Brújula Digital |23|0121|
Rodrigo
Ayala Bluske / Tres Tristes Críticos
Mank (2020) se estrenó en Netflix en
diciembre pasado y llama la atención la poca promoción que ha realizado sobre
ella la plataforma de streaming.
Dirigida por David Fincher, es una película bellísima, que como toda obra relevante puede leerse en varias dimensiones: por una parte, a través de la construcción formal, refleja el tipo de cine que realizaba Hollywood en su periodo clásico; por otra, relata el conflicto que se da entre el establishment de la época y una personalidad rebelde, en este caso la del productor y guionista Herman J. Mankiewicz (Mank); finalmente, toma partido en un conflicto significativo para la historia del cine, el de la autoría del filme El Ciudadano Kane (1941), dirigido por Orson Welles, una de las películas que por décadas figuró en el número 1 de las listas entre las más importantes de la historia. En todo caso, lo que nadie discute es que El Ciudadano…, en su momento, revolucionó a la cinematografía.
El guion centra la trama en la conflictiva relación que Mank tuvo con el círculo de los grandes estudios, entre cuyos integrantes figuraban personalidades como Luis B. Mayer, Jack Warner e Irving Thalberg (el premio humanitario que entrega la academia de Hollywood lleva el nombre de este último). Una suerte de gurú de ese grupo era el empresario de medios de comunicación y ocasional productor William Randolph Hearst, del que el guionista se hizo muy cercano merced a la amistad que sostenía con su amante, la actriz Marion Davis.
Mank utilizó el conocimiento que tenia de la vida personal de Hearst para escribir el guion de El Ciudadano Kane, lo que constituyó uno de los escándalos de la época por lo que el guionista quedó como sospechoso de haber sido un traidor. Hearst fue uno de los magnates de la prensa más importantes de la historia de EEUU, acusado de haber cometido manipulaciones políticas y de otro tipo mediante su imperio mediático.
La película realiza un excelente retrato del intelectual que tiene que convivir con sus “patrones”, a la vez que repudia cotidianamente su forma de pensar. Mank fue un brillante guionista y productor (produjo las mejores películas de los Hermanos Marx, entre otras), pero era autodestructivo; en ese sentido su alcoholismo fue minando su carrera poco a poco.
La película pone énfasis en la motivación política del inconformismo del guionista. Gran parte del argumento se centra en mostrar la forma como Hearst y sus amigos hicieron diversas maniobras para impedir el triunfo de un candidato de izquierda a la gobernación de California, Upton Sinclair. La postura de nuestro héroe (y la impertinencia con que la manifestó) fueron la causa de que fuera relegado y en ese sentido podría interpretarse que la redacción del guion de El Ciudadano Kane fue una especie de revancha posterior. Dado el ambiente político ultraderechizado que actualmente se vive en Estados Unidos, no podemos dejar de pensar que Fincher también ha querido hacer una referencia a la situación política actual.
Pero más allá del conflicto ocasional, la obra refleja otro de carácter universal: la creatividad tiene una relación generalmente contradictoria con el orden establecido (los “ordenes establecidos” que se asientan en cualquier tipo de actividad humana).
El otro tema que evidencia la película es el de la autoría del guion de El Ciudadano Kane. Por mucho tiempo los libros de historia omitieron de facto que Mank era el autor, remitiéndola a un papel secundario, frente a la imponente personalidad publica de Orson Welles, el director del filme, sin que éste hiciera mucho esfuerzo para aclarar la situación. Lo que deja en claro la cinta es que Mank no solo fue autor del guion sino que Welles directamente no participó en su redacción (y que, en determinado momento, a pesar de ello, hizo esfuerzos para figurar como único autor). De todos modos, ambos ganaron el Oscar al mejor guion por esa película.
Quien realizó un completo estudio al respecto y uno de los análisis globales más importantes de la película fue Pauline Kael, la crítica de cine más importante de Estados Unidos durante décadas, que en 1971 publicó La Creación de Kane, uno de los dos únicos textos de la autora (que sepamos) que se han traducido al español. El libro no solo hace un recuento que reivindica la autoría única del guion por parte de Mankiewicz sino que explica la forma en la que él y su generación (formada por una camada de periodistas que se convirtieron en guionistas de Hollywood), contribuyeron al cine a través de la construcción de diálogos (en un momento en que el que se sobrevaloraba la importancia de la “imagen”, frente a la “palabra”). Ésta fue una de las fuentes principales, por lo menos en forma indirecta, del guion de esta película.
Mank nos sirve para recordar el complejo proceso de creación que implica el cine, los estándares éticos que rodean a éste y la forma cómo la creatividad debe abrirse paso frente al conservadurismo, generalmente expresado en la opinión de las mayorías.