En su libro Homo Exul la ciencia, la ética y el testimonio personal se dan la mano para explicar cómo y cuándo el hombre perdió la brújula y optó por la violencia y la destrucción.
La advertencia es unívoca: no es una autobiografía, ni es un libro de recetas, ni de fórmulas mágicas. Su autor lo dice en sus palabras: “Mi relato es un grito de supervivencia que brota de lo profundo de mi corazón y es mi legado de amor y gratitud al mundo. Sin duda, no ha sido un sendero fácil de transitar, algunas veces incluso se ha mostrado feroz, pero recorrerlo me ha permitido repararme y sanar.”
James Hamilton (médico cirujano chileno, 59 años, casado, seis hijos) asegura que “hoy sé que uno no es nadie sin su historia. Reescribirla nos lleva a reinterpretarla y asignar el verdadero valor a las cosas, pero sobre todo a darle sentido al futuro y descubrir nuestro propósito. Escribo esto gracias al camino recorrido y siento que la epopeya del género humano tiene mucho en común. Es una insensatez no mirar hacia atrás con el conocimiento actual, pues petrificar nuestra historia es quitarnos todas las posibilidades de entender nuestro presente y de velar por nuestro futuro. “
-La verdad libera. Me costó contarlo, pero era necesario-remata.
Homo exul (Hombre exiliado) -publicado bajo el sello Debate de Penguin Random House-, recién publicado en España y Chile, es un libro ambicioso, de muchas capas, que merece-sin duda-una segunda lectura. Un esfuerzo serio (pero no grave), en el cual la ciencia y la ética se dan la mano en un intento de comprender y explicar cómo el hombre perdió la brújula, su naturaleza, y cuál es el origen de la violencia; la rabia, la envidia, la guerra, el sometimiento, el abuso en todas sus expresiones. Cómo y cuándo comenzamos a transitar desde la solidaridad y la colaboración hasta la negligencia, la agresión, la destrucción. Un relato que, como una trenza, entreteje la experiencia personal del autor y las bases del argumento científico que procuran descifrar las claves de la llamada condición humana. La evidencia es contundente y toda afirmación es fundamentada con un rigor asombroso (hay quince páginas de notas bibliográficas con los trabajos y autores citados).
Me cuesta imaginar un libro más oportuno que éste.
El sábado 21 pasado, Estados Unidos atacó tres plantas nucleares de Irán, tras una semana de ataques entre Irán e Israel. La operación -denominada Martillo de Medianoche- fue calificada como “espectacular” por Donald Trump. El mundo tiembla de terror, se sacude desde los cimientos y, desde todos los rincones del planeta, nos acercamos al precipicio. En vivo y en directo, miramos hacia abajo, colmados de vértigo, a punto de ser arrastrados a una pesadilla sin precedentes.
Cómo se llega al genocidio en Gaza: hasta mediados de junio, habían muerto más de 60 mil personas, sin contar los heridos, desplazados y víctimas de la hambruna. El total de niños asesinados tras casi 18 meses de guerra superaría los quince mil.
Y cómo arribamos a la invasión rusa a Ucrania. Casi un millón de soldados rusos han muerto o han resultado heridos, según un nuevo estudio, publicado por el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington. El informe también consigna que cerca de 400 mil soldados ucranianos han muerto o resultados heridos.
Tras años de investigación, el autor sostiene que “la especie no podrá evitar estas conductas en especial de aquellos que han escalado en la montaña del poder donde los límites del bien y del mal se desdibujan ante los territorios de la ambición y beneficio personal.”
“Somos una especie que sufrió una cuasi extinción masiva y que, gracias a sus capacidades y resiliencia logró sobrevivir, pero a un coste notable (desconexión con la naturaleza, desconocimiento de nosotros mismos y de nuestros semejantes), reemplazando la cooperación propia del homo sapiens por el egoísmo, la competencia y la rivalidad”, explica Hamilton.
Al otro lado de la trenza está Jimmy, en Chile, conocido por su historia tristemente célebre. Sus padres se separaron cuando él tenía nueve años. Su padre mató con una escopeta al novio de su madre. Así entra a la adolescencia, como el hijo de un asesino, un joven vulnerable, de clase acomodada, en busca de una identidad propia y, sobre todo, de reconocimiento. En este oscuro laberinto se le cruza el párroco de la Iglesia El Bosque de Santiago, Fernando Karadima, quien lo sometería a reiterados abusos sexuales durante años. Sin demora, en la introducción el autor explica que este libro es consecuencia de una interrogante que le costó mucho formular: ¿por qué fui abusado?”
Ponerse en manos de una terapeuta fue el primer paso en el proceso de sanación. Y de ahí para adelante, las piezas comienzan a calzar como si estuviera frente a un enorme rompecabezas. Tras años de terapia, de tenderse sobre un diván y enfrentar los fantasmas, la culpa, el miedo, descubre, para empezar, que el abuso no es personal. “Gracias a la perspectiva que da la distancia del tiempo me doy cuenta que los abusos y depravaciones a los que fuimos sometidos son sólo una variación más de las conductas antisociales propias de haber perdido la empatía y conexión que nos hacía homo.”
El camino es largo y doloroso, pero ya no hay vuelta atrás. En medio de la confusión, un amigo lo invita a una travesía por las faldas del monte Ausangate, en Perú, navega por el río Madre de Dios y se interna por la selva amazónica. Escucha los relatos de los chamanes, participa en diferentes ceremonias de sanación, observa la preparación de ungüentos y remedios naturales. En esas comunidades la salud era inquebrantable hasta que se introdujeron hábitos occidentalizados, que modificaron su estilo de vida y consumo.
El Amazonas le cambia la vida. Comprende que la salud no es una herencia de los genes sino un proceso en que el equilibrio natural del ser humano está estrechamente vinculado a su entorno. Los componentes nutricionales que conforman más del 70 por ciento de la dieta occidental constituyen los principales ingredientes que conducen a la obesidad, la diabetes, el cáncer, el asma, y las enfermedades cardiovasculares, reumatológicas, autoinmunes, o degenerativas como el alzhéimer y el Parkinson. Menos del diez por ciento de las enfermedades están determinadas por la herencia genética.
Con el tiempo también constataría que fueron cientos las jóvenes víctimas de experiencias similares en manos de Karadima y otros del club. En 2010 Hamilton, José Andrés Murillo y Juan Carlos Cruz crearon la Fundación para la Confianza para prevenir los abusos en la infancia y la adolescencia, y lucharon sin tregua para promover en Chile la ley de imprescriptibilidad de los abusos de menores. Gracias a ellos, hoy el abuso sexual de menores y adolescentes no prescribe. En 2011 Karadima fue declarado culpable pero nunca cumplió condena.
El responsable, asegura con convicción, “utiliza el poder de Dios y de la Iglesia para abusar y satisfacer sus desviaciones. Su desarrollo emocional se truncó en alguna fase de su desarrollo y, fue, como muchos otros, fruto del descuido, de una cultura y una religiosidad alejadas de un proceso evolutivo que ha durado varios millones de años. Mis vulnerabilidades fueron aprovechadas por un depredador sin competencias sociales ni altruismo, producto de los mismos procesos neuro-evolutivos que han afectado a buena parte de la humanidad a lo largo de su historia.”
La ciencia revela que hechos y sucesos que han afectado a cada vida humana puedan ser heredados, afirma Hamilton. “Todo lo que nos pasa deja marcas claras y activas en nuestro cuerpo, grabadas en el ADN y que podemos dejar como herencia a nuestros hijos. Debemos estar muy conscientes de que lo que nosotros vivamos afectará a nuestros descendientes, y todo por lo que pase una mujer durante su embarazo, o los niños, en especial antes de los tres años, y los adolescentes, será como una flecha lanzada al futuro que señalará la dirección del desarrollo biológico e intelectual de sus vidas.”
- ¿Por qué escribiste este libro? - le pregunto.
- Fue como el por qué decidí desafiar a la Iglesia Católica. Era algo que tenía adentro, no tenía otra alternativa. Lo tenía en mi cuerpo, necesitaba que esto saliera, exponer esta visión del mundo, de la vida, el trauma, la violencia. Puede ser que el día de mañana se descarte o puede ser que se confirme, y que aquí radican los principales problemas. Era un tema de absoluta necesidad. Todo esto brota, espontáneo, como un geiser, simplemente brota.
Odette Magnet es periodista y escritora chilena.