Oro en Bolivia /Foto/RRSS
En este artículo propongo la creación de una agencia estatal comercializadora de minerales. En una primera parte, se repasa la situación actual de la minería y en la segunda se explica el objetivo de dicha agencia.
Cuando la minería estatal fue abandonada, como consecuencia del D.S. 21060, dejó los yacimientos de minerales en tierra de nadie y la maquinaría e instrumentos fueron dejados a la intemperie. Incluso los terrenos que poseía COMIBOl se quedaron sin dueño y algunos lo están así hasta el presente. La minería estatal fue abandonada, no fue privatizada ni capitalizada.
En su momento, se justificó esa medida por el alto déficit de COMIBOL, el agotamiento de los yacimientos, la obsolescencia de los equipos de producción, los bajos precios de los minerales en los mercados internacionales y una apreciación pesimista de la demanda futura de minerales. Se quiso también quebrar al movimiento obrero con el debilitamiento de COMIBOL.
Las consecuencias de dicha decisión son varias. Una fracción de los mineros desempleados migraron al Chaparé fortaleciendo las organizaciones sindicales de los productores de coca y contribuyendo a la expansión de este cultivo. Otra parte engrosó los sectores laborales informales en las principales capitales de departamento. Finalmente, una fracción importantes se quedó a explotar por su cuenta los minerales que quedaban en las minas de COMIBOL y lograron concesiones para explotar nuevos yacimientos. Se organizaron como “cooperativas” con algunos de ellos como dueños que aplican condiciones laborales duras a sus congéneres.
Cooperativas mineras siempre existieron, pero con el abandono de la minería estatal crecieron y adquirieron gran poder político y bélico lo que les permite imponer sus puntos de vista al estado. Cuando las minas estatales fueron abandonadas, nadie imaginó que los precios de los minerales volverían a aumentar y que la explotación de oro fortalecería el movimiento cooperativista empoderándolo hasta el punto de llevar al sector minero fuera del control del estado boliviano. El poder adquirido por las cooperativas le permite reducir al mínimo su aporte impositivo, no tomar en cuenta las normas medioambientales e invadir áreas de producción sin el permiso correspondiente.
Es deseable que esta situación no siga así, pero es poco realista pensar que este gobierno o algún otro pueda retomar el control de esta actividad. Empero hay estrategias que permiten introducir un orden mínimo en el sector, por ejemplo, a través de la comercialización de los minerales, reditando, en alguna manera, el antiguo Banco Minero que fue cerrado en el año 1991 durante el gobierno de Jaime Paz.
En los últimos meses, se ha generado un debate sobre la autorización que se dio al Banco Central (BC) de comprar y vender oro. En el debate se observó la aptitud del BC para ocuparse de dicha tarea. Hubo también quienes manifestaron su temor de que el gobierno pudiese disponer libremente del oro que el BC compraba. Hubo opiniones serias, aunque yo las encontré divertidas, sobre que el BC no debería vender el oro que compraba pues debía servir para fabricar joyas para la abuela para dejarles de herencia a sus nietos y que el BC las debía guardar celosamente.
El oro reúne todas condiciones de la definición del dinero en economía (medio de pago, unidad de cuenta, depósito de valor, es fraccionable, homogéneo, etc.) y tiene la propiedad de poder convertirse en dinero de aceptación universal (dólares, euros, etc.). Esa propiedad, que es la que más interesa, la tienen todos los bienes exportables, en particular los otros minerales. No tiene sentido guardar oro, o algún otro mineral, en una bóveda mientras que el país atraviesa una crisis.
En un informe del ministerio de minería del año 2018, se afirma que la minería informal produce dos mil quinientos millones de dólares al año, cifra que posiblemente se ha doblado desde entonces. El oro y los otros minerales producidos por los cooperativistas es vendido a agencias privadas comercializadoras de minerales las que se ocupan de su exportación. Por lo menos en parte, las divisas así producidas son introducidas en el mercado cambiario, pero, en la actualidad, la transparencia de este mercado deja mucho que desear.
El BC no es la institución adecuada para comercializar oro u otros minerales pues no tiene la vocación para ello, experiencia, balanzas, laboratorios, almacenes ni profesional especializado en el comercio de minerales. Luego, si se trata de incursionar en este campo, se requiere crear una entidad especializada para operaciones comerciales de oro y de otros minerales. Esta debería ofrecer precios competitivos a los productores pidiéndoles certificados del respeto al medio ambiente, a las normas laborales y al pago de impuestos. No teniendo como objetivo el lucro puede ofrecer mejores precios que las agencias privadas, más aún, podría asumir algunas de las antiguas funciones del Banco Minero facilitándoles la compra de maquinaría y equipos y el acceso al crédito.
Además de lograr introducir un orden mínimo en la actividad minera, esta estrategia tendría el beneficio de canalizar a los circuitos formales las divisas que se obtenga por la exportación de minerales y engrosar las reservas internacionales del BC.