, Arce fue el encargado de las directrices presupuestarias cada año y decidió en qué sectores de la economía invertir y cuánto invertir. No obstante que no fue ministro de hidrocarburos, como jefe del gabinete económico tenía la palabra final.

Por otra parte, afirmó que enfrentó como ministro y presidente casi las siete plagas bíblicas. El incremento de precios de los alimentos a nivel mundial, aumento del alquiler de contenedores, inflación mundial, fenómenos de “El Niño” y “La Niña”, el Covid-19, la balanza comercial deficitaria del sector privado, precios del petróleo elevados y, para colmo, sufre el sabotaje de la Asamblea Legislativa que no aprueba 1.076 millones de dólares de crédito externo. Dicho de otra forma, es una víctima de otros y de las circunstancias. Pero, está resistiendo.

Poncio Pilatos no agregó nada nuevo a lo que la ciudadanía conoce respecto a la crisis y por el anuncio que se hizo de la conferencia de prensa en relación a las medidas que implementaría para enfrentar la escasez de dólares, generó expectativas que resultaron falsas. No hubo nada de medidas.

Cuando afirmó que “no se cuidó la nacionalización”, aclaramos que no hubo tal. Conceptualmente, nacionalización significa expropiación (con indemnización) o confiscación (sin indemnización) de un activo privado; inmediatamente el Estado se hace cargo, por medio de una empresa estatal, de la gestión de ese activo. Históricamente en Bolivia esa fue la forma y fondo de las nacionalizaciones en los sectores petrolero (1937 y 1969) y minero (1952). El 1 de mayo de 2006 simplemente hubo cambio de contratos y las empresas extranjeras continuaron produciendo petróleo y gas natural.

Ignoró aspectos vitales de la crisis, emergentes, en su interpretación, de la “nacionalización”, como el excesivo “goverment take”. El mismo Arce dijo en el pasado que Bolivia tuvo “el control de la ganancia gasífera más alta a nivel internacional, oscilando entre 74% y 90% de los ingresos de las empresas petroleras”. Un régimen, así, alabado por Arce Catacora, es considerado como agresivo y confiscatorio y que tiene “el potencial de extinguir las inversiones arriesgadas en exploración, según consideró el BID en 2020.

Esa carga tributaria excesiva, simultáneamente al cambio de los contratos, genera incertidumbre e inviabilizan la realización de inversiones de riesgo por parte de las empresas extranjeras que contribuyen con más de dos tercios de la producción de líquidos y de gas natural.

Tampoco se refirió al déficit fiscal que desde 2014 se acerca al 10% del PIB, que a esta altura de los acontecimientos volvió a ser estructural, además de insostenible y menos de sus fuentes de financiamiento. No mencionó el constante déficit de las empresas estales e ignoró el desplome de las reservas internacionales netas y, en consecuencia, la crisis cambiaría.

Protestó contra la Asamblea Legislativa que no aprueba créditos pendientes, hecho que calificó como sabotaje interno; desconoció que entre 2006 y 2007 el G7 nos condonó 55% del saldo de la deuda externa (se redujo de 4.942 millones de dólares en 2005 a 2.298 millones de dólares en 2008). Obviamente se calló en cuanto al endeudamiento externo a partir de 2008, con él de ministro de Economía. En su gestión subió la deuda externa en 390%, se multiplicó en cinco veces (de 2.298 millones en 2007 a 11.268 millones de dólares en 2019).

En tres oportunidades, colocó bonos soberanos de deuda (2012, 2013 y 2017) por un total de 2.000 millones de dólares, ocasionando un incremento en el saldo de la deuda y en el pago de capital e intereses.

Finalmente, la política anticrisis estuvo ausente. Su propuesta de industrialización con sustitución de importaciones, propuesta de la CEPAL de la década de 1960, para ahorrar dólares, cuando las empresas estatales son deficitarias, simplemente es una forma de aumentar empleo estatal y, en consecuencia, el gasto fiscal. Ni las medidas administrativas, tomadas por la presión de los empresarios, se acabaron de implementar.

La producción de biocombustibles para sustituir las importaciones de diésel no parece ser de resultados inmediatos. El posible yacimiento de Mayaya aun no completó los trabajos exploratorios. En suma, el Gobierno, como afirmé en repetidas oportunidades, no tiene una hoja de ruta que establezca, por lo menos provisionalmente, las medidas principales a implementarse y que transmita una señal de certidumbre a la ciudadanía.

¿Qué significa lo anterior? La economía continuará deteriorándose. ¿Hasta cuándo…? Poncio Pilatos parece recordar lo que dijo Keynes: “en el largo plazo todos estaremos muertos”.  

Napoleón Pacheco Torrico es economista.






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