Brújula Digital|16|06|24|
Rodrigo Ayala Bluske
Una de las sorpresas que nos deparó la cinta Mad Max Fury Road (2015) es que el personaje que le da el título no era el protagonista principal de la misma. Ese rol lo tiene Furiosa, encarnada por Charlize Theron, y Mad Max es el coprotagonista, importante sí, pero coprotagonista al fin.
Mad Max Fury Road tuvo un enorme éxito en la taquilla, que motivó que el director George Miller y los productores se animaran a hacer la precuela Furiosa: de la saga de Mad Max (2024), que cuenta los orígenes y la evolución del personaje.
Mad Max Fury Road nos asombró por su ritmo frenético; una película en que el 90% de sus 120 minutos de metraje retrata una sola persecución: Inmortal Joe y sus huestes trata de dar alcance a Furiosa, Mad Max y su grupo de acompañantes. En medio de los choques entre vehículos, disparos, explosiones, ataques por aire en el que se combinan enormes zancos con los vehículos en movimiento, etc., etc., Miller se dio el lujo de contar no solo una historia interesante, sino además de retratar personajes atractivos; Nux, el idealista suicida; las integrantes del harem de Joe; etc. Colateralmente a la tremenda e inacabable persecución uno podía intuir el mundo en el que se desenvolvía la trama, pero indudablemente lo más valioso era su descripción de los personajes y las relaciones que se establecían entre ellos.
En Furiosa: de la saga de Mad Max, Miller, además de narrar la evolución de la protagonista, muestra la estructura y la forma de funcionamiento de ese mundo, que en la anterior cinta solo logramos intuir: tres urbes que conviven un tambaleante equilibrio, pero que expresan los elementos en los que se basa ese universo: Ciudad Gasolina, Ciudad Bala y Ciudad del Agua.
Como elemento narrativo central, el director no renuncia a la persecución, solo que en este caso la desagrega en tres, las que están cortadas por episodios en la vida de Furiosa; la que, secuestrada de niña, se mueve entra el deseo de venganza, la sumisión obligada a Inmortal Joe y el encuentro de ciertas solidaridades y afecto.
¿Funciona el nuevo planteamiento de Miller? Hasta cierto punto sí. Indudablemente se trata de una película atractiva, donde los aspectos narrativos centrados en la acción están desarrollados hasta el último detalle. Sin embargo, quizás por la complejidad de la historia planteada, no llega a tener la contundencia de Mad Max Fury Road. Y a esta baja en el desempeño contribuyen también, a mi juicio, la actuación monocorde de Anya Taylor (Joy), enojada en el 99% de su actuación (que contrasta con la interpretación versátil de Theron en la anterior cinta), y de Christopher Hemsworth, que tal como ha ocurrido en anteriores películas, termina autoparodiando su actuación de la primera película Thor, con la que se hizo famoso.
George Miller es un narrador de raza y por su versatilidad nos recuerda a Howard Hawks, probablemente el realizador más completo de la historia del cine. Hay que acordarse que el primer Mad Max (1979) no retrata un mundo distópico sino que narra el enfrentamiento entre el protagonista y una violenta pandilla de motociclistas. Miller tuvo la habilidad de “reinventar” el personaje en las dos posteriores cintas, Mad Max 2, Guerrero de la carretera (1981) y Mad Max, Más allá de la cúpula del trueno (1985), en las que sitúa al personaje atormentado en un mundo posapocalíptico.
Las habilidades del director se han mostrado en varias otras cintas muy bien realizadas, pertenecientes a una amplia gama de géneros, tales como la comedia (Las brujas de Eastwick, 1987); el melodrama familiar (Un aceite para Lorenzo, 1992); filme familiar (Babe y Babe, un chanchito en la ciudad, 1995 y 1998); y animación (Happy Feet, 2006).
Furiosa: de la saga de Mad Max no está en las cubres del cine de Miller, pero claramente es superior al grueso de los estrenos comerciales que se realizan en la actualidad.