Jon Fosse en la biblioteca de Rinkeby, Estocolmo.
Brújula Digital|25|01|24|
Crónica de Javier Claure | Estocolmo | Suecia |
Como todos los años en el mes de diciembre, la biblioteca de Rinkeby, en Estocolmo, se convirtió en el epicentro de un agasajo al Premio Nobel de Literatura. En este caso le tocó a Jon Fosse. Fosse llegó en un coche de la Academia Sueca a las diez en punto de la mañana. Entró a la biblioteca acompañado de dos alumnas que llevaban gorros rojos de papá Noel y se sentó en la primera fila junto a Gunilla Lundgren, escritora y directora del proyecto Nobel de Rinkeby desde hace muchos años.
Fosse, con su característica humildad, se sumergió en la atmósfera cargada de admiración y curiosidad. Los estudiantes, de secundaria de los colegios Enback y Askeby que quizás no habían imaginado la posibilidad de encontrarse con un Premio Nobel de Literatura, ahora compartían el mismo espacio con el genio que había tejido palabras y mundos en sus obras.
La jornada comenzó con un par de cánticos navideños a cargo del profesor de música Rolando Pomo. Luego se dio lugar al saludo tradicional de bienvenida en diferentes idiomas. Y a continuación, en el escenario iluminado por tenues luces, los estudiantes leyeron poemas y fragmentos del folleto que habían elaborado durante el otoño. También contaron acerca de la visita que hicieron al Ayuntamiento de Estocolmo, en donde se realiza el banquete y la fiesta del Premio Nobel. Palabras cuidadosamente elegidas por los jóvenes resonaban en el aire como un tributo a la maestría literaria de Fosse.
El momento culminante llegó cuando una alumna mostró al público una caricatura de Jon Fosse. El dibujo captura la esencia del escritor: su mirada perspicaz, su barba y su humildad. El propio Fosse, en medio de aplausos sorprendido y agradecido, recibió el folleto y la caricatura con una sonrisa modesta que reflejaba su aprecio por el gesto. Y añadió: “Esto es una experiencia conmovedora para mí”. Este acto de entrega simbolizó no solo la admiración por el escritor, sino también el reconocimiento, por parte de los estudiantes, hacia alguien que había dejado una marca imborrable en sus corazones después de haber leído textos de la obra de Fosse.
“Escribe muy bien. Realmente me dio pena por Alida y Asle”, dijo Faiza Hossain. Y Selma Ben Haj añadió: “Alida tenía sólo 17 años cuando quedó embarazada y nadie quería ayudarla”, haciendo alusión a su libro “Insomnio”.
Jon Fosse escribe en un noruego especial, el Nynorsk una especie de dialecto minoritario en Noruega, del que es un gran defensor. Aproximadamente entre el 10% y el 12% de la población de Noruega la percibe como su lengua escrita.
Se espera que los premios Nobel asistan a todas las actividades realizadas por el Comité Nobel de la Academia Sueca. Sin embargo, Fosse sólo ha participado en las actividades Nobel absolutamente necesarias. Ha rechazado categóricamente entrevistas y conferencias de prensa, lo cual ha generado una ola de reacciones en los medios de comunicación. En un mundo donde la interacción con los autores es casi tan importante como sus propias obras, la decisión del laureado autor de mantenerse en las sombras ha resultado desconcertante para muchos. En este contexto, los periodistas, ávidos de descifrar el enigma y la reticencia que rodean a Fosse, han expresado su sorpresa.
Su actitud negativa de participar en los rituales mediáticos ha reforzado la imagen de un autor que elige dejar que sus palabras en papel hablen por él. Haciendo alusión a su silencio frente a la prensa mundial, ha dicho: “Las reuniones sociales numerosas no me dan ninguna alegría”.
Contrrariamente, Fosse se sumó con gracia y apertura al evento organizado por los estudiantes de Rinkeby. Si bien el enigma persiste en su relación con la prensa, su voluntad de participar de manera entusiasta en el agasajo de la biblioteca es, sin duda, un gesto que ha destacado su compromiso con la diversa comunidad juvenil. Este capítulo de la vida de Fosse es un recordatorio de que, detrás de la pluma, existe un ser humano complejo y generoso que, en medio del silencio literario, encuentra maneras sorprendentes de compartir su arte y su humanidad.
Javier Claure es poeta y periodista boliviano. Reside en Suecia, donde desde hace 15 años asiste al discurso del Premio Nobel de Literatura y a las charlas en la Biblioteca de Rinkeby (Estocolmo).
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