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Cultura y farándula | 04/08/2025   10:11

|CRÍTICA|Serendipia: Crónicas sobre la otra Bolivia|Tatiana Suarez|

El libro "Serendipia: Nada es lo que parece", de Cecilia Lanza Lobo, es una obra de crónica que rescata con sensibilidad y profundidad las historias y voces marginadas de la Bolivia contemporánea, convirtiéndose en un acto de memoria, resistencia y amor por la sociedad.

Cecilia Lanza (izq.), Tatiana Suárez y Robert Brockmann
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Brújula Digital|04|08|25|

Tatiana Suarez Patiño

Nosotros, los que custodiamos el patrimonio cultural, debido a nuestra labor tenemos los sentimientos dislocados en el tiempo. Amamos y preservamos las obras del pasado para que su aliento no se extinga en el presente, alargamos su vida en museos y archivos; y, con la misma devoción, conservamos las piezas para quienes habitarán el futuro, para esos rostros aún desconocidos. Amamos con una pasión desmedida, sí. 

Pero existe, creo, una forma de amor aún más enorme, más primigenia: la nuestra es la labor de preservar la memoria ya existente, mas la labor de los cronistas es un gesto infinitamente más valioso: la de generar esa memoria. Porque, ¿acaso no es el amor más profundo aquel que se niega a dejarte caer en el olvido? Por ello, "Serendipia: Nada es lo que parece", de Cecilia Lanza Lobo, no es solo un hito literario que enriquece nuestro acervo nacional; es un acto sublime de admiración, de profundo respeto y de un amor incondicional por nuestra sociedad, pues regalar la memoria, ese eco eterno, es un don que solo los espíritus más generosos pueden ofrendar.

En el contexto boliviano, donde nuestra historia es a menudo fragmentada, y la narrativa oficial, con su mirada selectiva, apenas si roza las microhistorias, la crónica emerge como una herramienta fundamental, quizás incluso más vital para la historia que para la literatura. Es aquí donde la labor del cronista adquiere una dimensión heroica. Pensemos en Bartolomé de Arzans y Orsúa y Vela quien, sin más propósito aparente que el de registrar su mundo, se dedicó a escribir sobre sus vecinos, sus autoridades, sobre los vivos y los muertos de su Potosí. Y hoy, gracias a su pluma desinteresada, esos nombres y esas vidas no han perecido en el olvido absoluto; quizás murieron en vida, pero no en la memoria. O recordemos a Carlos Medinaceli, quien a través de sus escritos nos legó testimonios invaluables sobre las redes intelectuales del siglo XIX, salvando del silencio a tantos talentos. De la misma forma, y con esa misma vocación de rescate, el libro de la periodista y cronista Cecilia Lanza Lobo construye los retratos más honestos, desinteresados y generosos que tendremos de los primeros veinticinco años de este siglo XXI en Bolivia.

Así este libro es una radiografía de una parte de este cuerpo. Es un testimonio que le va a permitir a la gente del futuro comprender quiénes estábamos en nuestro presente, qué historias nos configuraban y, fundamentalmente, quiénes no llegaron o no llegarán a la historia oficial. En algunos casos, sus crónicas nos hablan de historias y cuerpos que existen, que marcan hitos vitales y sociales, pero que, por diversas razones, son excluidos de una lectura oficial, hegemónica. Cecilia Lanza, con su pluma incisiva y empática, rescata esas voces, esos rostros, esos conflictos que no encuentran cabida en los anales de lo que se considera "importante" o "representativo".

En 'Serendipia', la sensibilidad situada de Cecilia se convierte en la lente a través de la cual la sociedad boliviana se revela con una claridad conmovedora. Su locus de enunciación, arraigado en una observación aguda y una inmersión profunda en las realidades que narra, le permite construir un relato que, si bien aborda complejidades políticas, sociales e identitarias, nunca pierde su conexión con lo humano y lo cotidiano. Es precisamente este anclaje en lo particular y lo cercano lo que dota a su estilo de una accesibilidad notable; sus crónicas no requieren de un conocimiento previo especializado para ser comprendidas, invitando a cualquier lector a sentirse parte de las historias. Sin embargo, esta aparente sencillez esconde una profundidad analítica y una capacidad para problematizar las identidades y participaciones en lo común, elevando el texto de lo meramente descriptivo a una reflexión filosófica sobre quiénes somos y cómo construimos nuestra memoria colectiva.

Para ir cerrando está provocación, quiero concluir señalando que el hecho de que la autora escriba con tanta profundidad y sensibilidad sobre comunidades invisibles –mujeres constructoras, trabajadoras del hogar, la diversidad sexual y de género, figuras políticas desde una intimidad inusual– hace que este libro adquiera también proporciones filosóficas. "Serendipia" no solo nos cuenta historias; nos habla de un régimen de sujetos visibles e invisibles en nuestra realidad boliviana. Nos problematiza el tema de las identidades y las participaciones en lo común. ¿Quiénes son los que 'cuentan'? ¿Quiénes tienen voz y quiénes no? ¿Qué historias son dignas de ser contadas y recordadas, y cuáles se condenan al silencio? ¿Quién puede contar la historia? El libro de Cecilia nos obliga a confrontar estas preguntas fundamentales y a reconocer la riqueza y complejidad de nuestra sociedad más allá de las narrativas dominantes.

Este texto que lees, pues, no es una invitación ni una mera recomendación a la lectura. Es, más bien, un desafío. Un desafío a que se sumerjan en otras formas de la realidad boliviana, aquellas que existen más allá de los discursos oficiales. Quizás aquí se reconozcan más profundamente que en los retratos de presidentes o en los rostros de los billetes. "Serendipia" es un llamado a que confronten esa otra Bolivia, la que palpita en las calles, la selva, las fronteras, las minas...la que nos conforma a todos.

Que este libro sea un faro que ilumine a los sujetos ocultos y sea un escudo contra el olvido. Porque en cada crónica de 'Serendipia', Cecilia Lanza Lobo nos regala un pedazo inmortal de nuestra propia historia.

Tatiana Suarez Patiño es escritora y conservadora de patrimonio.



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