Brújula Digital|22|12|24|
Rolando Aguirre
En mi condición de profesional del Derecho deseo comentar desde una perspectiva legal la cautivante novela "El caso Walther Kohn, Los crímenes de Chirini", escrita demostrando gran conocimiento sobre el procedimiento penal a lo largo de la trama, cual experimentado abogado penalista y con la maestría de un procesalista y criminólogo; por lo que, es un privilegio compartir esta oportunidad y explorar juntos esta novela histórica que promete quedarse grabada en nuestras mentes mucho después de que se vuelque su última página.
Esta obra de Raúl Rivero ofrece un retrato vívido de la Bolivia de la post Primera Guerra Mundial y del periodo previo a la Guerra del Chaco, explorando no sólo la búsqueda de oro en las selvas de Zongo, sino también las complejidades del sistema judicial boliviano de la época. La trama, centrada en la acusación contra un ciudadano austriaco y un indígena aymara por un doble asesinato, sirve como un microcosmos para el análisis de la realidad socio económica de la Bolivia de esa época y de las falencias en la justicia; un tema que, desafortunadamente, sigue más vigente que nunca en la actualidad.
En este contexto, la obra se convierte en un vehículo para explorar la correlación entre la narrativa literaria y los problemas inherentes al sistema legal boliviano, resaltando temas como la injusticia, el abuso de poder, la corrupción y la falta del respeto al debido proceso, buscando un proceso judicial justo.
El escenario presentado por Rivero es un espejo de las presiones que hasta hoy afectan a la correcta administración de justicia. Las ideas de disputa por la tierra, por los recursos financieros y la influencia del poder económico en la etapa previa a la Guerra del Chaco y antes de la Revolución del 52 eran capaces de influir de manera significativa en un proceso judicial. Esto se ilustra de manera palpable en el desarrollo de la novela, cuando se menciona cómo las evidencias científicas, que deberían ser la base de cualquier proceso legítimo, se ven opacadas por la presión ejercida por intereses privados y el testimonio de testigos manipulados, en este caso, los indígenas que usualmente son utilizados como chivos expiatorios.
Este dilema, que es recurrente en la historia judicial boliviana, le sirve a Rivero para exponer una crítica profunda sobre el Estado de derecho en el país de ese momento histórico. Así, al hablar de la objetividad de las pruebas y su valoración dentro el proceso penal, indica textualmente que: “por primera vez en la historia de la criminología boliviana se ponían frente a frente evidencias científicas contra la palabra de testigos”. Esta afirmación encapsula la eterna lucha entre la objetividad que debe regir un sistema judicial y la subjetividad que a menudo lo corrompe.
La cotidianeidad del sistema judicial boliviano es descrita con solvencia al hacer alusión a la dilación procesal en la tramitación del caso Kohn, al señalar que: “claramente, señor juez, estamos ante un caso de retardación de tramitaciones judiciales y esta dilatación no hace más que perjudicar a nuestros defendidos”, párrafo que describe fielmente una situación tensional que no ha cambiado con el paso del tiempo.
Asimismo, el “leguleyismo altoperuano” reflejado por Rivero en la novela simboliza el exceso burocrático y un enfoque casi ritualista del derecho, propio y tan característico de la práctica legal en Bolivia, donde el formalismo prevalece sobre la verdad material y la justicia. Esta alegoría es clara en el contexto actual de muchos sistemas judiciales en Latinoamérica, donde la formalidad supera a la sustancia o esencia jurídica y los actores sociales quedan atrapados en una maraña de trámites que favorecen a quienes pueden pagar o sostener el costo de la dilación.
A través de los personajes y su búsqueda de verdad y justicia, Rivero teje una crítica a la realidad sociopolítica de la Bolivia de ese tiempo, que es aún aplicable a la actualidad. En el transcurso de la narrativa, la obra nos invita a reflexionar sobre la naturaleza y rol del órgano judicial, como poder del Estado, que a menudo parece estar al servicio de una élite en lugar de ser un baluarte de derechos igualitarios.
La desesperanza que sienten los personajes del caso Kohn ante un sistema que parece no solo estar viciado, sino también impotente para actuar frente a las injusticias, resuena aún hoy en la actualidad con las voces de muchos sectores de la sociedad que reclaman seguridad jurídica y siguen pugnando por justicia.
Desde una percepción personal, los institutos jurídicos usados en la narrativa de Rivero en su obra también traen a la memoria y hacen resonar conceptos filosófico-jurídicos, como los explorados por Jorge Luis Borges en varias de sus obras, en las que analiza el laberinto del Derecho y las paradojas inherentes a los sistemas judiciales.
Los personajes de Rivero, involucrados en procedimientos judiciales, a menudo se encuentran atrapados en un sistema que les niega la justicia, un tema que Borges aborda en obras como “El Aleph” o “La muerte y la brújula”, en las que el laberinto del sistema legal se convierte en una metáfora de la complejidad y la absurdidad de la vida misma. Borges, con su mirada crítica y filosófica, no habría pasado por alto las ironías presentes en el caso de Kohn y su coacusado indígena, Luna.
El enfoque de la trama dada en la búsqueda de oro de los protagonistas se convierte en una metáfora de la búsqueda de la verdad y justicia en un sistema que promueve el ocultamiento y la manipulación de la verdad material. A medida que el lector se sumerge en la obra se da cuenta de que, más allá de la caza de oro, lo que realmente se persigue es algo más profundo: la justicia, en un mundo donde las jerarquías sociales y económicas dictan el rumbo de su verdad, la que finalmente es encontrada en la obra en un ámbito inesperado de una investigación extrajudicial.
Así, “El caso de Walther Kohn, Los crímenes de Chirini” no sólo es una novela sobre el crimen y la injusticia, sino una reflexión sobre el deterioro de un sistema judicial que continúa presentando el reto de luchar contra problemas que parecen eternos, invitando a los lectores a cuestionar y a tratar de desentrañar las complejidades del sistema judicial en Bolivia, que se encuentra en su mayor crisis marcada por una notoria desinstitucionalización.
La obra de Rivero se convierte en una referencia histórica mezclada con elementos de ficción de un caso penal complejo y en un llamado a la acción, en un camino hacia una justicia real y efectiva, además de ser una contribución a un país que no cuenta con bibliografía sobre la historia de su sistema judicial.
Rolando Aguirre es abogado.