Brújula Digital|01|06|25|
Rodrigo Ayala Bluske | Tres Tristes Críticos |
En los siglos XVIII y XIX los obreros de las primeras factorías se rebelaban contra la naciente industrialización, rompiendo las maquinas. Culpaban a los nuevos mamotretos metálicos de quitarles el trabajo, humillarlos mecanizando tareas y realizándolas en lapsos ínfimos frente a las cargas horarias que acostumbraban usar los seres humanos.
En la nueva revolución tecnológica que nos ha tocado vivir, la percepción es similar. Casi todos los productos audiovisuales y literarios que la abordan tienen una visión negativa de las nuevas tecnolofias y sus efectos y la serie, emblemática sin duda, que ha encabezado dicha tendencia sobre los efectos de la tecnología en la sociedad actual, y lo que podríamos denominar como los escenarios del futuro próximo de la humanidad, es Black Mirror (2011-2025).
En Black Mirror, que acaba de estrenar su séptima temporada en Netflix, se unen dos de los aspectos clave de nuestra época: el salto tecnológico emergente del uso de las nuevas tecnologías y la intensa degradación ética que vivimos, inimaginable en otras épocas de la historia humana.
¿Es Black Mirror una serie de ciencia ficción? Sí, pero podríamos decir que de una “ciencia ficción de ‘corto alcance’, que se anticipa solo peque nos pasos a los saltos tecnológicos. Y evidentemente su retrato alcanza su máxima potencialidad narrativa cuando, en algunas pinceladas memorables, retrata certeramente la ligazón de estos saltos con la evolución del entramado político social global. A esa intención básica podríamos añadir otra, acentuada sobre todo en las últimas temporadas; la de entrar al “lado oscuro” del corazón de los seres humanos, es decir, abordar temáticas universales con mayor intensidad.
La visión negativa sobre los saltos tecnológicos que plantea la serie tiene algunas excepciones, quizás la mayor de ellas sea la de San Junipero (2016), capítulo estrenado en la cuarta temporada de la serie, en la que los mundos artificiales creados por la virtualidad se convertían en una especie de paraíso para las conciencias humanas, trasladadas en ese caso a una maquina benéfica.
Uno de los puntos fuertes en la nueva temporada de Black Mirror es el de los mundos virtuales creados mediante la inteligencia artificial. En Hotel Reverie desarrolla un concepto novedoso; una actriz puede introducirse en una película de los años 40, transformándola en un mundo nuevo en las que los acontecimientos se salen del guion original. En realidad, se trata de una revisión muy lejana de El Dia de la Marmota (1993), el clásico de Harold Ramis, en la que los personajes, encontrándose en una realidad atemporal, aprenden de sí mismos y del resto.
En Juego asistimos al desarrollo de un mundo de pequeños personajes inspirados en los videojuegos de los 80, que accidentalmente inspirados en la maldad de los seres humanos terminan tomando el control de la sociedad entera. Es un intento de ligar las temáticas de la serie con una visión apocalíptica, mediante el suspenso.
USS Callister: into infinity, representa el segmento liviano de la serie. Es la continuación de un episodio anterior, en un concepto que homenajea (y parafrasea, podríamos decir) a Star Trek, la vieja serie de televisión. En otro mundo virtual, también en este caso resultado de un videojuego, un grupo de clones trata de sobrevivir.
En Elegia, un hombre al experimentar una nueva tecnología, se introduce en fotos antiguas, tomadas hace décadas, y al hacerlo revisa no solo su pasado, sino también los aspectos más oscuros de su personalidad,
Pero el episodio estrella de esta temporada es sin duda Personas comunes, el primero de ellos. Se trata de una pequeña obra maestra, descarnada, que no hace ningún tipo de concesiones. Una pareja encuentra en una nueva propuesta tecnológica una salida a una enfermedad irreversible. Pero lo que en principio es una bendición, resulta convirtiéndose en la peor de las pesadillas. El hecho de que el servicio médico este privatizado se traduce en exigencias económicas cada vez mayores, lo que empuja a la pareja no solo a la desesperación, sino a humillaciones inimaginables. Toda una parábola acerca de esa tecnología, de potencial benéfico que, en determinados contextos económicos y sociales, se convierte en una herramienta atroz de degradación.
A estas alturas es difícil saber cuál es la peor y cual la mejor temporada de Black Mirror. Como toda propuesta de largo alcance tiene altas y bajas, y ente las primeras, algunos capítulos realmente memorables que retratan con maestría esta época. En todo caso se trata de un producto imprescindible.