Brújula Digital |15|05|21|
Rodrigo Ayala Bluske / Tres Tristes Críticos
La publicidad en Netflix y en las redes señala que Sombra y Fuego, el último sonado estreno de la plataforma, es, por la forma en que está planteada, una suerte de serie sucesora de Game of Thrones (2011-2019). ¿Es así? "Sí" y "no" podría ser la respuesta más cómoda; sí porque es una serie del género fantástico con un planteamiento que entraña un enorme esfuerzo financiero, lo que se traduce en una depurada presentación de los aspectos formales de su propuesta: escenografía, locaciones, vestuario, maquillaje, ambientación, etc. Sí también porque al igual que Game of Thrones o El Señor de los Anillos (2001-2003), por poner otro ejemplo celebre del género fantástico, tiene la intención de convertirse en una serie de largo aliento que desarrolle un mundo inventado; otras series interesantes que han intentado crear “universos nuevos” aunque sin mucho impacto son His Dark Materials (2109-2020) y Carnival Row (2019). Finalmente, sí porque en diversos momentos de su metraje, no en todos lamentablemente, alcanza niveles aceptables de calidad narrativa.
Pero, así como encontramos esos puntos en común hay varios otros donde las distancias son abismales. Sombra y Hueso está muy lejos de alcanzar la complejidad temática de Game of Thrones simplemente porque sus personajes no tienen ni por asomo la ambivalencia moral que caracteriza a los que poblaban el universo de Poniente o de la Tierra Media de El Señor de los Anillos (en la que, recordemos, el poder maléfico del anillo ponía a prueba permanente la rectitud de los protagonistas). Esa complejidad moral se traducía además en Game of Thrones en un tratamiento descarnado de temas como el ejercicio del poder, la sexualidad, etc. Sombra y Hueso está basada en una serie de novelas juveniles y seguramente ese elemento ha pesado para que sus personajes sean planos, divididos mecánicamente en “malos” y “buenos” y dotados de un marcado candor.
La formula para desarrollar estos “mundos inventados” siempre ha sido la de tomar elementos de distintas culturas en periodos del pasado (Edad Media, Antigüedad, sociedades vikingas, etc.), mezclarlos y añadirles elementos de fantasía (magia, mitología). ¿Cómo se expresa ello en el mundo de Sombra y Hueso?; en las sociedades eslavas de la Europa del siglo XIX (Rusia, Hungría, Polonia, etc.). Se presenta una suerte de brujos y brujas que se llaman “grishas” y ese es un motivo de división del mundo conocido ya que unos países los condenan y otros (aunque con cierto recelo, los defienden). El otro motivo de división es una enorme sombra que divide en dos la geografía conocida. Cruzar esa sombra es casi imposible ya que al interior existen diversos monstruos; por tanto, quien destruya o domine la sombra, tendrá un poder absoluto.
La historia sigue a Alina, una “elegida” para poder destruir la sombra, que como ocurre generalmente en estos casos, es huérfana y además ignorante de sus capacidades mágicas hasta que comienza a desarrollarse la trama.
El guion se compone de tres subhistorias; la principal, que sigue a Alina en sus vicisitudes mientras se adiestra para cumplir su misión, se defiende de las manipulaciones y agresiones a la que la someten los villanos y trata de reencontrarse con el amor de su juventud. La segunda en importancia sigue la pista a una pandilla juvenil que intenta capturar a Alina y hacerse de una jugosa recompensa; en la tercera, una “grisha” radical es capturada por una suerte de fundamentalista antibrujas y se enamora de él a fuerza de enfrentar diversas desventuras. En el desarrollo de la trama, las dos primeras líneas argumentales encajan bien, pero la tercera queda un tanto suelta, aunque el desarrollo del último capítulo nos dice que podría tener importancia en una eventual segunda temporada.
Los primeros y últimos capítulos de la serie tienen la virtud de ser ágiles y entretenidos, en cambio los del medio ralentizan la trama, probablemente porque ahí adquiere demasiado peso la historia de amor incondicional (quizás una herencia del carácter “juvenil” de la zaga de novelas).
Si miramos a largo plazo, Sombra y Hueso no es una propuesta que se eleve a las cumbres de la producción televisiva contemporánea, pero si nos fijamos en los dos o tres años últimos, en los que ha habido un enorme decrecimiento en la calidad del medio, agudizado además por los efectos de la pandemia, la serie es una propuesta que puede descollar. En todo caso será la respuesta del público global la que determinará si es que tiene continuidad. La noticia de ello la tendremos en los próximos dos o tres meses.