Esta es la cuarta reducción de las agencias de calificación sobre su perspectiva de Bolivia. Entre abril y junio pasados, la propia Moody's y otras dos agencias internacionales bajaron las calificaciones de riesgo del país. También la revista The Economist hizo una sombría descripción de la economía boliviana.
Brújula Digital |02|07|23|
La agencia de calificación crediticia Moody's bajó su perspectiva sobre Bolivia de “ratings en revisión” a “negativa”, la cuarta reducción de los últimos tres meses realizada por calificadoras internacionales.
“Los riesgos crediticios en curso asociados con la alta exposición de Bolivia a los shocks políticos y económicos internos, así como los persistentes riesgos fiscales y externos a la baja en ausencia de políticas que aborden de manera efectiva los desafíos crediticios subyacentes”, explican la baja en la calificación, señaló Moody's en un comunicado el sábado.
Moody's agregó que “persisten los desafíos crediticios para Bolivia, como la disminución de las reservas y la producción en el sector de hidrocarburos, así como los riesgos latentes relacionados con los eventos políticos internos”, factores que contribuyeron al cambio a “negativa”, lo que indica una mayor preocupación por la capacidad de Bolivia para hacer frente a sus obligaciones financieras en el futuro.
Esta es la cuarta reducción de las agencias de calificación sobre su perspectiva de Bolivia. Entre abril y junio pasados, la propia Moody's y otras dos agencias internacionales bajaron las calificaciones de riesgo del país. También la revista The Economist hizo una sombría descripción de la economía boliviana.
Fitch Ratings, Moody's y Standard & Poor's consideraron en los últimos meses que la baja de las Reservas Internacionales Netas (RIN) y la falta de divisas son los problemas principales del país.
Standard & Poor's informó en abril que había bajado las calificaciones soberanas de largo plazo en moneda local y extranjera de Bolivia de “B” a “B-”. Según la compañía, “las divisiones políticas han limitado la capacidad de las autoridades para implementar políticas oportunas tendientes a reducir las vulnerabilidades externas”.
Por su parte, Moody’s redujo ese mes la calificación de riesgo de B2 a Caa1 y la colocó en “revisión a la baja”, que ahora ya colocó como “negativa”.
Finalmente, la Fitch Ratings rebajó en junio pasado la calificación de Bolivia de “B” a “B-” señalando que ello es el “reflejo del agotamiento de sus reservas de liquidez externa, lo que, a la luz de una paridad monetaria de facto, ha aumentado considerablemente la incertidumbre a corto plazo y los riesgos para la estabilidad macroeconómica. La continua caída de las reservas internacionales las ha hecho vulnerables al riesgo de una reducción de confianza”.
También la revista británica The Economist señaló que la economía boliviana se encuentra “al borde del colapso”. La publicación señaló que la escasez de dólares que se vive en el país es uno de los síntomas de la crisis que se avecina, así como la caída del valor de los bonos soberanos que el Estado colocó en los mercados financieros internacional.
“En febrero, el BCB dejó de publicar datos sobre sus reservas de divisas. En marzo, tomó la inusual medida de vender dólares directamente al público, después de que las casas de cambio empezaran a quedarse sin ellos. Cuando la cola se hizo demasiado larga, el banco obligó a los bolivianos a reservar cita por internet. La próxima disponible es en julio. Los inversores están atemorizados. Los bonos del Estado con vencimiento en 2028 han perdido casi la mitad de su valor desde enero”, recordó The Economist.
La revista expresó que “los expertos alabaron el milagro económico de Bolivia. Pero no era sostenible. El Gobierno gastó gran parte de las ganancias imprevistas del gas natural en subsidios a los combustibles, en empresas estatales ineficientes y en tener un tipo de cambio fijo. Estas políticas estatistas y populistas han inhibido la inversión. En 1999, tras la privatización del sector energético del país, las entradas netas anuales de inversión extranjera directa como porcentaje del PIB alcanzaron el 12%. Desde 2014, la media ha sido de apenas el 0,7%”.