Brújula Digital|09|06|24|
En un afán exploratorio –pero de esa exploración microscópica que se detiene en cada palabra elegida cuidadosamente–, el escritor Jorge Patiño Sarcinelli presenta este jueves 13 en la Fundación Patiño, su libro La roca que lame el viento, un ensayo poético inspirado en La Paz, pero no en la imagen de la ciudad, sino en su imaginario. “La ciudad que se siente más que se ve”, dice el autor.
Patiño, autor de libros de cuentos, novela y la inclasificable “Coda al diccionario” (2004), incursiona esta vez en el ensayo poético con una obra que prometer entrar en la categoría de lo irrepetible. La roca que lame el viento es una declaración de amor a la ciudad de La Paz; de un amor que rehúye del romanticismo y el cliché para buscar el alma de la ciudad, lo que esta evoca y provoca a quienes se animan a descubrirla más allá de las postales.
Y se dice irrepetible porque el texto contiene en sus 100 páginas, al mismo tiempo y como entretejidas con la prosa del autor, una antología poética que también alude a La Paz. Para rematar, es un libro objeto, con ilustraciones del artista Abel Bellido (Abecor).
La Paz ha estado presente en su obra, desde sus primeros cuentos hasta Olivia, su novela. ¿Qué hace de La Paz una constancia en su literatura?
Es la ciudad donde he crecido y me he formado. Dónde están mis recuerdos más importantes y mis añoranzas, con la que sufro al verla cambiar. Donde están mis amigos. Donde han nacido mis hijas. La ciudad que puedo ver “con los ojos del alma”, como diría Santa Teresa, más que a través de la retina. Definitivamente es la ciudad que me inspira, como se ve por los ejemplos.
¿Después de La coda al diccionario, que es una obra difícil de clasificar, en qué género se inscribe La roca que lame el viento… poesía, ensayo filosófico, historia?
Si debo elegir entre estas tres opciones, digo ensayo, pero es un ensayo que, manteniendo el carácter exploratorio que sugiere el verbo ensayar, no se ciñe en esa exploración al rigor de la filosofía, sino que incorpora el elemento lúdico de la poesía, y si algo me ha salido bien, también una dosis de belleza. Es prosa, claro está, pero trae entretejida mucha poesía -ajena, casi toda- pero he puesto en esa prosa mi mejor esmero estético.
Para ser más preciso, el libro tiene dos partes. En la primera hago un repaso de algunos temas relativos a la literatura de la ciudad, como la idea de la ciudad como personaje, la famosa frase de Barthes “la ciudad es un poema”, los elementos del imaginario de Bachelard, la idea misma del imaginario, etc. En la segunda el libro se suelta las trenzas y se vuelca hacia la exploración de esos temas en la ciudad de La Paz.
¿Cuál es el principal aporte de La roca que lame el viento?
El libro propone una lectura del imaginario de la ciudad de La Paz en modo poético, utilizando como claves de ese imaginario los cuatro elementos: aire, agua, tierra y fuego. La idea de que los cuatro elementos como constitutivos de todo lo que existe se remonta a Empédocles. La idea de que son también los elementos del imaginario es del pensador francés Gastón Bachelard. La idea que pueden ser usados para leer el imaginario de una ciudad, la he tomado prestada de la tesis de Elisa di Biase sobre la Ciudad de México.
No creo que mi aporte se sume al conocimiento de la ciudad, como podría hacerlo un estudio de su geología. El único aporte que espero que tenga el libro es quizá un pequeño aprendizaje de temas de la literatura de las ciudades, de mis reflexiones y de las citas que he insertado, pero sobre todo creo que el mayor aporte es el efímero placer que puedan tener los lectores.
Si una persona que no conoce la ciudad de La Paz leyera esta obra, ¿qué impresión se llevaría de la ciudad?
Una visitante me decía hace poco que La Paz la había impresionado por su fuerza telúrica. Esa es La Paz que está más allá de todos sus defectos materiales. La ciudad que se siente más que se ve. Espero que nadie me haga un juicio por haberle hecho que creer que La Paz es una ciudad distinta de lo que es. Pero si lo hace, tendré que decirle que no ha sabido verla, que no tiene ojos en el alma.
Desde el lado opuesto, ¿cuál es el mensaje para los paceños y habitantes de esta ciudad?
Que traten de sentirla como si hubieran acabado de conocerla. Que reconozcan que viven en una ciudad que no conocen: muchas veces más espantosa que maravillosa, pero dura y mágica a la vez, siempre inagotable.
BD/