Utama es de las películas que uno no puede dejar de ver con ojos de asombro, durante toda la función, por la única razón del placer íntimo que produce estar frente a una obra de arte.
Una de las escenas emblemáticas de Utama. Foto: El País
Brújula Digital |29|09|22|
Por: Luis Antonio Serrano
Uno no sabe cómo comenzar un comentario de una película como ésta. Tal vez con el común denominador de lo que todos pueden decir de ella: ¡Es muy hermosa!
Utama es de las películas que uno no puede dejar de ver con ojos de asombro, durante toda la función, por la única razón del placer íntimo que produce estar frente a una obra de arte.
Es menester verla para entender lo que es el cine donde la exigencia técnica y la calidad artística caminan juntas y logran un resultado próximo a la perfección. Es bueno verla para darse cuenta que más allá de los presupuestos millonarios está el valor de la creación, el trabajo intelectual, el tomar todas las horas necesarias para escribir un guion emocionante, como sucede con Utama, como debiera suceder con cualquier película, sin importar su género. Hay que emocionar al espectador, pero hay que hacerlo con nobleza y con arte.
Utama es un banquete de preciosa fotografía, de uso impecable del lenguaje de la imagen y de ingenio también para la creación de los escenarios naturales más bellos posibles, donde sucede la acción. Utama es además un banquete de música entrañable, composiciones de Cergio Prudencio que es dueño de tanta experiencia como talento. Aunque, nobleza obliga, de toda la música hermosa del filme encuentro la compuesta e interpretada por Luzmila Carpio, además en off, es decir sólo su voz que surge desde su corazón, como una canción conmovedora en extremo.
Me gustó todo de Utama, la esperé mucho y colmó mis expectativas mas exigentes. La sugiero a todos y les sugiero sugerirla. Cuanta más gente la vea, serán más quienes disfruten de hacerlo, serán más quienes conozcan algo de los majestuosos paisajes que tiene este país.
Me resultó novedosa la historia que cuenta, quiénes la interpretan y cómo lo hacen. Es pues inherente a la vida la vejez y la decisión personal de cómo andar ese tramo final, si seguir las señales que cada uno puede leer y entender o las que la sociedad considera aplicables a las situaciones individuales. Para el caso de Utama esto pasa en un pequeño pueblo potosino, pero es una situación tan humana que sucede todos los días en todos los rincones del planeta. La interpretan, en los roles estelares, tres actores impresionantes, capaces de darle total verosimilitud a sus personajes. Luisa Quispe, hace un trabajo extraordinario; pero son magníficas, impecables diría, las actuaciones de José Calcina y Santos Choque haciendo del abuelo Virginio y su nieto Clever. Imposible mayor autenticidad. Y aquí habrá que hacer reconocimiento a la labor del director del filme, Alejandro Loayza, quien hace que estos actores naturales lleguen a los extremos de calidad que tienen en sus respectivas interpretaciones.
Creo que hay un término clave en esta historia, es Dignidad. He visto muchas películas bolivianas ubicadas en las áreas rurales occidentales de Bolivia, varias de ellas muestran unos habitantes pobres en lo material, pero también en lo espiritual, afectos al alcohol, de lenguaje confuso, de comportamiento errático. Esto sorprende incluso dentro del país y obvio que mucho más lejos de él. No es el caso de Utama. La película presenta a una pareja de campesinos de edad avanzada, de limitadas condiciones materiales, pero no por ello con limitaciones en la lógica de sus razonamientos. Cuando hablan en su idioma materno, el quechua, lo hacen con total pulcritud, la misma que tienen al hablar en castellano.
Cierro expresando mi apoyo militante al cine hecho para la pantalla grande. No imagino que sea posible disfrutar tanta belleza sino sentado en la cuarta o quinta fila de una sala oscura, con una pantalla de enorme tamaño al frente y con la calidad técnica impecable que tiene Utama.
Luis Antonio Serrano es crítico del cine y analista