Brújula Digital|14|07|21|
Amanece en el mercado y el sol caliente tiñe el cielo de azul. Las calles están llenas de gente que va caminando. El ruido es intenso. Coches, bocinazos, gritos, risas y rezos se mezclan como en una melodía. Desde lejos, se huele el perfume del incienso y el fresco olor de las hierbas aromáticas expuestas por todas partes. Las señoras venden sus medicinas y explican sus usos, sus propiedades, sus místicas y sus preparados mientras intercambian las plantas con los compradores. La gente busca de todo: un té de coca para la fatiga, la menta para el resfriado, una infusión de hierbas que espanta las malas energías; otros, un poco más lejos, arriesgan pedir algo para atraer el amor. Cada uno buscando sus formas de sanar, sea el cuerpo o el alma.
El ritual, desde el más simple hasta el más complejo, empieza seleccionando cada ingrediente, cada planta, separando sus partes, macerando sus hojas, escuchando lo que pide cada fibra. Conociendo su cuidado para cada enfermedad y transmitiéndolo de generación a generación, guardando esos tesoros como secretos. El conocimiento es transmitiendo de una para otra y está en manos de esas mujeres (muchas veces llamadas hechiceras o brujas) para preservar el arte de sanar. son las guardiana de la sabiduría tradicional y la sanación conectada a la tierra, a la naturaleza y a las ancestras.
La fotógrafa Wara Vargas se ha dedicado a investigar y a conocer a estas mujeres y a su oficio. “Ajayu” es un homenaje a las sanadoras por su resistencia en mantener vivas las prácticas antiguas, por exaltar la comunión con los elementos, contemplar su esencia y los saberes naturales, reverenciar las voces de las que vinieron antes de nosotras. Es una celebración a la vida y para que sus ritos y labores reciban nuestra admiración, para que sus manos cuidadoras acepten nuestro agradecimiento y sus ojos reconozcan nuestro respeto.
Para realizar esta exposición, Wara experimentó ella misma la alquimia de las plantas y su poder de sanación, ha creado su propio laboratorio de cianotipo, la técnica creada por Anna Atkins, una mujer botánica, hace un siglo atrás. Durante meses estuvo sumergida en sus rituales, donde cada imagen creada es única, original, hecha a mano.
Sus obras, estas inmensas imágenes azules, suelen aparecer después de horas expuestas a la acción del viento y del sol, detrás de olas provocadas por el lavado insistente de sus manos seguras y firmes que balancean rítmicamente hasta que se revelan las formas, los ramos de romero, manzanilla, ruda y tila se confunden con los cuerpos de las mujeres y sus aguayos. Ahí se mezclan los símbolos, la cultura, la fuerza y el poder de la comunión entre los seres.
Wara Vargas quizás sea también una bruja y en “Ajayu” su producción artística se transforma en magia, sus imágenes son también herramientas de sanación, sanan sus propias heridas y nos invitan a que sanemos las nuestras.
Gisela Volá
Maíra Gamarra
Curadoras
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