A pesar de sus problemas, Humo se destaca en el panorama televisivo actual, en la medida en que no cae en la repetición de esquemas utilizados hasta el cansancio por las plataformas de streaming, a fin de llenar horas de programación a la rápida.
Brújula Digital|07|12|2025|
Rodrigo Ayala Bluske
Lo más interesante de Humo, serie estrenada hace dos o tres meses en la plataforma de streaming Apple tv, se encuentra en la construcción/descripción que realiza de su personaje principal, el que por cierto esta basado en un carácter real. La serie retrata el proceso de investigación de los crímenes del pirómano John Leonard Orr, que, según los reportes periodísticos, provocó más de 2000 incendios a lo largo de 30 años, con numerosas victimas fatales, por supuesto.
Orr era un narcisista con fuertes delirios de grandeza, y después de fracasar en otras áreas profesionales (su fallido ingreso a la policía por ejemplo] se dedicó a la investigación de incendios, para determinar si eran accidentales o provocados.
En esa medida se encontraba muy ligado al accionar de bomberos, policías relacionados con el tema, etcétera. Y de ahí que se suponga, que una de las motivaciones que tenia el individuo, era la de provocar los incendios, para luego “descubrir” las causas de los mismos, quedando como un personaje sobresaliente en la temática.
Pero las características de la personalidad del individuo eran mucho mas complejas; tenia la capacidad de “simular” una personalidad afable, cuando en realidad lo motorizaba, aparte del afán de figuración, el placer de provocar dolor en otros seres vivos.
De ahí que sus relaciones personales eran sinuosas, y que inclusive la familia directa y los amigos próximos, tardaron años, o directamente nunca descubrieron, hasta su arresto o condena, los verdaderos rasgos de su personalidad.
El merito central de la serie es la de ir descubriendo lentamente, capitulo a capitulo, a este personaje. En las primeras entregas hay una fuerte dosis de ambigüedad, y ya en las finales, cuando lo conocemos realmente, lo vemos utilizar sus recursos para escapar de la investigación que lo va acosando poco a poco.
El problema de los creadores, sin embargo, se encuentra en haberse “engolosinado” con la idea de la “personalidad retorcida”. En principio el planteamiento de colocar una investigadora policial (que en este caso entendemos es ficticio), que interactúe con él, y sea una pieza clave en el proceso de “descubrimiento”, es correcto, pero el problema se da cuando ella también resulta teniendo innumerables traumas y problemas pasados, de otro signo, pero igual de complicados y lacerantes.
Lo propio ocurre con varios de los secundarios que, poco a poco, se van incorporando a la trama; un expolicía con adicciones y graves obsesiones de carácter sexual (muy buena actuación de John Leguizamo), un capitán con angustias familiares, otro oficial con temas de corrupción acosándolo, etcétera.
Esta sobrecarga, probablemente, sea la causante de que haya un momento, al comenzar la segunda parte de la serie, cuando se puede sentir cierto cansancio en el desarrollo del planteamiento, del que nos recuperamos parcialmente en los dos últimos capítulos.
Por el contrario, la idea de colocar un segundo pirómano, que dificulta la investigación, y le da otra perspectiva al tratamiento de la temática (también es un personaje frustrado, pero en otro ámbito y escala social) es adecuada, ya que además contribuye a la construcción del suspenso en la primera parte.
A pesar de sus problemas, Humo se destaca en el panorama televisivo actual, en la medida en que no cae en la repetición de esquemas utilizados hasta el cansancio por las plataformas de streaming, a fin de llenar horas de programación a la rápida.
Da la sensación de ser un producto cocinado con cuidado, pero en el que el cocinero exagero en algunos ingredientes. En todo caso, sobre todo si usted es aficionado al género, vale la pena revisarlo, estando siempre dispuesto a ser tolerante con algunos elementos del pastel.