Milenio considera que Bolivia va a contramano de los países vecinos que en época de crisis hacen grandes esfuerzos para atraer recursos de inversión privada y superar los efectos de la recesión, y lo están logrando, mientras que aquí se las ahuyenta.
El área que más ha reducido sus inversiones es el de hidrocarburos.
Brújula Digital |14|07|23|
La disminución drástica de la Inversión Extranjera Directa (IED) en Bolivia, sumada a las dificultades por las que atraviesa la inversión pública, son un freno para el crecimiento y ahondan los problemas de inestabilidad macroeconómica, dijo la fundación Milenio mediante un informe.
El último reporte publicado por la CEPAL sobre inversiones afirma que “en 2022 en Bolivia, se registraron entradas de IED negativas (26 millones de dólares), lo que significó una disminución importante con relación a los ingresos recibidos en 2021 (105%)”.
“Esta evolución -dice la CEPAL- se explicó por desinversiones en hidrocarburos (307 millones de dólares), manufacturas (12 millones de dólares)”.
Al respecto, el director de la Fundación Milenio, Henry Oporto, puntualizó que en el reciente informe económico de Milenio 2023 se establece que la IED, en términos netos, llegó a 310 millones de dólares en 2022, cifra menor a la registrada en 2021 de 492 millones de dólares.
Coincidiendo con la observación de la CEPAL, el informe de Milenio destaca que la inversión extranjera en el sector petrolero bajó de 197 millones en el primer semestre de 2021 a solo 92 millones en el primer semestre de 2022; También la IED en minería se redujo de 158 millones a 125 millones, dice una nota de prensa de Milenio.
Oporto subrayó que Bolivia va a contramano de los países vecinos que en época de crisis hacen grandes esfuerzos para atraer recursos de inversión privada y superar los efectos de la recesión, y lo están logrando, mientras que aquí se las ahuyenta.
Según el informe de CEPAL, “en 2022 las cifras de la IED en América Latina superaron los 224.000 millones de dólares, es decir 55,2% superior a la registrada en 2021 y el máximo valor desde que se lleva registro”.
“Mientras que economías como Brasil, Chile, Colombia, Uruguay y Perú han recibido cifras récords en 2022, Bolivia sufre una sequía de inversión extranjera, lo que es resultado de una combinación de factores internos que no otorgan garantías a las inversiones privadas; los inversores nos ven como un país poco confiable”, señaló el investigador en la nota de prensa.
Asimismo, explicó que “nuestro rezago en IED pone de manifiesto que Bolivia es poco atractivo para el capital extranjero, porque no ha creado ni la institucionalidad ni los incentivos necesarios para las inversiones: seguridad jurídica, estabilidad política y económica, incentivos fiscales y laborales, regulación eficiente y confiable, protección de los contratos y derechos adquiridos. Además de que el gobierno no se ha esforzado ni ha sido eficaz en captar el interés de los inversionistas”.
En su análisis, Oporto considera que en el país se dan condiciones de alto riesgo para la estabilidad económica por la caída de las Reservas Internacionales, la escasez de dólares, el colapso de la producción de gas y pérdida de los mercados de exportación, el abultado déficit fiscal y otros desequilibrios en las cuentas públicas, que configuran un escenario delicado y agravado por la falta de inversiones para el crecimiento de la economía.
“Las agencias de riesgo han rebajado el rating soberano y tienen una perspectiva negativa sobre el desempeño de la economía boliviana, lo que dificulta el acceso a los mercados de capitales, de manera que el financiamiento externo se reduce a los créditos de organismos multilaterales y de otros gobiernos que no bastan para estimular la actividad económica. Por la dificultad de acceder al crédito externo, Bolivia requiere más que nunca movilizar la inversión privada extranjera y nacional, pero es justamente lo que no se hace”, afirmó el investigador.
Finalmente, indicó que oportunidades para captar inversiones existen, sobre todo en la agropecuaria y agroindustria, la minería, los servicios tecnológicos y en otras áreas, pero para ello es preciso reorientar la dirección de la economía y favorecer una participación mayor del sector privado con políticas que alienten y faciliten las inversiones, en lugar de entorpecerlas.
BD / RPU
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