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Cultura | 20/08/2023   05:29

Francine Secretan, una suiza de raíces en los Andes

Francine ha explorado la escultura y pintura gracias a largas horas de meditaciones y estudios sobre la cultura andina y la creencia de una conexión entre este mundo y uno superior en el que el agradecimiento prevalece.

Escultura de Francine Secretan. Foto: Portafolio de la artista

Brújula Digital |20|08|23|

Especial de Esther Mamani

Llegada de Suiza en 1973, la artista Francine Secretan eligió las montañas bolivianas como hogar, fuente de inspiración y como punto de conexión con la tierra. Por años hizo de la escultura una herramienta de los rituales andinos y se consolidó como una de las artistas más prolíficas de su generación, con más de 50 años de trayectoria. Tiene sus raíces en los Andes.

“El ser humano, en las antiguas civilizaciones, sabía que existía algo más grande, algo cósmico y al mismo tiempo sabían que se podían alcanzar y desarrollar niveles más elevados. Lo sagrado es el respeto, las ofrendas y el deseo de crear algo más grande que uno mismo”, explica mientras afina los detalles para su próxima presentación, “Horizontes Sagrados”, que inaugurará el 4 de septiembre próximo en el Espacio Patiño de La Paz.


Francine ha explorado la escultura y pintura gracias a largas horas de meditaciones y estudios sobre la cultura andina y la creencia de una conexión entre este mundo y uno superior en el que el agradecimiento prevalece.

En Achocalla, donde vive, aún la llaman “la gringa” mientras que sus conocimientos de los rituales andinos y su sensibilidad la ubican como una experta de rituales aymaras y andinos en general. “La esencia de lo que hago pertenece a Bolivia porque la esencia del ser humano es una expresión del lugar de donde vive”, señala y confiesa que la cosmovisión andina la identifica.

“El arte tiene que trascender”, enfatiza. Y así trascendió desde 1974 cuando lanzó una obra de temática andina de rango monumental. El punto álgido de estos esfuerzos se vio en septiembre de 2015 cuando transformó un basural en Achocalla en un centro espiritual al poner sus esculturas. El lugar hoy es un mirador con vista a la Cordillera de los Andes, desde donde los colosos de mantos blancos hacen un guiño a cualquier visitante que quiere disfrutar de las esculturas de cuatro a cinco metros de alto.

“Admiro a muchos artistas porque con internet podemos acceder a tanta información. Estoy fascinada con todo lo que tenemos, porque esa creatividad nos lleva a abrir unas fisuras que nos revelan nuevas posibilidades de percibir nuestro mundo. Pero nadie ha vuelto a crear templos como en Egipto, la India o México y esta capacidad nos lleva a estar fascinados”, reflexiona. “Horizontes Sagrados” es  una apuesta completa: esculturas y pinturas.

“Estoy más cerca del final, pero me siguen fascinando los colores, la maravilla de la vida. Creo que me gustan las cosas simples. Encuentro interesante el poder reunir instantes de mi vida. Somos jóvenes y viejos al mismo tiempo”, revela con su habitual voz calmada.

La artista tiene 30 exposiciones individuales en diferentes países de Europa y participó de 115 exposiciones colectivas. Aunque tiene 18 premios en Bolivia y otros internacionales, es clara en mencionar sus prioridades: “Una obra de arte siempre debería tener poesía. La poesía es la palabra, el color, las formas que están juntas y que sorprenden porque en la vida común no están juntas. El arte provoca una emoción nueva y esto es muy importante en cualquier obra”, expresa.

BD/RED





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