El investigador Gonzalo Colque afirmó que se debe tener en cuenta que más del 80% de las tierras agrícolas dependen del periodo de las lluvias.
Loa cultivos de soya quedaron bajo el agua en Cuatro Cañadas, Santa Cruz. Foto: Unitel
Brújula Digital |09|02|23|
Los efectos persistentes del fenómeno de La Niña y la deforestación son dos de múltiples factores que intensifican la concentración de las precipitaciones en pocos meses y semanas, algo que está sucediendo actualmente en varias regiones de Bolivia, explicó Gonzalo Colque, investigador de la Fundación Tierra.
“Desde hace tres años estamos viviendo un periodo extendido de sequía en el país, principalmente por el fenómeno de La Niña. Por ello, Bolivia tiene más meses secos, lo que provoca que la época húmeda o de lluvias se concentre en muy pocos meses (…). El problema de deforestación es otro tema que empeora el problema”, explicó.
Colque dijo que lo deseable es que la lluvia tenga una circulación natural, donde juega un papel importante las zonas boscosas, sin embargo, cuando la deforestación es alta, el recurso agua en lugar de recircular en la atmósfera, se queda en la tierra como aguas subterráneas y todo provoca a mediano plazo la aparición de fenómenos climáticos más severos.
De acuerdo a un análisis realizado de la Fundación Tierra, con base en los reportes históricos del Instituto Nacional de Estadística (INE) y el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi), durante 2022, Bolivia atravesó un momento crítico por las sequías.
“A diciembre, los departamentos de Santa Cruz, Oruro y Chuquisaca registraron las cifras más bajas de precipitación pluvial de los últimos doce años, mientras que La Paz, Cochabamba y Tarija se situaron cerca de sus peores años registrados el 2020 en el primer caso y el 2016, en los dos últimos”, señaló.
Hasta hace algunos años, observó Colque, que la temporada de lluvias duraba entre cuatro a cinco meses, pero ahora, por los dos factores antes mencionados, se concentran en dos meses, incluso en semanas y hasta en días.
“Por ese motivo estamos viendo, por ejemplo, inundaciones en Santa Cruz, en la zona de Cuatro Cañadas o San Julián. Esto a largo plazo tiene una serie de consecuencias que principalmente se van a experimentar en el campo y también en las ciudades”, dijo.
En cuanto al sector agropecuario señaló que es deseable una distribución regular de las lluvias para que comience a tiempo la época agrícola. “Debemos tener en cuenta que más del 80% de las tierras agrícolas dependen del periodo de las lluvias”, indicó.
Según Colque, estos cambios atmosféricos generarán consecuencias a corto y mediano plazo; el primero la desertificación, que consecuentemente afectará la fertilidad y la productividad agrícola. “De hecho, ya tenemos problemas. Según reportes preliminares, la cosecha de alimentos ha disminuido, hemos cosechado el 2022 menos maíz, menos trigo y menos arroz. La soya se mantiene pero a costa de más tierras cultivadas para la agroexportación. Esto afectará la seguridad alimentaria de los bolivianos”, advirtió.
Tomando en cuenta el delicado escenario, Colque señaló que es importante tomar medidas desde diversos sectores de la sociedad para contribuir, desde donde estén, a tomar conciencia sobre lo que sucede en Bolivia y en el planeta.
BD
@brjula.digital.bo