Benedetta, no podía ser más oportuna en las pantallas locales, plena Semana Santa, y no lo digo en sorna, teniendo en cuenta que la película es, en gran medida, crítica sobre la fidelidad de los religiosos católicos a los preceptos de la Iglesia.
Una escena del filme 'Benedetta' del director Paul Verhoeven. Foto: El País
Por: Luis Antonio Serrano
Para alguien, como yo, que reclama cine de calidad y ajeno a los moldes de la industria cultural más comercial, he aquí una alternativa imperdible.
Benedetta, no podía ser más oportuna en las pantallas locales, plena Semana Santa, y no lo digo en sorna, teniendo en cuenta que la película es, en gran medida, crítica sobre la fidelidad de los religiosos católicos a los preceptos de la Iglesia; lo digo porque, del modo que está realizada, más bien refuerza la convicción de muchos en torno a la firmeza de sus miembros con los principios de dicha Iglesia. En fin, parto con esta observación porque creo básico establecer el tono irreverente y provocador del filme.
Esta película, dirigida por Paul Verhoeven, es una coproducción franco-holandesa, basada en una obra literaria que resulta de investigaciones de archivos hallados en Florencia sobre la vida de la controvertida monja Benedetta Carlini, quien nació a fines del Siglo XVI en Italia y vivió desde los nueve años en un convento de Pescia.
Se trata, pues, de una película bien lograda, que se ajusta más a un drama de época, con dos actrices formidables en los roles principales, Virginie Efira y Charlotte Ramplig, en perfectas performances de sus personajes y muy profesionales en todas las escenas eróticas.
Si bien Benedetta es un filme que ubica su historia en los inicios del siglo XVII, Verhoeven plantea una obra de irreverencia muy actual. No son sólo las actitudes de los personajes centrales, sino la estructura de muchas de sus escenas que, de la misma forma como ocurre con los musicales, saca la película de los años en que sucede la acción y la transporta a las formas y a los códigos actuales de comportamiento. No entraría, ni loco, al debate de si esto o aquello pasó o pasa en una u otra iglesia, pero en lo que respecta al filme en cuestión, mi percepción es que los personajes reflejan una libertad de acción muy propia de nuestros días.
Eso sí, Benedetta no es de las películas que lleva miles de espectadores a las salas de modo que verla es tarea urgente para un buen cinéfilo. No la dejen pasar.
Luis Antonio Serrano es comunicador social y comenta sobre cine. Escribe cuentos en sus ratos libres.